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Excesos del '18' se pueden mitigar con alimentos ricos en fibra y agua

Por natalia quiero sanz

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No es desconocido que el consumo de alimentos propios de las celebraciones de Fiestas Patrias, muchos de ellos con un alto contenido de grasas, provoca que la ingesta calórica diaria supere al gasto generado y la cantidad recomendada, lo que fácilmente se puede traducir en algunos kilos extra al finalizar el festejo. Así lo han asegurado los expertos, tal como el nutricionista Mauricio Ríos, coordinador de Metabolismo y Composición Corporal de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad del Desarrollo, quien explica que para recuperar el peso anterior a las fiestas hay que generar un balance negativo desde el punto de vista calórico. La ecuación es simple: consumir menos calorías y gastar más energía es igual a volver al peso normal.

Los riesgos y crisis del uso del automóvil familiar

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Muchos padres durante estos días de Fiestas Patrias, podrían tener conversaciones muy difíciles acerca de ceder o compartir el uso del automóvil familiar, para que sus hijos e hijas se movilicen hacia las actividades propias de esta época. Esto culmina, en ocasiones, en un gran conflicto entre padres e hijos, generándose un mal clima familiar.

Revisemos algunos antecedentes que deben ser considerados para comprender estos hechos. En primer lugar, el auto representa un símbolo en la sociedad de consumo, que debe ser poseído y dominado, brindando un refuerzo a la capa de narcisismo propia de esta edad. Los comportamientos riesgosos al volante, especialmente a nivel masculino y que forman parte de la construcción del sí mismo, suelen ser ampliamente valorados por el sujeto y sus acompañantes como signo de virilidad. A modo de ejemplo, las competencias de carreras clandestinas promueven un imaginario social, ya capturado por películas norteamericanas, donde aparecen modelos de identificación, que son capturados por adolescentes que ven, en estas figuras, cómo se puede obtener poder y valoración social.

Es sabido que los jóvenes que se inician en la conducción presentan una alta tasa de siniestros durante su primer año de manejo, siendo superior en más del doble a la tasa de conductores más experimentados.

En segundo lugar, el adolescente pide cada vez de forma más temprana el acceso a este rito de transición, pues es un instrumento de gran valor, ya que permite mostrar la independencia, valor y destreza a los padres. En un principio el auto abre camino hacia un mundo adulto, pero el joven desconoce las responsabilidades y obligaciones que conlleva su uso.

Muchos jóvenes esperan con impaciencia el día en que deben rendir el examen de conducir, algunos inclusive toman a propio riesgo el vehículo de sus familias e intentan demostrar sus destrezas rompiendo las leyes que gobiernan la adquisición de una licencia. Sienten, en ese momento, que están cumpliendo la ley, pero ignoran las restricciones y obligaciones a las cuales se compromete tácitamente cualquier sujeto al momento de recibirla.

Hay que plantear también que el joven es heredero de la educación recibida por sus padres en materia de educación automovilística como en tantas otras situaciones de la vida social. Las modalidades de transmisión parental son innumerables, tanto por su contenido como por su forma, y moldean el carácter del recién iniciado conductor. Se espera que brinden la suficiente fortaleza al joven para que resista la influencia de algunos pares que, en una noche de música y alcohol, pueden llegar a quebrar la voluntad del autocuidado.

Es posible que leyes más castigadoras tengan un efecto sobre la conducta irresponsable de forma inmediata, pero en el caso de los adolescentes y jóvenes que recién se inician, los modelados paternos y, por cierto, la educación orientada hacia el bienestar de la sociedad, pudieran tener efectos en el más largo plazo.