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Es una experiencia única en América Latina

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Monseñor Fernando Chomali relata que la Lavandería Industrial 21 surgió al ver que muchos jóvenes con síndrome de Down no tienen posibilidad alguna de trabajar y están todo el día en sus casas sin hacer nada.

'Ello me motivó a ver distintas alternativas para poder ayudarlos efectivamente, tanto a ellos como a sus familias. De allí surgió la idea de realizar una lavandería, dado que es una experiencia que funciona en varias partes del mundo. La escuela de Educación Diferencial de la Universidad Católica de la Santísima Concepción gestionó la selección y capacitación de los jóvenes y el directorio de la fundación se preocupó de llevar adelante el proyecto', cuenta.

'En este momento es una realidad que nos llena de orgullo. Estos jóvenes son muy capaces y tienen mucha claridad en sus responsabilidades. Están contratados, van a recibir un sueldo, se les ha reivindicado en su dignidad. Eso es lo más importante', dice. Agrega que 'hora estamos captando a clientes y esperamos poder tener ropa suficiente para financiarnos. Eso es 700 kilos de ropa diariamente en promedio'.

Chomali explica que todo se ha hecho con aportes de privados que han creído en este proyecto. 'Y no los hemos defraudado', opina. 'Esta experiencia es única en América Latina. Una lavandería con alto nivel tecnológico y con una gran mística. Pero no nos vamos a quedar sentados en los laureles. Queremos llevar la experiencia a otras regiones y también incursionar en otros ámbitos. Los niños con Down y todos aquellos que tienen algún grado de discapacidad, leve o profunda, son el gran tesoro de la sociedad y los tenemos que cuidar', señala.

'El talante de una sociedad se mide en la capacidad que tiene de preocuparse por el otro y descubrir sus capacidades y que son un aporte efectivo a la sociedad. Una comunidad que se olvida de ellos o los posterga es inhumana. Yo no quiero eso para Chile y por ello me empeño tanto en trabajar en las obras que promueven al pobre, al desvalido, al que depende totalmente de otros. Me hace muy feliz contribuir con un grano de arena para tener una sociedad mas justa y mas humana', indica.

El arzobispo penquista, que sueña con expandir esto a otras zonas, cuenta que de Colombia ya lo contactaron para que pudiese explicar la experiencia para replicarla. 'Esta obra es un orgullo para todos los penquistas. Es fuente de trabajo, dignidad y alegría. Los jóvenes y sus familias están felices. Y eso es lo que vale', apunta.

Maite Otondo, jefa de carrera de Educación Diferencial de la Universidad Católica de la S.C., ha trabajado desde el inicio del proyecto y es miembro del directorio de la Fundación Lavandería Industrial 21, que preside el arzobispo de Concepción. 'Hicimos un modelo de inclusión laboral', destaca. Señala que han venido trabajando en todas las líneas: Capacitación de los jóvenes, Inducción de la Familia, Capacitación in situ -lo del momento- , Habilidades blandas y Trabajo en equipo, liderazgo en la cadena de producción.