Secciones

Médicos extranjeros, ¿por qué no darles una oportunidad?

E-mail Compartir

La situación de los médicos extranjeros que trabajan en diversos centros de salud en nuestro país, sin haber rendido o aprobado el Eunacom, demuestra una vez más que, cuando en nuestra sociedad las cosas se hacen mal, terminan mal.

Hasta hace unos años, los médicos extranjeros que ingresaban al país para trabajar como tales, se separaban en dos grupos de vías y oportunidades opuestas: los que sólo debían visar su título en el Ministerio de Relaciones Exteriores y los que debían someterse a exámenes de reválida.

Por supuesto que este último grupo era el que debía ser examinado con la estrictez que se aplica a nuestros propios alumnos de los últimos años de la carrera.

Con la promulgación de la Ley 20.261 se pretendió terminar con estas dos realidades y someter a todos los médicos extranjeros -o chilenos con estudios fuera de nuestro país- a la misma prueba de conocimientos que se realiza para los egresados de las universidades chilenas. Como estos médicos no tienen prácticas profesionales supervisadas (Internados), también deben someterse a exámenes prácticos en las cuatro grandes disciplinas de la Medicina.

Sin embargo, debemos aceptar que ambas exigencias parecen poco igualitarias para estos profesionales, y los resultados de reprobaciones en más de dos tercios, así lo confirman. Ante este panorama, me pregunto: ¿están tan mal formados estos profesionales como se pretende afirmar? ¿Qué pasaría con nuestros egresados si se fueran al extranjero y los sometieran a exámenes similares?

Estoy convencido que la migración de profesionales de la Salud desde y hacia Chile se incrementará a corto y mediano plazo. Si es así y si además no existen fuertes incentivos (no sólo me refiero a la mejora de sueldos acorde al desempeño, sino que también a las expectativas de desarrollo de sus competencias en medios generalmente carenciados de equipos tecnológicos de punta) para que los titulados chilenos trabajen en la atención primaria - sabemos de la falta de personal en consultorios y qué decir en localidades rurales- , ¿para qué cerrarse a esta realidad en el Chile de hoy?

Creo que es más honesto y conveniente aceptar que requerimos de ellos, y otorgarles la oportunidad de prepararse al interior de las escuelas de Medicina, permitiéndoles pasantías de al menos un mes por disciplina a rendir.

De esa forma, tendríamos una posición más equitativa y justa hacia estos médicos que, por cierto, no han encontrado en nuestras leyes 'cómo quieren en Chile, al amigo cuando es forastero'.

Reforma Educacional: luces y sombras

E-mail Compartir

El anuncio de poner fin al lucro, selección y copago representa un razonable giro en el deber del Estado de garantizar educación de calidad a todos sus ciudadanos, en contra de quienes creen que todo lo resuelve el mercado.

Pretender alcanzar el pleno desarrollo pasa por asegurar a todos el acceso a una educación de calidad. Impedir o dificultar que una persona alcance la plenitud de su desarrollo, es negar su derecho a ser más persona, más humana, más libre.

Si queremos que una parte de los chilenos vivan como 'esclavos' o manipulados en su conciencia, entonces dejemos todo igual, pues hoy la segmentación educacional (la mayor del mundo), no solo establece diferencias en la calidad de la educación recibida (según ingreso familiar), sino que aumenta las brechas sociales que tanto mal nos ha hecho al quitarle al Estado su deber.

Eliminar el lucro es poner fin a que personas naturales o jurídicas obtengan ganancias por colaborar con el Estado. Sin embargo, cabe la pregunta: ¿ese principio se universaliza o se aplica exclusivamente a los establecimientos subvencionados? ¿Qué sentido tiene plantear gratuidad de la educación si ella excluirá a una parte de este país?, ¿Es que el principio de integración educacional se aplicará sólo para tres o cuatro quintiles de la población?, ¿Es coherente aquello con el principio de igualdad?

La educación o es un bien moral (derecho natural) o es un bien de consumo (mercado), no puede ser ambas cosas a la vez. La educación es una obligación del Estado, para todos, sin excepción. Y quienes colaboran, lo harán por caridad o filantropía, no por plata.

Eliminar la selección implica que las familias elegirán según el PEI: ¿Si la subvención es diferenciada, cuál será el criterio que prevalecerá en la matricula?, Si los niños y jóvenes de este país son iguales, por qué entonces se los valoriza económicamente según su origen social?

El proyecto de ley parece que mantendrá la lógica del mercado: del financiamiento por asistencia a uno por vulnerabilidad. ¿Es esto un cambio sustancial?

Eliminar el copago significa que los padres no destinarán ni un peso de su ingreso a la educación de sus hijos, ni se endeudarán de por vida por la educación. Terminar con el copago es hacer posible el principio de gratuidad universal de la educación, no segmentada con asignaciones de gratuidad diferenciadas: ¿Si se va a financiar con recursos estatales provenientes del IVA y de algunos bienes de consumo grabados, entonces, por qué la seguirán financiando las personas sin privilegios tributarios? ¿Por qué no se financia con los recursos provenientes de las materias primas exportadas?

Me parece necesario aclarar algunas sombras que emergen de las iniciativas conocidas, pues mantienen la lógica del mercado haciendo pequeñas correcciones, sin restituir el rol que el Estado abandonó hace 40 años.