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Educación y democracia

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No basta tener un gobierno que sea fruto de la elección popular, es decir, democráticamente elegido, para estar en presencia de una sociedad democrática. Las sociedades democráticas son aquellas en que la democracia es una cultura, donde se entiende que el acceso al poder no da 'patente de corso' para salir a conculcar los derechos, las opiniones y las opciones de la minoría.

Las sociedades democráticas son sociedades abiertas, pluralistas, respetuosas de las opciones de las mayorías y de las minorías, las que se entienden se alternan y en consecuencia son siempre transitorias.

En materia educacional estas sociedades generan una gran diversidad de ofertas tanto en el ámbito de la educación privada como de la pública. En ambos sectores, hay colegios con diversos niveles de exigencias académicas y con una gran variedad de otros requerimientos formulados a quienes requieren sus servicios. Es cierto que los colegios del sector público tienen una menor diversidad, pero ello no es sinónimo de una mayor calidad, ni de acentuada vocación democrática.

En las democracias reales se entiende la democracia como una forma de gobierno al servicio de la libertad. Los gobiernos cuidan no conculcar las libertades vigentes y procuran en lo posible expandirlas. Aceptan que los padres puedan elegir el tipo de formación que quieren para sus hijos y que a satisfacer las características de esa demanda concurran las iglesias, sociedades intermedias interesadas o particulares con vocación para prestar ese servicio.

La libertad de enseñanza implica necesariamente la idea de selección, esta no debiera extrañar aun cuando estén involucrados recursos públicos puesto que el estado apoya las distintas opciones y es al propio tiempo actor en el sistema.

En materia de selección de estudiantes, existe en Chile incluso jurisprudencia que la avala. A mediados de 1998, la Corte Suprema falló a favor de un colegio de la Décima Región un recurso de protección interpuesto en su contra por un apoderado que sintió atropellados los derechos de su hijo y los propios como padre, ante la exigencia formulada a los alumnos para que se presenten con el pelo corto y sin aretes cuando concurran a clases. El fallo de la corte puso las cosas en su lugar. Sentó jurisprudencia en una materia de derechos individuales tan importante como es la educación de los hijos. Los colegios pueden explicitar las características de su oferta educacional y las exigencias formuladas a los demandantes de sus servicios. Si algún joven o apoderado no está de acuerdo con una u otra, haciendo uso de sus derechos pueden proceder a formalizar la matrícula en un establecimiento de características distintas.

El fallo no obligaba a nadie a cambiar de apariencia. Impedir formular exigencias como pretendía el recurso de marras, significa privar a una parte de la población de ejercer libremente sus derechos, que en este caso decían relación con los aspectos formales de la formación elegida.

El sistema educativo puede hacer mucho por la democracia respetando el derecho a llevar el pelo como se quiera, a usar aros si se desea, a aceptar como algo normal la existencia de colegios que formulen o no formulen diversas exigencias y que se empeñen en nivelar hacia arriba las obligaciones académicas. En esta materia los colegios de elite marcan el rumbo y aun cuando sea difícil emularlos debe intentarse seguirlos.

El fin de un trabajo hermoso

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Fueron dos años y cinco meses en el sector pesquero artesanal y puchas que aprendí. Supe de recursos bentónicos, pelágicos, de áreas de manejo, de millas y eslora, de cuotas para preservarlos, de fuerza y empeño. Que hay una ley que los rige y llegué precisamente cuando se discutía la nueva Ley de Pesca, documento que pasó a ser 'mi libro de lectura obligada' porque era necesario para desarrollar un buen trabajo en la federación y la confederaciones de sindicatos de pescadores artesanales donde retomé las comunicaciones puras, entretenidas, lindas… pucha que era feliz.

Me apasionó el tema, sus diferencias, dificultades, los conflictos que parten básicamente desde la dirigencia donde las pugnas internas los llevan a autodestruir entidades sólidas, y en las que permanecen, bueno… por las lucas, no por lo que aportan a los sindicatos del sector. Esto me complicó porque existiendo tantas dificultades para la explotación libre de los recursos, hambre, aislamiento, pobreza, sus discusiones eran tan básicas que me generaban un descontento que fue minando mi espíritu siempre emprendedor y positivo… hasta que me cansé.

Llegué a una entidad donde los profesionales compartían ideas y las desarrollaban juntos, aportando cada uno lo mejor de sí. Y cuando nos sorprendía el tiempo para el despacho de un trabajo nos quedábamos hasta que estaba listo, para despacharlo por el medio que se exigía. Era un pulular de ideas y Dios es testigo de que hicimos una cantidad de cosas que sustentaban las dos organizaciones.

Era súper bueno; trabajábamos como en un medio sanito, en el segundo piso, todos concentrados con un líder comunicativo, participativo, empeñoso, directo en sus instrucciones y conociendo el cómo decirte… 'mejor abórdalo por este lado y creo que llegarás a lo que quieres.' Puchas que la embarró el día que se fue, porque él fue el primero en partir y desde ese mismo instante los intereses más básicos y faltos de capacidad intelectual surgieron así como si hubieran estado contenidos... o estaban contenidos porque dieron lugar a un asesinato de imagen concertado impresionante.

Hoy ya no hay profesionales. El segundo piso quedó vacío, sólo con uno que otro recuerdo que dejó como mudo testigo de tiempos mejores, de cada uno de los que partió. Fui la última en irme; quedaron sólo tres de los cinco dirigentes: un presidente, el secretario y el tesorero. ¿Y qué tiene que ver este escenario con los problemas del sector pesquero artesanal? Bueno… nada. O sea, igual que a partir de hace un año dos meses cuando emigró quien sostenía con ideas organizaciones que llegaron a ser relevantes y que hoy mueren. Es una pena.

Vacaciones para aprovechar

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¿Vacaciones, ya? En nuestro país, las vacaciones son el hito esperado con más impaciencia que los resultados futboleros.

Empezamos el año con vacaciones de verano, pasada la efervescencia esperamos los días de Semana Santa, como para echar una canita al aire; luego los sándwich del 1 y 21 de mayo, festividad del Carmen en julio, como aperitivo para las vacaciones de invierno. Viene agosto con la Asunción, septiembre con las Fiestas Patrias: cumbias y guarachas, noviembre y las fiestas de difuntos, diciembre con la Inmaculada Concepción y la Navidad sin niño, pero con Papá Noel. Y nuevamente enero y las vacaciones correspondientes, esto no contando con la dosificación de feriados largos, según se presente la calendarización de las festividades como para trabajar entusiasmados.

A muchos, se nos hace necesario recargar las neuronas, absurdamente ocupadas en querer arreglar el mundo, a otros, en armar equipos de otros equipos, y a otros en reponerse de los viajes, que son, en algunos casos, como un premio a la ineptitud y mediocridad, a ver si viajando se les adhiere algo entre Natura y Salamanca, (así como algo entre Tongoy y Los Vilos); y a los menos, se les ocurrirá alguna gestión para mejorar la propia ciudad, la profesión o simplemente ser mejores personas, teniendo, cómo no, el escaso tiempo suficiente como para hacer un examen, a estas alturas de inconsciencia más que examen de conciencia. O el tiempo para leer, en vez de permanecer apoltronados frente a las cajitas tontitas o inteligentitas, como se les califica en estos tiempos según la relatividad con que se le mire, o realizar el ejercicio de leer con los hijos para colorearles las sinapsis desde pequeños, a ver si a futuro se produce el ansiado cambio que la humanidad en general y Concepción en particular, necesita.

Volver la lectura a los clásicos, o releer la Mitología y sus héroes: el mito de la Caverna de Platón y el conocimiento; el mito de Sísifo y lo absurdo y no estaría mal leer algo de Entropía o segundo principio de la Termodinámica, o sea, aquello de que se tiende a buscar el nivel más estable y finalmente, resulta ser el más caótico, o progresar para destruir: 'Progreso para la destrucción' es el eslogan; donde todo irá para peor y termina arruinándose irremediablemente: el caer en un estado de desorden es una tendencia natural y el hombre, 'dale que dale organillero' en ocupar energías contra esa ley y para mantener un orden que no existe.