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Prostitución callejera

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Los vecinos de Cochrane con Angol dicen que cargan por años con el estigma de ser una especie de central de operaciones del comercio sexual callejero, por lo que han renovado su campaña para lograr que las autoridades pongan más interés en erradicar esa actividad, que también trae aparejados robos, narcotráfico y problemas de salubridad.

La junta de vecinos evalúa incluso acciones judiciales contra el municipio penquista y su alcalde, acusándolos de negligencia al no aplicar la ordenanza del 23 de junio de 2011, que castiga el comercio sexual callejero.

Se recordará que el Concejo Municipal abordó en el 2011 el tema de la prostitución callejera que desde hace años han denunciado los vecinos, en ése y otros sectores. Como consecuencia de ello, se dictó una ordenanza que establece que tanto quienes promuevan como quienes demanden estos servicios en la vía pública arriesgan multas que van desde 0,5 UTM (poco más de 21 mil pesos) hasta la realización de trabajos comunitarios. Sin embargo, los residentes han señalado que la iniciativa no ha dado los resultados esperados, pues esas actividades ilícitas se realizan en forma explícita en las noches, cuando también se generan desmanes.

Las normativas se transforman en letra muerta cuando no son acompañadas de una fiscalización persistente. Pese a que las autoridades señalan que se realizan rondas, los vecinos aseguran que no es así y que por ello sufren el problema cada noche y se deteriora su calidad de vida.

El comercio sexual estuvo regulado en Chile desde septiembre de 1983, cuando operó el decreto 362 del Ministerio de Salud, que reglamentaba las enfermedades de transmisión sexual y que facultaba a las policías para detener a las personas que ejercían esa actividad en las calles, entonces considerada ilegal. Sin embargo, la apertura en el tema sexual llevó a que el 27 de mayo de 2007 se derogara ese reglamento, por lo que hoy la prostitución es una actividad lícita y sólo está prohibida cuando la ejercen menores de edad. El control policial que se hace no tiene que ver con la prostitución en sí, sino con las consecuencias de ello, como el consumo de alcohol y drogas en la calle, la alteración del orden público o la delincuencia.

Este problema de seguridad debería motivar a las autoridades a abordarlo, de manera que se recuperen los espacios públicos que se han perdido o que están deteriorados.

Las normativas se transforman en letra muerta cuando no

son acompañadas de una fiscalización persistente. Es lo que

ocurre en Angol con Cochrane, según denuncian los vecinos.

Ley del calzoncillo

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No podíamos quedarnos sólo en la Ley del Salero. ¿Para qué restringir las restricciones, si todavía podemos llegar más lejos?

tintolio

Se me ocurre que se les está pasando la mano. O peor, que hay un montón de leyes urgentes y más gravitantes para la sociedad que estas chifladuras de los jarros y los saleros. O los azucareros, como pretende llevar a cabo la alcaldesa de Providencia. Todas estas iniciativas intentan normar la conducta humana, y la ciencia estadística siempre ha sido implacable en el desmentido: simplemente no se puede. Ahora se les ha ocurrido que bebamos agua en el almuerzo o la cena, y a uno le da como un deseo de vaciarles el jarro en la cabeza a los genios de la legislatura.

Estas leyes del absurdo me recuerdan la película "Bananas", de Woody Allen. En un país centroamericano al fin triunfan los revolucionarios, curiosamente barbudos. La primera ley que dictan al llegar al poder es que cada ciudadano deberá usar el calzoncillo encima del pantalón, para demostrar que llevan esa prenda interior limpia. ¡Un momento! No lancemos ideas, porque capaz que algún parlamentario falto de creatividad la copie y la presente como nuevo proyecto de ley.

De prosperar las leyes del jarro y del salero, se abre un horizonte amplio de normativas espeluznantes. Es cuestión de ser proactivos. Por ejemplo, una ley del papel higiénico, que restrinja los centímetros que uno ocupa en cada visita al baño. O una ley de la pasta de dientes, que obligue a un mínimo de 25 cepilladas, controladas por un software, a fin de cuidar la salud bucal de los chilenos. El ministerio de Salud trabaja para usted.

Y de verdad, cuando camino por la ciudad, siempre he creído que debería haber un cuerpo legal que normase el desplazamiento de los peatones por las veredas, similar a la ley del tránsito para vehículos. ¿Cómo es posible que se formen tacos porque adelante se encontraron dos amigos y se pusieron a contar sus vidas? Presos, de inmediato.

Para eso, para la creatividad de las leyes, contamos con un eximio cuerpo de parlamentarios dispuestos a sorprendernos cada día. Es cuestión de votar por ellos y esperar los resultados.