La apariencia física influiría en cuánto nos enfermamos
Por Mabel González
Una investigación estadounidense encontró que las personas atractivas son menos propensas a sufrir enfermedades como asma, diabetes, presión arterial alta y tinitus.
Por Mabel González
Una investigación estadounidense encontró que las personas atractivas son menos propensas a sufrir enfermedades como asma, diabetes, presión arterial alta y tinitus.
Ya nos estamos acostumbrando a un diagnóstico económico negativo sobre la Región del Bío Bío. Nuestras tasas de desocupación están 2,4 puntos porcentuales por sobre los promedios nacionales. En el trimestre móvil enero-marzo 2014 nuestra tasa fue de 8,9% y el país presentó un 6,5% (Fuente INE). Perdemos importancia en la contribución al PIB nacional, donde actualmente estamos por debajo del 9% (Fuente Bco. Central), nuestro territorio está explicando el 5,3% de los grandes proyectos de inversión (Sofofa 2012). Todo esto redunda en que nuestras rentas sean menores al promedio nacional y presentemos una mayor tasa de pobreza.
Siendo justos este diagnóstico ya lleva unos 40 años, traspasando los gobiernos de turno. Diversos estudios plantean que nuestra Región crece menos de lo que debería haber crecido y que inclusive nos especializamos en sectores productivos maduros. Frente a este oscuro panorama tenemos dos grandes explicaciones que no son mutuamente excluyentes.
En principio, puede que nuestros mecanismos de medición de la 'pujanza' económica no estén registrando completamente la creación y muerte de empresas más asociadas al capital humano calificado. En fondo, puede que suframos de 'ceguera cognoscitiva' al momento de identificar sectores emergentes e innovadores, información clave para orientar las políticas públicas.
La segunda explicación es algo más compleja. La Región del Bío Bío necesita políticas públicas discrecionales que dinamicen su economía. Los instrumentos horizontales de los que tenemos más de 25 años, donde todos compiten con todos, tienden a favorecer a la Región Metropolitana donde se concentran el capital relacional clave para adjudicarse los proyectos.
Con el tiempo hemos perdido la capacidad para que identificar qué le aportamos al país. Pasamos de ser una economía determinada por la condición de 'frontera de guerra' (1550-1830), a una donde el eje estuvo en la exportación de cereales dando origen a un conjunto de ciudades y sociedades comerciales (1830-1930). Durante el modelo desarrollista (1930-1073) fuimos un proyecto de polo industrial alrededor del complejo siderúrgico y petroquímico. Posteriormente, experimentamos una reestructuración productiva (posterior al 1973) lo que implicó la decadencia de la industria de consumo interno (loza, textil) y el surgimiento de la industria exportadora (forestal y pesquera).
Como Región necesitamos abrir un nuevo ciclo socio-productivo. Este proceso va estar lejos del modelo del Estado Desarrollista. Se necesita de políticas públicas que realicen apuestas focales en el desarrollo de emprendimiento de base tecnológica, en potenciar la economía urbana, generando condiciones sobre las ciudades, en dotar de una infraestructura estratégica para facilitar la localización de nuevos negocios de mayor valor.
¿Cuál será la contribución de la Región del Bío Bío al desarrollo del país en unos cincuenta años más? Estamos en el momento preciso para construir juntos la respuesta.