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Aniversario de Concepción

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Concepción está de fiesta. Hoy celebra su aniversario número 464, y lo hace en medio de un ambiente de expectativas con respecto a su futuro. En rigor, la segunda ciudad en importancia del país ha ido perdiendo protagonismo a nivel nacional, sin embargo se palpita el interés de dirigentes, autoridades y principalmente profesionales independientes, pero representantes de diversos ámbitos -arquitectos, académicos, economistas, comunicadores, entre otros- de dejar atrás los lamentos y ponerse a trabajar por una ciudad más próspera, más armoniosa, con una mejor calidad de vida, etcétera. En definitiva, que la ciudad recupere su sitial de importancia e influencia que nunca debió ceder.

En ese sentido, creemos, hay que promover y estimular el optimismo en la comunidad de que vendrán días mejores y que Concepción, más temprano que tarde, solucionará todas aquellas dudas originadas por negligentes gestiones, malas decisiones y la falta de miradas con visión de futuro. Si la autoridad recupera el sentido común, si los profesionales y dirigentes deseosos de participar logran ser integrados en la discusión sobre la ciudad que queremos, seguramente el panorama comenzará a variar positivamente.

Clave será también que las agrupaciones políticas tomen este desafío con menos egoísmo y ambiciones personales y puedan abrir espacios sinceros para que nuevos rostros puedan acceder a instancias participativas. En rigor, que los grupos que se disputan el poder de los partidos adviertan que ya es hora de nuevos actores y nuevas ideas. Esa decisión será fundamental, también, para que la ciudad ingrese a una fase de renovación de liderazgos activos que sean capaces de compartir sus ideas en bien de la ciudad.

Concepción tiene la posibilidad de recuperar todo lo perdido y de reactivar los grandes proyectos que han quedado dormidos por falta de una gestión más activa y desinteresada.

Hay anuncios y proyectos en ejecución que contribuirán, sin duda, a mejorar las condiciones de la ciudad, sin embargo no podemos caer en el conformismo. Hay que exigir más. Hay múltiples necesidades y carencias, y una evidente incertidumbre económica. Concepción merece respuestas y liderazgos que las exijan, con voluntad y convicción, que el nivel central entregue respuestas.

Tonto de promedio

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En un tiempo muy oscuro, cuando había apenas dos canales de televisión en el país, las autoridades de facto también pensaron que sería buena idea obligar a los chilenos a ver eso que llaman 'programación cultural', como si la sapiencia se adquiriera a latigazos.

Hubo aciertos, pero fueron más bien azarosos. Así que, como un castigo semanal, vimos la monumental obra de Carl Sagan, 'Cosmos'. Y otra saga todavía más gigante: 'La vida en la tierra', de Sir David Attenborough, en blanco y negro y con una señal tan deficitaria que no podíamos distinguir si eso que se veía al fondo era una paloma o un elefante.

El intento de culturizar a la fuerza se fue a las pailas cuando los ejecutivos de programación descubrieron que se podía trampear y, bajo una simple excusa, ocupar la 'franja cultural' en cualquier macana. Por lo demás, y escarbando en la definición: toda expresión del hombre es cultura, incluso una película porno. Así que por años nos metieron como cultura esa serie gringa que hoy, al recordarla, nos resulta empalagosa e insoportable: 'La pequeña casa en la pradera'. Claro, era sustancial para los chilenos conocer las costumbres de los norteamericanos del siglo XIX.

Cualquier intento para regular qué deben ver los chilenos en televisión siempre será un fracaso. Y eso es lo que de nuevo estamos presenciando con la normativa que desde este mes obliga a los canales de TV abierta a emitir 'programas culturales' en horarios de alta audiencia, con amenazas de multas infernales a quienes no cumplan el deseo de las autoridades de que seamos más cultos.

El escenario actual es muy distinto, por lo que todavía es menos aconsejable intentar imponer hábitos. Ya no existe la alternativa de dos canales huachos, sino una oferta tan amplia que nos faltarían vidas para siquiera echar una mirada a lo que se halla disponible. La televisión por cable no es un lujo, y desde ahí, si se tiene la voluntad, se puede eludir la constante chabacanería de la TV nacional.

Por lo demás, la gran experiencia del Canal 13C abofetea a los genios y su 'franja cultural': sí es posible transmitir programación de calidad, y de interés, 24 horas al día. Y nadie se despeina ni espera una orden ministerial.

El proyecto de 'franja cultural' es sólo parte de un conjunto de recientes estupideces llevadas adelante por unos brutos que creen que a punta de prohibiciones y en las canillas van a moldear un mejor chileno.

Pero no saben que nosotros, los tontos de promedio, los orgullosos de nuestra ignorancia, no lo permitiremos.