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Accidentes de tránsito

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Tal como lo han señalado las autoridades de Carabineros, el consumo desmedido del alcohol es la principal causa de las tragedias que se producen en esta fecha.

Solamente en el primer día de festividades, el jueves 18, se registraron cuatro personas fallecidas en la Región del Bío Bío, y en todo el país la cifra fatal llegaba a 15.

Los llamados que se han formulado para que los conductores sean responsables en estas celebraciones y entiendan que no es compatible el consumo de bebidas alcohólicas con manejar un vehículo, parece que no han dado todo el efecto deseado.

Los accidentes de tránsito son la cuarta causa de muerte en Chile, después de las enfermedades cardiovasculares, tumores y respiratorias. Y como han señalado los representantes policiales, en muchas de las tragedias que han ocurrido ha estado presente la ingesta de alcohol.

Al inicio de estas largas fiestas se entregaron en las carreteras cartillas donde se daban algunas advertencias sobre los peligros de la ingesta de alcohol para los conductores, especialmente considerando que entró en vigencia la llamada Ley Emilia, que castiga severamente a quienes, estando bebidos, provoquen accidentes, sobre todo dejando a personas lesionadas o fallecidas.

Cierto es que por un tema cultural, ya arraigado en las personas, es casi imposible lograr que no beban en estas fiestas. Pero, al menos, hay que hacerlo con moderación y no conducir en ese caso.

Cuando se puso en marcha de la Ley Tolerancia Cero Alcohol, en el año 2013, se logró que las fatalidades alcanzaran la cifra más baja en los últimos 12 años, tal vez por el temor inicial y el fuerte control, pero luego los conductores se relajaron.

En septiembre es usual que aumenten los accidentes de tránsito. La cantidad de días festivos, la salida de familias hacia otras ciudades y la mayor ingesta de alcohol contribuyen a que se registren lamentables tragedias.

No se trata de satanizar ni destruir la industria nacional del vino, de la cerveza, el pisco y otros alcoholes, sino que hay que entender que el consumo debe ser moderado y que, en todo caso, nadie puede estar bebido al conducir un vehículo.

De ahí que es necesario que en los días que quedan de este largo asueto, se extremen las medidas para resguardar la vida de las personas.

¿Eutanasia?

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Era completamente previsible. Instalada la discusión sobre el aborto -y mucho antes la del divorcio-, el tema de la eutanasia estaba a la vuelta de la esquina. Y así fue. Hace un par de días, el partido socialista anunció que en su próxima Conferencia Nacional de Salud, programada para el 10 de octubre, el tema de la eutanasia comenzaría a ser discutido con el objetivo de permitir su regulación en el país.

Al igual que con el aborto, los argumentos en la eutanasia parten exponiendo casos dramáticos y extremos, que ciertamente sensibilizarían a cualquiera, hasta el punto de encontrar simpatía por lo que se propone.

Es la fórmula planificada y estratégica de los mal llamados grupos 'progresistas' que propician la libertad absoluta de las personas, una autodeterminación ilimitada, que en definitiva busca convertir al hombre en un dios, capaz de decidir la vida y la muerte.

Y es que ya no solo se busca que la mujer tenga la autodeterminación de su cuerpo, tal cual lo han planteado grupos feministas en relación al aborto libre, sino que ahora se busca establecer cómo y cuando acabar con la vida cuando ésta ya no es productiva, cuando estorba o molesta.

¿Exageración? Es lo que dirán algunos para desacreditar estos argumentos, pero la experiencia internacional de los países 'desarrollados' algo dice respecto al discresional uso que a la larga se puede hacer de la eutanasia.

En Bélgica, un tribunal no tuvo otra que acoger la solicitud de eutanasia solicitada por un asesino y violador de un menor, condenado a cadena perpetua, pues padecía de 'angustia psicológica insoportable', por lo que no quería seguir 'sufriendo ese calvario'. En el mismo país, dos gemelos de 45 años sordomudos pidieron la eutanasia tras enterearse de que era muy probable que quedaran ciegos como resultado de un desorden genético, y un homosexual pidió morir tras resultar fallida una operación para cambiarse de sexo.

Vemos, entonces, que lo que se propone como una iniciativa para un 'buen morir', es en realidad un pretexto que solo busca dar garantías legales para terminar con la vida de quien cree que ya no la merece. Lamentablemente el valor de la vida cada vez tiende a ser más relativo, pues para algunos, hay vidas que merecen vivir y otras no, y en esa clasificación, los argumentos dan para todo.

El aborto y la eutanasia apuntan a construir una sociedad que busca la perfección a toda costa, donde se excluyen a los débiles, a los que ya no son útiles, y a los que dejaron de aportar. Una especie de nazismo 2.0 y en pleno siglo XXI.