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Identidad y uso de redes sociales

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La vida del adolescente se caracteriza por la presencia de avances científicos y tecnológicos, los que a diario impactan la forma en que se desarrolla una de sus tareas relevantes: la construcción de la identidad. Los más importantes son los avances en el entretenimiento electrónico y el uso de las redes sociales. Mucha información se encuentra disponible con relativa facilidad mostrando sus beneficios y los eventuales riesgos para el desarrollo de esta tarea evolutiva. Se piensa que estos instrumentos no son en sí mismos buenos ni malos, pues es más importante la forma en que son usados y sobre todo cuál es el significado que tiene para la mente del adolescente. Esta idea es relevante, pues es lo que debemos comprender para intentar educar y regular el uso de estos medios. En casos, pueden llegar a transformarse en objetivos en sí mismos, pudiendo reemplazar la vida afectiva, es decir, la necesidad de estar junto a otros. Aquello facilita el aislamiento y ensimismamiento.

En época de incertidumbre y desvalimiento, muchos buscan la seguridad personal en lo confortable que resulta mostrar y satisfacer las más variadas necesidades a través de una pantalla. Así, se puede perder de vista a las personas en su conjunto biológico, social y espiritual, llegando incluso hasta la negación del otro, lo que tiene como consecuencia el empobrecimiento de los vínculos.

Psicólogos vinculados con la neurociencia plantean que el desafío de la construcción de la identidad, requiere de actividades que permitan la generación de nuevas redes neuronales. Estas requieren de un contexto sensorial, que no sólo contenga los estímulos provenientes de estas nuevas herramientas tecnológicas, sino también aquellos provenientes de las actividades físicas; lo mismo que de las relaciones amorosas que incluyan caricias y abrazos, de experiencias estéticas y/o espirituales, del estar en contacto con la naturaleza, del uso del humor y de actividades lúdicas, entre otros.

Así podremos favorecer la nutrición emocional y neuronal de los adolescentes a través de un adecuado balance de estímulos sensoriales, sin permitir el predominio de unos en desmedro de otros.

Roberto Sepúlveda,

psicólogo y

académico, USS