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Hegemonía en disputa

Danny Gonzalo Monsálvez Araneda

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Desde que asumió el gobierno de la Nueva Mayoría, la derecha, Iglesia Católica, sectores del mundo empresarial y otrora integrantes de la Concertación han constituido un bloque de oposición y críticas a las reformas que impulsa el Ejecutivo, señalando los efectos negativos que estos cambios pueden tener para el país. Incluso advirtiendo la presencia e influencia (negativa) del pensamiento gramsciano en las reformas que se impulsan. Al punto de señalar que la Nueva Mayoría está 'hegemonizada' por aquellos sectores 'más a la izquierda'.

Teniendo presente que todo proyecto de cambios o transformación se enmarca en una concepción política e ideológica de sociedad y persona, nos preguntamos si estos proyectos que se impulsan y los que vendrán, ¿pueden constituirse -en el largo plazo- en construcción hegemónica?

Al respecto, Ernesto Laclau señaló que toda institución (institucionalismo), no son arreglos o acuerdos formales (neutros) sino la cristalización de las relaciones de fuerza entre los diversos grupos que existen en una sociedad. De ahí, entonces, que a cada formación hegemónica -aquella que se impone por un determinado período histórico- corresponde una cierta organización institucional. En ese sentido, las reformas que se impulsan y que apuntan a establecer en el país una nueva institucionalidad en materia educativa y política tendrían como objetivo instituir una nueva hegemonía, aquella dirección política y cultural de un sector, la cual conlleva una distribución del poder, jerarquía e influencia en la sociedad.

Por lo tanto, a la luz de los acontecimientos parece ser que lo que está en disputa en el fondo es el mantenimiento o transformación de una (nueva) relación de poder y saber. Por un lado, están aquellos sectores que se oponen a los cambios (lo viejo que se resiste a morir), que persisten en defender y reforzar la hegemonía neoliberal y por otro los que bregan por cambiar y construir algo diferente. De ahí entonces -evocando a Gramsci- que el terreno educativo se constituya por estos días en el campo en disputa por excelencia por parte de los diferentes actores y grupos en conflicto.

Qué duda cabe que la educación es el terreno a través del cual logramos dar vida y proyección a ciertas producciones materiales, simbólicas, así como la construcción de sentido, identidad y pertenencia. De ahí la importancia política y cultural de avanzar en una reforma educativa que tenga como objetivo el desarrollo en nuestros jóvenes de un pensamiento autónomo, crítico y cuestionador del actual sistema cultural dominante, el cual ha hegemonizado y homogeneizado nuestra sociedad desde hace ya cuatro décadas.

'A la luz de los acontecimientos parece ser

Menor dinamismo

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El presidente del Banco Central, Rodrigo Vergara, ha dado a conocer ayer ante el Senado el Informe de Política Monetaria, que redujo la proyección de crecimiento del país para 2014, a un rango que oscilará entre 1,75% y 2,25%. Ha señalado que el menor dinamismo de la economía nacional es más pronunciado de lo que se estimaba. Se recordará que en junio el instituto emisor preveía un incremento de entre 2,5 y 3,5%.

Hace unos días, el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, argumentó que está convencido de que es importante aprobar pronto el proyecto de reforma tributaria, para abocarse a la reactivación de la economía y porque 'el acuerdo le da certidumbre y estabilidad a los agentes económicos'.

Citó entonces una evidencia clave para entender la situación económica nacional: la falta de certezas en el marco tributario. No es lo único, pero es muy relevante. Es cierto que el país tenía los signos de letargo en los meses anteriores, pero aquello no explica la caída más pronunciada que hoy se sufre. Las personas y empresas, sin excepción, necesitan estándares a los que sujetarse y criterios mínimos que se cumplirán en el tiempo, con el fin de tomar decisiones de largo plazo.

Las posibilidades de inversión aumentan cuando existe la convicción y seguridad de que las reglas no cambiarán dramáticamente, porque en caso contrario, el riesgo para la inversión aumenta. El ministro dijo que el gobierno ha heredado una economía en desaceleración, pero que se tomarán las medidas para dinamizarla. Ello es cierto, pero no es lo único y los números así lo reflejan. Junto a la caída de la inversión se ha detenido el consumo, hay perspectivas ya reconocidas de menor crecimiento y, en consecuencia, comienzan a perderse empleos.

¿De quién es esa responsabilidad? ¿Del escenario externo? ¿Del gobierno anterior, el actual o de ambos? Llama la atención la forma persistente cómo algunas autoridades eluden responsabilidades, sabiendo que las decisiones y la agenda del gobierno tendrían efecto en la economía. Vale decir, era previsible que las reformas, que pueden ser muy necesarias, provocarían letargos en la medida en que no sabemos con certeza en qué se traducirán.

Construimos mundos con nuestros actos y con nuestros dichos y por ello debemos ser responsables y conscientes de sus efectos. Es lo básico entre personas.

Las personas y empresas, sin excepción, necesitan estándares