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Eutanasia: ¿de qué estamos hablando?

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Ha reaparecido el tema de la eutanasia. Complejo, con aristas éticas y valóricas que cambian en el tiempo por el envejecimiento de la población y una mayor prevalencia de enfermedades degenerativas, por las nuevas tecnologías que pueden mantener a pacientes prácticamente en forma artificial, el empeoramiento de la comunicación médico-paciente-familia y una mayor autonomía de los pacientes frente a las decisiones de salud que les afectan, plasmada en la Ley de Derechos y Deberes.

El concepto de eutanasia o "bien morir" es antiguo. De hecho está prohibida explícitamente en el Juramento Hipocrático: "A nadie daré una droga mortal aun cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin". Ello no implica que las sociedades no deban reflexionar sobre esto y tomar decisiones acordes.

No se conoce bien qué piensa la ciudadanía. En la encuesta Bicentenario de la Universidad Católica/Adimark del año 2012, se señala que el 52% de los consultados afirman que estar a favor de "terminar con la vida de los enfermos incurables es un acto justificable bajo ciertas circunstancias". Asimismo, la Encuesta Nacional de la UDP 2010 plantea que el 70,2% está de acuerdo con la afirmación: "Un enfermo terminal tiene derecho a solicitar su muerte asistida". Sin embargo, la falta de definición de un marco conceptual obliga a investigar el tema con mayor profundidad y especificidad.

La Ley de Derechos y Deberes dedica varios artículos al buen morir, señalando que toda persona tiene derecho a negarse a recibir un tratamiento; lo que supone la entrega de información adecuada y no sesgada por parte del equipo tratante (art. 14). En el art. 16 se dice que informada la persona que su condición es terminal, puede negarse a recibir cualquier tratamiento "que tenga como efecto prolongar artificialmente su vida". Puede solicitar el alta (art. 18), aún contra el consejo de sus tratantes y tiene derecho a los cuidados paliativos que le permitan hacer más soportable los efectos de la enfermedad. Esta es una garantía AUGE.

Al revisar textos de Bioética, la definición actual de eutanasia no es clara, pero el consenso apunta a asimilarla a lo que antes se llamaba "eutanasia activa". Es decir, que un profesional de la salud administre algún medicamento cuyo fin directo sea la muerte del paciente. Esto, para diferenciarlo de "sedación terminal", cuando -buscando el alivio del paciente- se administran dosis elevadas de fármacos que pueden eventualmente causar el fallecimiento; "eutanasia pasiva", que es lo que ya está autorizado y no penalizado mediante la Ley de Derechos y Deberes; o "suicidio asistido", cuando un profesional le entrega al paciente o familiares medicamentos cuya administración producirá la muerte, pero no participa directamente.

De esta manera, se propone que la discusión se base explícitamente en la afirmación: la realización en forma intencional y con conocimiento de un acto con la clara intención de poner término a la vida de otra persona, competente e informada que padece una enfermedad incurable.

La historia obliga a ser muy cautelosos, sobre todo cuando la idea de que hay vidas que no valen la pena ser vividas no se origina en el paciente, sino en terceros, o peor, en el Estado. Se debe recordar con tristeza el programa de eutanasia nazi con 300 mil personas asesinadas por tener una discapacidad física o mental.

Padres del microscopio que ve moléculas ganan el Nobel de Química

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Los estadounidenses Eric Betzig y William E. Moerner y el alemán Stefan W. Hell ganaron ayer el Premio Nobel de Química 2014 "por el desarrollo del microscopio de fluorescencia de superresolución", informó la Real Academia Sueca de Ciencias en Estocolmo.

Según indicó la Academia Nobel en un comunicado, estos científicos "sortearon ingeniosamente" una limitación de la miscroscopía óptica y mejoraron la tecnología para poder ver partículas menores a un tamaño de media longitud de onda.

Durante mucho tiempo, la resolución de la microscopía óptica tenía una limitación natural, por la que no se podían ver estructuras menores a media longitud de onda, equivalente a 200 nanometros, es decir, alrededor del doble del tamaño de un virus.

Con la ayuda de moléculas fluorescentes, Bentzig, Moerner y Hell llevaron "la microscopía óptica a la nanodimensión".

La tecnología desarrollada por los tres investigadores permite estudiar células vivas en su máximo detalle molecular y producir "nuevos conocimientos de enorme beneficio para los seres humanos", dice el comunicado de la Real Academia Sueca de Ciencias.

Gracias a la nanoscopía, "los científicos pueden visualizar los caminos que siguen moléculas individuales en células vivas", añade.

"Pueden ver cómo las moléculas crean sinapsis entre neuronas en el cerebro, pueden monitorear proteínas involucradas en las enfermedades de Parkinson, Alzheimer y Huntington cuando se juntan, pueden seguir proteínas individuales en óvulos fertilizados cuando se dividen formando el embrión", ejemplifica el comunicado de la academia.

"El trabajo de los galardonados hizo posible seguir procesos moleculares en tiempo real", indicó Sven Lidin, presidente del Comité Nobel de Química.

"Esto hasta nos mostró los cambios dinámicos estructurales de neuronas en el cerebro, que ocurren durante los procesos de aprendizaje", indicó. La nueva microscopía "no nos dice sólo dónde, sino también cuándo y cómo".

Hell, ciudadano alemán nacido en Rumania, es director del Instituto Max Planck de Química Biofísica en Gotinga, Alemania. Fue reconocido con el Nobel por desarrollar la microscopía STED (stimulated emission depletion). Esta técnica usa dos rayos láser para obtener imágenes menores a 0,2 micrómetros. Un micrómetro equivale a una millonésima parte de un metro.

Los estadounidenses Betzing, del Instituto Médico Howard Hughes en Virgina, y Moerner, de la Universidad de Stanford, trabajaron por separado en el desarrollo de la microscopía unimolecular. Este método se basa en la posibilidad de encender y apagar la fluorescencia de moléculas individuales.

De esta manera, se pueden tomar diferentes imágenes, que luego se superponen obteniendo "una superimagen densa" con una resolución nanométrica.

Sorprendidos

En una comunicación telefónica con periodistas en la Real Academia Sueca de Ciencias, Hell dijo estar "totalmente sorprendido" por el Nobel. "Me tomó un tiempo asimilarlo", indicó. El especialista explicó que su descubrimiento ayudó a "entender cómo funciona la célula" y a "comprender qué funciona mal si la célula está enferma".

Por su parte, Betzig reaccionó "feliz, pero ante todo sorprendido" al ser informado de que era uno de los ganadores del Premio Nobel de Química. "Estoy como paralizado".

Dijo que nunca había esperado recibir el Nobel. "Creo que todos los científicos se imaginan alguna vez cómo sería eso de estar en Estocolmo. Pero uno no cuenta con ello seriamente. Uno espera cientos de cosas en la vida, pero no esto", indicó.

El galardón está dotado con ocho millones de coronas suecas (US$ 1,1 millones), de los cuales cada uno de los ganadores recibirá un tercio. Será entregado el 10 de diciembre, aniversario de la muerte del creador de los premios, Alfred Nobel, en una gala que se celebrará en Estocolmo.

Pieza histórica

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En varias ocasiones se ha hecho referencia en el diario a un trozo de pared con hermosa balaustrada que se considera de valor histórico por haber sido parte del antiguo Teatro Concepción (Barros Arana entre Tucapel y Orompello), y que ahora está integrada a la fachada del Mall del Centro.

Tiempo atrás creo haber leído en este mismo diario la carta de un lector que afirmaba que esa pared no era parte del antiguo teatro, sino que era parte de la residencia de un doctor Durán.

En un trabajo bibliográfico que realicé sobre la historia del Hospital Clínico "Guillermo Grant Benavente", encontré en el Diario El Sur del 21 de mayo de 1945 (seis días antes de la inauguración del hospital) una lista de médicos que integraban la Asociación de Médicos de Chile (Amech), en la que aparece que el Dr. Durán atiende en Barros Arana 1054, en Rayos X y Radioterapia.

Por otra parte, en el "Libro de la Provincia de Concepción, 1550-1944" (Talleres Gráficos El Imparcial, San Diego 75, 15 de julio 1944), aparece entre otros avisos médicos el siguiente: "Dr. Nicanor Durán- Radioscopias, Radiografías, Radioterapia superficial y profunda para tratamientos de afecciones tumorales. Barros Arana 1054, Fono 798, Concepción."

En reciente conversación con el Dr. Carlos Hinrichs Olivares, él afirma haber conocido al Dr. Nicanor Durán y que ese trozo de pared era de su casa (y estudio), y no del Teatro Concepción.

Aporto otro dato más a tener en cuenta: al frente de esa pared existe una conocida tienda que está ubicada en el N°1055, y por lo tanto también se puede deducir que la casa del frente correspondería entonces al N°1054, es decir, la casa del Dr. Durán.

Sería conveniente solicitar a la Sociedad de Historia de Concepción que nos pueda aclarar definitivamente si está bien considerar esa pared (que de por sí es una hermosa pieza arquitectónica) como recuerdo histórico del para muchos inolvidable Teatro Concepción, o si por el contrario estamos incurriendo en un tremendo error si es que realmente corresponde a la casa y estudio del Dr. Nicanor Durán.