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Conflicto de valores

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Los chilenos -desconfiados por naturaleza- tienen poca fe en la ética de los periodistas y de los medios de comunicación. El portaestandarte de esta postura era un anónimo lector de El Mercurio. En varias oportunidades en que he firmado una carta como "profesor de ética periodística" reiteró su burlona convicción: "¿Ética periodística? Ja, ja, ja…"

Cuando buscaba un título para mi libro sobre el tema, me pareció que era el mejor resumen de los prejuicios vigentes. Debo reconocer que el resultado: "¿Ética periodística? Ja, ja, ja…", desconcertó a no pocos lectores.

Habrá que repetirlo: los chilenos tenemos buenos mecanismos de autorregulación. Lo malo es que ni el Consejo de Ética de los Medios ni el Tribunal de Ética y Disciplina del Colegio de Periodistas son suficientemente conocidos. Muchos posibles denunciantes optan por el silencio resignado. Pero cuando hay denuncias, ambos tribunales, cada uno en su área, actúan con eficacia. Y, hay que decirlo, se ha avanzado mucho. Es una buena razón para perseverar en la enseñanza de la asignatura a nivel universitario.

Hace unos días, con motivo de un encuentro de periodistas egresados de la Universidad Diego Portales (UDP), pedí a mis alumnos que les hicieran una pregunta: ¿Cuánto les ha servido en la vida profesional lo que aprendieron sobre ética en la Escuela?

Era de temer que se produjera un aluvión de respuestas negativas. No fue así. Según lo que investigaron los alumnos, el saldo es positivo: este grupo de periodistas de la UDP ha enfrentado más de algún dilema ético en sus primeros años de carrera. Y, por lo que contaron, los han resuelto de buena manera.

Un caso ilustrativo es lo que le pasó un reportero de Ciper, el prestigioso medio electrónico que dirige Mónica González. Durante la ocupación de la Universidad del Mar, en Reñaca, los estudiantes, irrumpieron por la fuerza en la oficina del rector. Allí encontraron cajas y cajas de pagarés impagos por un valor de $50 mil millones.

Algunos estudiantes querían destruirlos. Pero se impuso el criterio de conservarlos y utilizarlos para demostrar ante la Justicia los abusos del plantel.

Para los periodistas, el problema era otro. Desde el punto de vista ético, por principio no se pueden utilizar documentos obtenidos ilegalmente. Pero ¿y si esos documentos son fundamentales para esclarecer la verdad en un caso complejo?

El equipo de Ciper resolvió usar el material, porque consideró que el reportaje ganaba en consistencia. Pero habría sido igualmente válido decidir lo contrario.

Es lo que hace apasionante el análisis ético.

Datos de la ONU han revelado que Chile fue el país sudamericano donde más creció el número de inmigrantes en los últimos 13 años, pasando de poco más de 107 mil en 1990 a 398 mil en el 2013. El año pasado hubo un aumento de 24% en la tasa de inmigración. Corresponde a personas que fueron atraídas desde países vecinos, por el buen momento de la economía y la demanda de trabajadores.

La ONU advierte que a nivel mundial, hay más personas que nunca viviendo en el extranjero, es decir, en naciones que no son aquellas donde nacieron. Chile se ha convertido en país que atrae a inmigrantes del continente, cuestión que no siempre es bien vista por la población, sobre todo en aquellas zonas donde llega mano de obra con baja calificación, que no encontró oportunidades en sus lugares de origen. Tal vez olvidan que también son miles los chilenos que se han distribuido por todo el mundo, buscando un mejor futuro.

Como sea, Chile tiene una gran oportunidad de implementar políticas que le permitan ordenar y sacar el mejor provecho posible al crecimiento migratorio, anticipándose además a problemas potenciales que se pudieran generar con este fenómeno. Estos programas deberían considerar que la mayoría de los inmigrantes proviene de países vecinos y en general cuentan con una calificación laboral baja. Recientemente la Universidad Católica dio a conocer un estudio según el cual casi el 15% se desempeña como personal doméstico y un porcentaje importante lo hace en servicios asociados al comercio.

Los profesionales en las áreas de Medicina, Ingeniería y académicos no llegan a representar el 2%.

Países como Australia han introducido normativas que atraen inmigrantes con alto nivel educacional, jóvenes y con habilidades para insertarse rápido en el mercado laboral. Asimismo, se han aplicado normativas para atacar el empleo informal en este grupo y disminuir la carga fiscal por servicios sociales.

Para Chile, el desafío es aumentar las exigencias para los inmigrantes y atraer a los mejor calificados. La entrega de beneficios tributarios temporales y la agilización de los trámites para validar títulos universitarios pueden servir para que el país sea atractivo para jóvenes profesionales.