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Más jóvenes quieren trabajos de invierno

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Desde hace algunos años, durante las vacaciones de invierno muchos jóvenes deciden regalar parte de sus días de descanso, después de un semestre de estudio, ayudando a 'otros' que más lo necesitan, entregando algún tipo de solución, acompañando, misionando. Deciden durante estos días aportar a la sociedad.

La actitud de estos jóvenes que asumen un compromiso, y por algunos días sacan adelante un trabajo físico, intelectual y a veces espiritual, es digno de destacar. A veces, deben superan dificultades, dejan las comodidades de su hogar y la diversión, y optan por participan de los trabajos de invierno, que distintas organizaciones, instituciones y las universidades organizan para esta época. Se preparan con tiempo, se motivan, se entusiasman y participan. Las razones que llevan a los jóvenes a participar son variadas; algunos buscan sentirse útiles y demostrar que se la pueden, otros quieren vivir la experiencia, en algunos casos quieren aprender o conocer la realidad, en fin lo que realmente importa es que asumen un compromiso y se entregan por completo en beneficio de los que más lo necesitan.

Por todos lados, los trabajos de invierno son un beneficio. En estas actividades, se logra además, desarrollar una serie de cualidades que sirven a los jóvenes para la vida y que tienen que ver con la responsabilidad, con la autonomía, con la capacidad para organizarse, con compartir, tolerar, empatizar. Permite descubrir liderazgos que en algunos casos hasta ese momento no habían sido conocidos.

Para que los trabajos de invierno se puedan desarrollar es fundamental que las organizaciones, instituciones y los directivos de las universidades entiendan la importancia que estas actividades tienen para el desarrollo integral de sus alumnos. Se requiere, en el caso de las universidades, que existan docentes dispuestos a apoyar la iniciativa, otros que organicen las actividades y por supuesto de una comunidad que valore y necesite de la colaboración de estos jóvenes que quieren aportar.

Todos los que han tenido la oportunidad de estar presente en los trabajos de invierno, valoran esta posibilidad y reconocen que ha sido una de las experiencias más gratificantes que han tenido. La mayoría está dispuesto a seguir y muchos descubren en ellos una verdadera vocación de servicio.

Sin duda, un gran aporte el que los jóvenes que participan de los trabajos de invierno desarrollan durante sus vacaciones, sin duda el compromiso y la entrega se hacen presente, sin duda debemos seguir apoyando a estos jóvenes voluntarios que en cada lugar en el que han estado han dejado un recuerdos y, que en la caso de la UDD impregnan nuestro Sello a través de los voluntariados Huella y Sonríe UDD.

Salud mental y desarrollo: ¿hacia dónde vamos?

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Hace un tiempo recuerdo haber escuchado que mientras se vaciaban Iglesias y confesionarios, se llenaban las consultas psiquiátricas. Esa idea llamó profundamente mi atención, no sólo por el rol de contención y apoyo que atribuimos a la fe y la religión, sino también por el aumento sostenido de patologías mentales, quizás consecuencia indeseada de una vida moderna sobre exigida, acelerada y altamente competitiva.

Este parece ser uno de los efectos secundarios de nuestro modelo de desarrollo. Distintas fuentes proponen que Chile es uno de los países de la Ocde con más altas tasas de enfermedades mentales y bajo este prisma, creo que todos conocemos a alguien, tenemos un familiar o amigo que sufre (en el sentido literal del término) algún trastorno como depresión, bipolaridad o adicciones.

En 2002, un estudio reveló que el 36% de la población adulta, mayor de 15 años, tendría un desorden psiquiátrico a lo largo de su vida y de hecho, el suicidio es la segunda causa de muerte entre personas de 20 y 44 años, concentrando casi el 13% de las defunciones y seguida sólo por los accidentes automovilísticos.

Tan importante es el tema que el Auge ha incorporado progresivamente distintas patologías a sus prestaciones. Sin embargo, como apuntan distintos especialistas, la salud mental sigue siendo el pariente pobre del presupuesto general de salud.

Entonces, nos debiéramos preguntar ¿por qué han aumentado las consultas por estos trastornos y qué podemos hacer para frenar la situación? Pues bien, como no soy especialista, las respuestas que se me ocurren están ligadas al sentido común más que otra cosa y apuntan a que quizás debiéramos aprender de la experiencia y sabiduría de nuestros abuelos. Una vida sencilla centrada en lo verdaderamente importante: la familia y los amigos, así como el optimismo y la confianza de nuestra alma trascendente.