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La pasión del fútbol

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Durante estos días hemos apreciado la fuerza del Mundial de Fútbol Brasil 2014. Así también ha sido con las ediciones anteriores, aunque ahora resulta evidente que participar en esta justa hace aún más interesante y atractiva la competición.

El fútbol tiene atisbos de curiosidad, incluyendo a este evento que une al mundo, a pesar de que la reunión es para competir y elegir a un solo ganador.

El balompié, tan vilipendiado por algunos, es sin duda, uno de los grandes fenómenos de la cultura moderna. Los comentarios desfilan desde el desdén, por ejemplo, con el gran Jorge Luis Borges, hasta la pasión de Albert Camus, lo que da cuenta de los variados sentimientos provocados.

Pero es evidente que no se entiende el mundo de hoy, soslayando al deporte más popular del planeta.

Y esto se explica tanto por los resultados y oferta de las principales ligas, donde los ejemplos abundan. Basta mirar en las calles y a miles de niños a lo largo de todo el orbe con camisetas de sus ídolos: Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y los nuestros como Alexis Sánchez o Arturo Vidal. De allí, la importancia que éstos también sean modelos de conducta porque son referentes para los más pequeños.

El éxito del fútbol está en eso -sin duda una gran maquinaria de marketing- como en la facilidad para practicarlo, en cualquier cancha, o incluso en las calles o cualquier espacio. El fútbol y sus reglas básicas han consolidado su éxito en los cinco continentes y son capaces de provocar identidad con los equipos de barrio, de ciudad y, mucho más con las selecciones.

Difícil será olvidar, por ejemplo, a la Selección Chilena cantando junto a miles de compatriotas en el estadio de Cuiabá la Canción Nacional. ¿Cuántas otras situaciones generan ese sentido de unidad en nuestro país?

Sin duda, muy pocas. Tal vez la Teletón y las tragedias naturales que cada cierto tiempo nos golpean.

El fútbol provoca eso y muchas cosas más, pero ante todo, la sensación de gozar con la belleza de un gol, o una jugada, sea quien fuere el ejecutante. La magia del fútbol está en esas cosas simples, en las que nos reconocemos como humanos, lúdicos, soñadores y con infinitos deseos de ganar.