Una maldición bíblica
Todo es posible. La enfermera española María Teresa Romero Ramos tenía la experiencia suficiente cuando se ofreció como voluntaria para atender a dos misioneros que llegaron enfermos de ébola.
Al parecer, cometió el error de rozar su cara con un guante usado en el procedimiento. Se convirtió en el primer caso confirmado de contagio en España. "Excalibur", su perro, fue sacrificado por el temor a que estuviera contagiado. El marido de María Teresa y otras organizaciones protestaron por lo que les pareció una reacción excesiva. Más de 390 mil personas firmaron una petición para salvar la vida de la mascota. Pero no hubo caso. En Gabón, según The New York Times, en 2005, se comprobó que los animales domésticos pueden contraer la enfermedad sin mostrar síntoma alguno.
El ánimo, en España y en toda Europa y en el mundo entero, no estaba la semana pasada como para compadecerse de una mascota. La aparición del ébola en la Madre Patria significó un remezón político que llegó a amenazar la supervivencia del gobierno de Mariano Rajoy. De pronto, lo que parecía -egoísta, pero tranquilizadoramente - una plaga propia de los países subdesarrollados del África, se convirtió en una amenaza real para Europa y Norteamérica e incluso otros países como Brasil.
Hasta ahora, se han registrado tres mil 400 muertos y ocho mil infectados con el virus en todo el mundo, pero nadie asegura que no habrá nuevos casos. El Banco Mundial ya estimó para 2015 en 32 mil millones de dólares el costo de la epidemia.
El panorama es aterrador y los precedentes no son buenos. Según un estudio del doctor Sergio González Bombardiere, publicado en Ars Medica, revista de la U. Católica de Chile, hace un siglo la influenza provocó la muerte de entre "40 a 60 millones de personas en todo el mundo, aunque la verdadera cifra nunca se conocerá… A manera de comparación, en la Primera Guerra Mundial murieron aproximadamente nueve millones de soldados en acciones de guerra y unos 15 millones relacionados directamente con los hechos bélicos. Se dice que la influenza en 1918 mató en 24 semanas más gente que el Sida en 24 años y más gente en un año que la peste negra en 100 años durante la Edad Media".
Estos datos explican por qué las autoridades sanitarias chilenas encendieron las alarmas. Se asegura que 29 hospitales públicos están capacitados para tratar posibles casos de ébola, además de algunas clínicas privadas.
Pero ¿serán suficientes? La duda surge porque nunca antes nuestro país se vio enfrentado al desafío de un virus de tan "alta letalidad", como lo calificó el doctor Jaime Burrows, subsecretario de Salud.
En política, las ideas son lo más relevante, aspecto que se traduce en la suma de propuestas que se debaten entre el poder y la sociedad, para dar curso a un gobierno que lleva en su gestión su visión de mundo y convicciones.
Durante años, Chile ha creído en juicios elementales: Respeto por la persona, la libertad, la democracia, el diálogo, el desarrollo privado y el control desde lo público. Eso, en paz social, ha permitido que un país pobre, como el que teníamos hace cuatro o tres décadas, sea hoy un modelo sudamericano, con bemoles, por cierto, pero con más luces que sombras.
Chile se abrió al mundo, salió a competir y ha tenido un éxito que gozamos día a día. A pesar de nuestra lejanía de Estados Unidos, Europa o Asia, allí estamos con nuestros productos y el mundo está aquí con nosotros.
La educación ha mejorado, falta mucho por cierto. En obras públicas, durante los '90 se hicieron avances muy interesantes con las concesiones y la confianza en el privado. Están los aeropuertos, puertos y carreteras que han mejorado nuestra calidad de vida y han servido de espejo para naciones cercanas que, copiando la experiencia nacional, también se vieran beneficiadas.
¿Qué sucede ahora que parece desconfiarse de todo lo que huela a empresa? ¿Es suficiente echar todo por la borda por casos puntuales? En Chile parece que pretenden cambiarse conceptos de fondo, los que precisamente han llevado al país al sitial que ostenta, creando falsos y equivocados dilemas y problemas.
Hoy el lucro es malo, el emprendedor es un acaparador, es mejor un subsidio que el esfuerzo, no hay premio para lo distinto y original, es mejor apuntar al empate; la solución no está en las personas, sino exclusivamente en el Estado.
Discusiones en blanco y negro no le hacen bien a nadie y Chile a ratos cae en eso. Pero lo que es peor, hay una tentación a caer en ideas fáciles que en la práctica llevan a caminos inciertos y errados. Que los triunfos no nos obnubilen, porque las deudas pendientes siguen siendo muchas, particularmente en desigualdad e integración social. Allí hay un acento interesante.
Las ideas se pierden cuando no hay reflexión y planes de largo plazo, cuando no hay conciencia de sí mismo e interés en encontrarse con el otro. Es bueno tenerlo presente.