Desconfianza
"Esta encuesta demuestra un divorcio muy acentuado entre la clase política que nos gobierna y los ciudadanos", ha dicho Claudio Lapostól M., past presidente de la Corporación para la Regionalización del Bío Bío, al dar a conocer los resultados del sondeo que realizó ese organismo, sobre las percepciones que tiene la ciudadanía acerca de la política y la contingencia.
Es evidente que hay un desencanto con la actividad política, que hasta hace un tiempo era mayoritaria sólo en los grupos jóvenes, pero que al parecer se ha extendido a otros niveles. Por ejemplo, quienes pensaron que estableciendo el sistema de inscripción automática en los registros electorales y voto voluntario se resolvería en gran parte el problema, se equivocaron. No ocurrió así en las últimas elecciones.
Los analistas creen que ello se debe al desprestigio de la clase política, a los problemas de gobernabilidad, a las denuncias de corrupción o mal uso de recursos, y a un sistema electoral que si bien potencia fuertes conglomerados, limita la competencia. En estos días, se vive una verdadera guerrilla política. No puede ser que todo lo que piensa o haga el bando contrario sea malo y que no haya nada que rescatar. Por esa vía, sólo se llevará al país a una fuerte polarización, cuestión que sería lamentable. La ciudadanía espera un comportamiento responsable, a la altura del momento y de los desafíos que vive el país. Lamentablemente, hay oídos sordos de sectores importantes y con ello se genera el mejor caldo de cultivo para los populismos.
Por otra parte, la Tercera Encuesta realizada por la Universidad del Desarrollo y El Sur reveló nuevamente que hay una preocupación en la comunidad por la falta de líderes que encabecen el proceso de desarrollo. Tal como se desprende de sondeos anteriores, e incluso de la encuesta de Corbiobío, los personajes más reconocidos son los senadores Jacqueline van Rysselberghe y Alejandro Navarro, a los que ahora se suma en el estudio de UDD-El Sur, el liderazgo del arzobispo Fernando Chomali y del alcalde Álvaro Ortiz.
Parece que más que culpar a las leyes y al sistema, las soluciones van por el camino de que los líderes cambien la forma de hacer política y encanten a la ciudadanía con los temas que ésta quiere que aborden y resuelvan.