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El Mandela chileno

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La detención del dirigente de la UDI Felipe Cuevas, en un incidente no aclarado en Venezuela, es motivo para recordar una histórica premisa sin excepciones: la derecha no sabe protestar. No se le da el talento para invocar las más profundas cualidades humanas a fin alborotar la granja y crear símbolos heroicos que sumen voluntades a su sector. Todo les queda mal cuando piden prestado un discurso que no es de ellos, y que les resulta muy ajeno.

En particular, la derecha más derecha pierde el sentido del ridículo si apela a la defensa de los derechos humanos y a la tan manoseada libertad. Esas palabras no cuadran en el historial reciente, le asoma el techo de vidrio.

Necesitan con urgencia un curso de huelga de hambre, de encadenamiento en las rejas de los tribunales de justicia y, lo que es igual de relevante, un cantor popular que con sus letras interprete sus sentimientos. A lo más, podrían agarrarse del viejo conjunto Los De Ramón - cuyos miembros eran afines al sector - y de una estrofa revolucionaria, adelantada a su tiempo: 'Levántate, hombre flojo, sale a pescar, sale a pescar, que la mar está linda navegar, navegar'.

Para peor, el caso de Felipe Cuevas se les chingó en un instante, apenas unas pocas horas en los calabozos del Orinoco cuando, como servicio a la causa, debió haber permanecido meses o años sin comunicación con el exterior: el niño símbolo de la derecha. Me late que la premura del gobierno para intervenir y lograr la libertad del dirigente fue sólo para amagarles el tema y dejarlos callados, con las ganas de salir a marchar a las calles para exigir el fin de la relaciones diplomáticas con Venezuela, por parte baja.

Para la detención de Pinochet en Londres en 1998 fuimos testigos de dos actos vergonzosos e irrisorios. Por un lado, la sentida huelga de hambre del diputado Moreira, que sería hasta las últimas consecuencias y que duró apenas dos días. Es que de verdad se le juntó hambre. Y por otro, el llamado de doña Evelyn a no comprar productos originarios del Reino Unido, un boicot que sin duda les reventaría la economía casi como en una tercera guerra mundial. Adiós al gin . Todo aquello parecía un sketch del programa humorístico 'De chincol a jote'.

Si hubiese estado dos semanas preso, Cuevas pintaba enseguida para candidato presidencial. Pero estuvo de vuelta muy pronto, y no prendió mucho su ensayada cara de martirio en la prensa: 'el Nelson Mandela' chileno, como se burlaron de él en las redes sociales.

La tarea queda pendiente: la derecha más derecha debe cruzar a la vereda de enfrente y contratar una asesoría.