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Antes de guardar la estufa es necesario ser precavido

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Cada año, cuando llegan los meses más fríos y se hace necesario utilizar algún aparato para calefaccionar el ambiente, se hace hincapié en lo importante que es cerciorarse de que las estufas estén en buen estado para que su funcionamiento no revierta ningún riesgo, manteniéndola limpia y en óptimas condiciones para que éstas no exploten o provoquen un incendio, por ejemplo.

Asimismo, cuando el invierno da paso a la primavera y las temperaturas comienzan a elevarse, las estufas pasan a segundo plano y se guardan.

Aunque estos objetos no requieren de una preocupación especial, existen ciertos resguardos que ayudarán a que su conservación durante los meses de calor sea mejor.

Así lo explica Felipe Jara, gerente general de Betterlife, quien explica que hay algunas medidas que ayudarán a alargar la vida útil de estos productos y, así, encontrarlo en óptimas condiciones para su uso cuando, al año siguiente, sea necesario (ver recuadro).

Envejecimiento y cambios sexuales

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Desde la década del 60, Chile comenzó un descenso sostenido de la fecundidad y, junto a la disminución de la mortalidad, han incidido que hoy registremos un alto envejecimiento demográfico.

El aumento en la esperanza de vida de las personas convierte al envejecimiento en un tema fundamental de diversas áreas. Pero, ¿cómo influye éste en aspectos de salud sexual y reproductiva?

En la mujer, pasado los 40 años el ritmo de producción hormonal cambia producto del consumo de los potenciales óvulos que trae desde su nacimiento, lo que va marcando el final de su fertilidad y con ello aparecen importantes cambios corporales, psicológicos y sociales. La menopausia, hito biológico asociado tradicionalmente al envejecimiento de la mujer, marca el incremento de ciertas enfermedades, como la descalcificación ósea que aumenta el índice de fracturas, la enfermedad cardiovascular, el cáncer de mama/ovario y la enfermedad de Alzheimer.

En el hombre, las hormonas reproductivas tienen un comportamiento diferente y en el ámbito médico se ha acuñado el término andropausia para analogarlo a la menopausia, el que se ha contextualizado en la disminución de la salud reproductiva masculina asociado a la deficiencia de andrógenos, a la disminución de la fertilidad y de la capacidad eréctil. Hay evidencia que indica que el peso corporal y los factores de estilo de vida influyen en la mantención de la testosterona circulante en hombres de edad. Así, la obesidad se asocia a un envejecimiento reproductivo más marcado.

Uno de los aspectos que se aborda en poblaciones envejecidas como la europea, es la salud sexual en la tercera edad. Si bien, comportamientos sexuales de riesgo son independientes del tramo etario, personas mayores de 50 años no están habituadas al empleo del preservativo, por lo que se ha observado un incremento de las tasas de VIH/SIDA en esta población. Pero, también existen otras preocupaciones en la población de más edad como la lubricación femenina, la capacidad eréctil y la reducción de la intensidad del orgasmo, temas que muchas veces se mantienen tabúes y ocultos, más todavía en sociedades latinas.

La tendencia es a medicalizar el envejecimiento y sus aspectos sexuales y reproductivos. Sin embargo, debemos reflexionar: existe una gran necesidad de desarrollar y difundir información que enfatice que este período es normal, debe vivirse de manera saludable y el empleo de fármacos en el área sólo debe estar dirigido a personas con síntomas graves y prolongados. Se hace necesario generar programas de educación sexual y reproductiva orientados hacia un envejecimiento exitoso de nuestra población adulta mayor.