Clima de violencia
La Intendencia de la Región del Bío Bío ha decidido querellarse por maltrato de obra a Carabineros, porte ilegal de armas de fuego, daños y atentados sancionados por la ley de Seguridad Interior del Estado, durante los ataques a los policías en Cañete y la toma de la ruta. Se recordará que el viernes quedaron lesionados 5 funcionarios, y otros diez el sábado pasados.
La situación también ha sido de violencia en La Araucanía, con una seguidilla de hechos que han ocurrido en la zona del conflicto mapuche, a partir de la madrugada del 26 de septiembre, cuando fueron quemados cuatro camiones. Hace unos días, un grupo de 10 encapuchados irrumpió en el predio de una constructora en Vilcún para prenderle fuego a tres camiones y dos retroexcavadoras, además de amenazar al cuidador.
Varias comunidades indígenas de la provincia de Arauco y de la Región de La Araucanía están envueltas desde los años 90 en un conflicto con empresas forestales y agrícolas, a las que reclaman la devolución de tierras que consideran parte de sus territorios ancestrales. Siguiendo el camino de hacer presión con medidas de fuerza, se ha llegado a la actual situación, pues la toma de fundos, la quema de cosechas y bosques y el ataque a camiones madereros han dado buenos dividendos en el pasado, como la compra de las propiedades amagadas para serles entregadas.
En esta escalada de declaraciones, lo concreto es que la espiral de violencia se acentúa y que aun con la mayor presencia policial no se ha logrado garantizar el orden. Los sucesivos gobiernos han sido reticentes a utilizar recursos como la legislación antiterrorista, debido a promesas políticas de no aplicar esos instrumentos a los grupos mapuches, lo que ha retardado una acción más eficaz. Tal vez, es momento se revisar ese planteamiento y considerar que hay que tomar medidas más drásticas, antes de que sea tarde.
Debe recordarse que en los inicios de los años '70, cuando se desarrollaron actos de violencia en los campos, con tomas, atentados incendiarios, etc., aparecieron grupos de extrema derecha, con el fin de asumir la justicia por sus propias manos, y para lograr la recuperación de fundos que habían sido tomados por extremistas de izquierda. Es un escenario que nadie quiere que se repita.