El monito mayor
En 2009, Chile declaró ante la Organización de Naciones Unidas que defendía la vida desde la concepción hasta la muerte natural. En enero de este año, ratificó ese compromiso en Suiza a propósito del Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos de la misma entidad. Sin embargo, durante su discurso del 21 de mayo, la Presidenta de la República anunció un proyecto de ley para despenalizar el aborto.
Hace unos días, la misma ONU aprobó una resolución que reconoce a la familia como núcleo fundamental de la sociedad y reafirma su derecho a ser especialmente protegida por el Estado. Resolución que se basa en que a la familia le compete la primordial responsabilidad en el cuidado, educación y forjamiento de la personalidad de los niños.
Lo raro es que, al igual que en la voltereta del aborto, entre los 14 sufragios en contra de la iniciativa figuraba el de Chile, pese a que nuestro país mantiene en el artículo 1 de su Constitución Política que 'la familia es el núcleo fundamental de la sociedad' y que 'es deber del Estado resguardar la seguridad nacional, dar protección a la población y a la familia, propender al fortalecimiento de ésta, promover la integración armónica de todos los sectores de la Nación'.
Unos amigos escarbaron un poco más y creyeron entender el porqué. En el bando que apoyaba la moción estaban Bangladesh, China, Costa de Marfil, Egipto, El Salvador, Mauritania, Marruecos, Namibia, Qatar, Federación Rusa, Sierra Leona, Túnez y Uganda.
Ninguno de ellos un actor internacional muy atractivo como para compartir una 'selfie', menos para este Chile tan progresista en el que vivimos. Y sobre todo si consideramos que entre los que rechazaron la moción se encontraban Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Irlanda, Italia, Austria y Japón; eternos referentes para todo lo que acostumbramos a llamar desarrollo y con los cuales nos encanta jugar a igualar.
Curioso que en este mundo libre que se propicia desde Occidente tengamos la opción formal de decir que sí o que no, pero que finalmente en la práctica nos veamos forzados a rechazar hasta el primer artículo de nuestra legislatura con tal de no quedar mal con el club Ocde, de seguir jugando al monito mayor.
Ojalá que el mero afán de aparentar haya estado en la génesis de tan contradictoria decisión gubernamental, que bien poco escurrió hasta la prensa chilena, dicho sea de paso. Pero si lo que está detrás es un plancillo para banalizar el valor de la familia en la Carta Fundamental y darle en el gusto a unos cuantos de la platea, creo que es hora de hacerse oír.