El paso de la infancia a la adolescencia
La llegada de la adolescencia representa un momento en el desarrollo evolutivo en que grandes cambios se manifiestan en los planos psicológico, biológico y social. Es un tiempo en que la niñez comienza una rápida retirada, pudiendo provocar gran inquietud y desorientación.
Muchos padres podrían reconocer casi con certeza el momento en que un niño o niña deja de tener este estatus dentro de la familia. Esto, más que ser otorgado por los padres, es un logro evolutivo, ya que cada adolescente se encarga por distintos medios de hacer ver la necesidad de obtener esta nueva categoría entre quienes lo quieren y validan. A partir de eso, puede sentirse acompañado y seguro de explorar este nuevo mundo que aparece ante sus ojos.
Una de las estrategias en este marco es que muchos jóvenes dan a conocer en este momento sus planteamientos sobre los más diversos temas sociales al interior de sus familias, apreciándose, en muchos casos, una opinión divergente frente a las posturas que los padres tienen respecto de la vida social actual. En ocasiones incluso pueden ser antagónicas, lo que provoca una brecha profunda entre la generación adulta y la adolescente que quiere posicionarse dentro de un nuevo espacio en la dinámica familiar.
Este momento de la vida es comprendido por muchos autores del ámbito de la psicología como aquel en que se pone fin a la ingenuidad. Lo anterior implica que tanto para padres como para adolescentes, el mundo real comienza lentamente a apoderarse de las conversaciones, con todas las penas y alegrías que esto conlleva.
En el mundo mágico de la infancia, los padres suelen ser percibidos con cierta perfección e idealización, lo que permite al niño sentir seguridad y cobijo frente a la dependencia parcial de un adulto. Sin embargo, al aparecer los primeros cambios de la adolescencia éstos progresivamente van siendo desvestidos y reconocidos de forma más concreta, pues el adolescente se da cuenta de las reales capacidades que tienen sus padres para afrontar la vida.
Las leyes paternas pierden, a partir de este momento, su fuerza ordenadora y protectora, siendo cuestionadas en su pertinencia y utilidad dentro del nuevo mundo del adolescente. A raíz de este cambio, la capacidad de aprender a tomar decisiones para evitar y contener las conductas de riesgo como también aprovechar las oportunidades para conocer los talentos y habilidades, marcarán los primeros pasos fuera de la niñez.
El desafío es confiar en que aquello enseñado en la niñez tomará su curso de desarrollo en la adolescencia y, aun cuando no fuese así, este momento es una segunda oportunidad para muchos padres de reencontrar su papel junto a un hijo o hija adolescente, pues aquí -a pesar de los años- también se vuelve a enseñar a caminar, ahora por la vida. Es así que cada adolescente nos recuerda su necesidad constante de repasar viejas materias junto al mundo adulto para seguir adquiriendo nuevos significados y utilidades de aquello entregado durante los primeros años de vida.