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'Si no sana hoy, sanará mañana'

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¿Recuerdan esas palabras mágicas que decían 'sana, sana colita de rana si no sana hoy, sanará mañana'? Con certeza que sí. Es posible que aquellas frases no tuviesen ni una base científica, sin embargo, escucharlas y sentir ese acogedor masaje de la madre o de una tierna abuelita eran suficientes para hacer desaparecer cómo un milagro ese pequeño golpecito de la vida.

Cuando somos adultos y sentimos una profunda pena que nos aflige ya no nos auto consolamos con esas palabras mágicas, no porque hayan perdido poder, sino porque nosotros nos volvimos excesivamente maduros pensando que todos los problemas se resuelven desde la intelectualización y bajo el criterio de la inmediatez, olvidando que la esencia de la resolución de conflicto implica el 'saber esperar, dejar que las aguas se clamen, darse un tiempo para reflexionar, aprender a ver en perspectiva los hechos y los elementos accesorios del problema.

El creer que 'el mañana será otro día' hoy se minimiza por completo motivado por el impulso a resolver todo para hoy, apoyado desde la lógica y del miedo a ver el origen del problema. Desde ese punto de vista las reconciliaciones se vuelven rápidas, los perdones irreflexivos, los duelos exprés y el futuro aun peor.

Permítase activar el pensamiento mágico de cuando aún era un niño, tal vez hoy no va a estar la abuelita o la mamá cerca para sobar esa heridita del corazón, sin embargo usted puede contenerse con cariño, respeto y amor personal pensando que mañana será otro día.

No se trata de que con un 'sana sana' va a disminuir todo el dolor por el quiebre, pero si usted deja que el factor sorpresa ingrese a su vida, con el paso de las horas todo será más calmo.

Ninguna emoción es permanente y, así como existe el día,

también está la noche, momentos de alegría y otros de tristeza. Aceptarlos como parte de la vida es la clave, sin dejar de soñar que al amanecer todo puede ser mejor.