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Lazos Rosados

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Año a año, cada vez más aparecen durante octubre en distintos lugares del mundo los "lazos rosados". Una señal que nos viene a recordar que cualquiera mujer puede padecer de cáncer de mama, de ahí lo importante que es detectarlo oportunamente.

En la población femenina el cáncer de mama ocupa el primer lugar en incidencia y mortalidad, falleciendo medio millón de mujeres anualmente en el mundo por esta enfermedad. Estas cifras también alcanzan a países sudamericanos. En esta parte del mundo la tasa de mortalidad por cáncer de mama estandarizado es el 13,2 por cada cien mil mujeres.

En nuestro país ha ido aumentando la incidencia de cáncer, lo que seguramente tiene que ver con el aumento de la esperanza de vida al nacer, y actualmente es el cáncer más frecuente en mujeres chilenas, con 40 casos por cada 100.000 mujeres. Ocupa el segundo lugar como causa de muerte, mujer, con una tasa de mortalidad de 11 muertes por 100.000 mujeres.

No existe conocimiento respecto a las causas que producen el cáncer de mama, se sabe que existen algunos factores que aumentan el riesgo de padecer esta enfermedad son los denominados factores de riesgo. En algunos casos, son antecedentes personales de un cáncer de mama previo, historia de una familiar directa con cáncer de mama. También hay otros, entre los cuales destacan el no haber tenido embarazos, que el primer embarazo haya sido después de los 35 años, haber estado expuesto a radiación ionizante, la obesidad, y el consumo excesivo alcohol, entre otros.Los riesgos aumentan en la medida que aumenta la edad de las mujeres, y que la edad promedio es de 60 años

Desde que los lazos rosados se convirtieron en un símbolo internacional de la conciencia del cáncer de mama, los esfuerzos se han centrados en difundir la importancia de la detección oportuna y mejorar la cobertura, con el objeto que todas las mujeres puedan realizar acciones de autocuidado y se practiquen una vez al año una mamografía.

Ojala no nos saquemos el "lazo rosado", y lo podamos mantener durante todo el año, de esa manera lograremos salvar cientos de vidas de mujeres que anualmente mueren a causa de esta enfermedad.

Claudia Hurtado

Coordinadora

Formación Sello

Universidad del

Desarrollo

Remediar el descalabro

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En "Las mil y una noches" (no la exitosa telenovela turca) sino la antología de cuentos, la mayoría de ellos anónimos, que un escriba persa recogió y le dio calidad estética, hay un relato que dice que cuando Dios creó al hombre, la naturaleza y los animales ¡temblaron!

Diversas especies que se extinguen, pese a las advertencias; la caza indiscriminada en que participan, entre otros, conspicuos personajes, las corridas de toro, los rodeos y nuestros humildes quiltros que pululan hambrientos por las ciudades son una demostración elocuente que los animales tenían razón al temer lo que se les venía.

Las lluvias ácidas, la capa de ozono, los bosques del Amazona que desaparecen, la destrucción interesada del suelo, el clima que se modifica, los glaciares que se deshielan, los mares que se contaminan, le dan la razón a la naturaleza para que se estremeciera con la llegada de la especie humana. A la madre tierra la hemos desnaturalizado y sofocado.

Las grandes ciudades, es cierto, ya no se ven invadidas por bárbaros beligerantes ni resultan devastadas por incendios, pero la acechan otros problemas vitales: escasez de agua, crisis de la energía eléctrica disponible, parálisis del tráfico producto de los tacos resultado de los miles de automóviles que circulan por calles estrechas y no aptas, así como de carreteras que por más que se amplíen siguen quedando chicas. Sin contar la enorme cantidad de basura que producimos y que manejamos de la peor manera. Es cuestión de mirar caminos, calles, avenidas, plazas, parques, ahí está la demostración. Pareciera ser parte de nuestra idiosincrasia o de nuestra falta de cultura.

La cultura tiene un poder transformador en hombres y mujeres. ¿Recuerda a los japoneses que en el último Mundial de Fútbol limpiaron los lugares donde se ubicaron para seguir a su equipo y lo dejaron impecable? Un ejemplo de saber vivir y de pensar en los otros.

¿Qué hemos hecho y qué podemos hacer para remediar este descalabro? La toma de conciencia es el primer paso; luego la educación ecológica; el considerar a la naturaleza como la casa de todos y a los animales como nuestros hermanos(a la manera del santo de Asís) de los cuales somos responsables. Es urgente partir por las cosas sencillas y al alcance de todos(as): apagar las luces que no necesitamos, desenchufar los aparatos eléctricos cuando no están en uso, usar ampolletas que ahorran energía, ducharnos corto y usar racionalmente el agua.

Los puntos limpios de las ciudades que ofrecen la posibilidad de reciclar la basura, dividiéndola previamente, en metal, vidrio, papel, desechos orgánicos, y otros residuos, es un avance; la confección de compostaje en los espacios disponibles o en jardines a partir de desechos verdes de cocina y jardín, el cuidar los árboles de la calle en que vivimos, son tareas sencillas que requieren solo voluntad. Y más sencillo aún, sacar la basura ordenadamente, en bolsas cerradas y no lanzarla suelta -insisto-por caminos y calles. Mejor aún si somos capaces de reducir el uso de las bolsas plásticas en las compras, por bolsas de género, como invitan algunas campañas. Las tapas de bebidas, cualquiera que éstas sean, se juntan y reciclan con fines benéficos en hospitales e iglesias, por ejemplo. Confiemos: he visto a niños(as) penquistas dividiendo la basura, bajo la guía de sus padres, y llevándola a puntos limpios. Tal vez no está todo perdido.

Mónica Silva

Andrade

Periodista

Virus Ébola: ¿Amenaza en Sudamérica?

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La alarma epidemiológica por la propagación del virus Ébola en el continente africano es hoy noticia en todo el mundo.

El virus, detectado por primera vez en 1976 en África, parece extender su amenaza fuera de las fronteras de este continente, sin descartar inclusive que llegue a Sudamérica. Aunque Medio Oriente está más expuesto, por su cercanía con el foco epidemiológico, no es posible descartar que el virus llegue a esta parte del mundo, debido a que los contactos y viajes son cada vez más frecuentes.

Aunque las condiciones sanitarias y el sistema de salud chilenos se encuentran a años luz de la mayoría de los países africanos, es importante difundir a la ciudadanía la forma de propagación del virus del Ébola. Una vez que es introducido en la población humana por animales salvajes, se transmite de persona a persona, a través del contacto directo con órganos, sangre, secreciones y otros líquidos corporales de personas infectadas, o por contacto directo con material contaminados por dichos líquidos.

A diferencia de otros virus, no se transmite por vía aérea.

La enfermedad se caracteriza por la aparición súbita de fiebre, debilidad intensa, dolores musculares, de cabeza y de garganta, para luego seguir con vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática, hasta hemorragias internas y externas. Los pacientes son contagiosos mientras el virus esté presente en la sangre y las secreciones, y su periodo de incubación oscila entre 2 y 21 días.

Aunque se están probando alternativas, no hay vacuna ni tratamiento específico contra el virus del Ébola, por lo que los casos graves requieren cuidados intensivos. Los enfermos suelen estar deshidratados y necesitar rehidratación por vía intravenosa u oral con soluciones que contengan electrólitos. Los brotes de enfermedad por el virus del Ébola tienen una tasa de letalidad que puede llegar al 90%.

Toda una amenaza para América Latina, pero que en caso de ocurrir un contagio, se cuentan con condiciones sanitarias favorables para enfrentarlo.

Nelly Baeza

Salubrista U.

Central