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Paliativos para una grave enfermedad

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Los efectos impensados que ha traído la aplicación del Ranking de Notas (RDN) reflejan la existencia de graves problemas que padece el sistema escolar nacional.

Es sabido que el problema más complejo es la alta segmentación del sistema escolar como consecuencia de la selectividad intelectual (notas) y económica predominantes.

En este contexto, cualquier procedimiento que se invente para corregir las desigualdades sistémicas, como la BEA, el RDN, o el Propedéutico, etc. serán inútiles si no se va al fondo del problema.

Intentar corregir las desigualdades estructurales con procedimientos estadísticos, por ingeniosos que sean, no hacen sino reconocer que existe un problema mayor, una enfermedad, que no se va a resolver con paliativos, por muy bien inspirados que estén.

Tenemos un 'modelo de gestión' del sistema escolar que privilegia el rendimiento académico de los estudiantes, modelo que se sustenta en tres principios de efectividad: a) seleccionar a los estudiantes con los promedios de notas más altos (¿los mejores?), b) corroborar la disponibilidad de ellos para los estudios a través del informe de personalidad (¿inclusión?), y c) disposición de recursos económicos para retener y potenciar a una élite intelectual (¿equidad?).

Con esa 'cohorte', los colegios más exitosos cubren los contenidos curriculares al tercero de EM y dejan cuarto para preparar la PSU.

El problema es para aquellos liceos con baja cobertura curricular, con altas tasas de inasistencia o ausentismo, con escases de recursos pedagógicos y materiales y con un sistema de supervisión al aula, distante e inefectivo.

El sistema escolar requiere soluciones que, aparentemente no interesan a nadie, pues da la impresión que los resultados de aprendizajes se ajustan a las expectativas sociales que existen sobre ellos y que se pueden 'corregir' con medidas meritocráticas que simulan el ejercicio de una sociedad democrática y humanista que tenga en su base el desarrollo integral de la persona humana.

Probablemente el 2015 se introduzcan cambio al ranking de notas, pero el problema seguirá vigente: la desigualdad instalada en la sociedad chilena casi como un estado natural.

Prevenir las muertes de adultos mayores en emergencias

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En las últimas semanas los medios han informado sobre varias muertes de adultos mayores en incendios. En todos los casos, los ancianos no han podido escapar debido a dificultades de desplazamiento, muriendo algunos inclusive junto a sus mascotas.

¿Es posible prevenir este tipo de muertes que, cada tanto, aparecen en la prensa? La respuesta es sí. Existe un Plan de Mitigación y Desastres donde participan organizaciones comunitarias, bomberos y otros que instruye cómo enfrentar estos eventos y qué funciones debe tener cada uno de los integrantes de los Comités de Emergencia para evacuar a personas con limitación de desplazamiento. Pero para que ello funcione es clave la participación de todos.

Es necesaria la ayuda de los vecinos para identificar a personas mayores en su entorno cercano que viven solos o tienen dificultades de desplazamiento, y establecer un sistema de contacto con emergencias para colaborar en su evacuación en caso necesario.

Tarea pendiente es mejorar la coordinación entre los establecimientos de atención primaria y las oficinas comunales del adulto mayor, de modo que éstas conozcan a las personas que, de acuerdo al Examen de Medicina Preventiva del Adulto Mayor, presentan algún nivel de dependencia. Finalmente, el Departamento de Arquitectura del municipio, en conjunto con terapeutas profesionales, puede evaluar la accesibilidad de las viviendas de las personas que presentan movilidad reducida, de manera de modificar el entorno e informar de los programas a los que se puede postular para estos efectos.

El objetivo final es alinear todos los programas sociales que benefician al adulto mayor. Pero para eso necesitamos comunicación, coordinación y participación de todos.

Reforma educacional: una carta de navegación

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La reforma educacional es un proyecto eje para la transformación de Chile. Sin duda alguna su característica principal es la complejidad impuesta por su carácter social, económico, administrativo y, lo más importante por involucrarse íntimamente con el desarrollo del ser humano cuyo proceso es el más largo y complejo entre los seres vivientes.

Esto hace que la educación sea el fenómeno social más complejo que existe. Se podrá argumentar que hay fenómenos científicos de mayor complejidad, así hemos desarrollado la ciencia hasta límites increíbles, lo que nos ha permitido vivir más, viajar al espacio y cambiar nuestro mundo. Sin embargo, el problema más persistente es una calidad insatisfactoria de la educación.

Esta realidad hace que los esfuerzos y medios invertidos en ella a nivel mundial preocupa a todas las naciones, incluso las más exitosas en este campo.

Es la tarea más importante de los que lideran las diversas naciones el deber ineludible es desarrollar a niños, jóvenes y adultos en el campo de los valores, en el desarrollo de sus expectativas y de sus propias capacidades.

Todos los fenómenos expuestos previamente se originan en la familia y luego se organizan en un proceso educativo en escuelas, liceos y en la educación terciaria. En todos ellos la responsabilidad recae en los profesores y los cuerpos directivos. Ellos requieren una infraestructura compleja que va desde la computación, las bibliotecas, salas de clases, gimnasios, laboratorios y otros.

En su desarrollo se mantienen los tres actores principales: familia, directivos y profesores. En la familia se desarrollan los valores de los alumnos, se refuerzan y desarrollan, aún más, en los establecimientos educacionales.

Uno de nuestros problemas más acuciantes es la selección de estos directivos, hace pocos años, para ocupar uno de estos cargos el factor más relevante era la experiencia entendida, en forma muy limitada, a la antigüedad en los cargos. El discurso actual, aunque a veces distante de la realidad, enfatiza la actualización de su formación académica, su capacidad de liderazgo y de formar equipos eficientes. Para ello sus capacidades deben reflejarse en sus profesores, personal y muy especialmente en los alumnos.

Ser creador de equipos docentes, en un sentido amplio de la expresión, debería ser la vara de medida de un directivo eficiente. Ello se logra solo cuando se ama profundamente la profesión y el deseo de ayudar en el desarrollo de las personas 'solo con el gesto y la palabra' como decía Gabriela Mistral.

Mejorar la calidad de la educación requiere un tipo especial de profesor. Su característica más importante debe ser el amor por su profesión y por cada uno de sus alumnos, ya sean niños, jóvenes o adultos. Su labor esencial es hacerlos crecer, tanto en el sentido de concebir un mundo en el que se deben compatibilizar los derechos con los deberes consiguientes y en el cómo ser ciudadanos ejemplares.