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Una serie que realmente le dio un giro a los zombies

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Uno de los aspectos interesantes de 'In the flesh' es su procedencia. Se agradece que el origen de esta serie, que reinventa a los zombies, sea Inglaterra.

O sea, el relato va por la vereda del frente. Si en EE.UU. los muertos vivos son sinónimo de ataques físicos de características explícitas -el rojo de la sangre se desparrama entre los miembros putrefactos del caminante- en el continente europeo sufren por su condición de tal. Es en la existencia (y lo existencialista) de estos personajes, su diario vivir, donde está enfocada la serie de BBC Tres puesta en pantalla en marzo del 2013 (hasta hoy suma dos temporadas y 9 capítulos en tierras británicas).

La señal argentina Isat, que ya nos había sorprendido con la miniserie 'Dead set' (2012); esta medianoche proyecta la segunda entrega de la producción creada por Dominic Mitchell.

UNA HISTORIA FAMILIAR

En el imaginario audiovisual inglés -digamos desde el Free Cinema en los años 60- que la cuestión social y familiar ha marcado la pauta en cuanto a contenidos. El género, entonces, funciona como excusa, para develar las condiciones y disfuncionalidad de los personajes en un medio que, generalmente, le es adverso.

Lo anterior no está ajeno en la 'vida' de Kieren Walker, un adolescente que es parte de un grupo de gente, que vuelve a la vida convertido en un zombie.

Sin embargo, el 'carácter' violento e insaciable propio de los hijos directos de George A. Romero ('La noche de los muertos vivientes', 1968) recibe tratamiento por parte del gobierno. De este modo, ellos pueden volver a la sociabilidad del marco familiar en el pueblo de Roarton.

El control logrado con Kieren lo hace paciente aventajado del Síndrome del Parcialmente Muerto. El tratamiento le permite estar con los humanos sin sentir deseos de atacar. Entiende que su condición no es la ideal, aunque es a lo mejor que puede optar antes de 'vivir' como un zombie de verdad. Habla, dialoga y razona. Aparentemente, también siente. Por eso le cuesta enfrentar a su familia, padres y hermana. Serán ellos, finalmente, quienes deban asumir sus miedos y prejuicios apocalípticos. Les costará entender el estado de su pariente.

El director Jonny Campbell construye un discurso sólido. Lo hace a partir de diálogos y situaciones cotidianas, que se proyectan como más decidoras que sólo matar al zombie.

Así, van apareciendo los prejuicios y miedos de la propia familia -los padres enfrentando la condición de su hijo- pretendiendo cobijar nuevamente al retornado. También van a lidiar con un grupo anti Parcialmente Muertos que tratan de exterminarlos. A éste pertenece Jemima Walker, hermana de Keiren, joven de una fría mentalidad racista. Ella es víctima de un lavado de cerebro en una comunidad, donde los infiernos suelen ser grandes. Allí los sentimientos buscan el equilibrio, tratando de sobrellevar dignamente su espíritu romántico, por cuanto sufre por su condición. Ambos bandos suman su propio karma. Los arrepentimientos no dejan de volver y reaparecer en los habitantes de una comunidad que le cuesta entender su realidad.

En este punto está el gran hallazgo de 'In the flesh'. Más allá de poner al zombie como espejo de una sociedad insaciable en muchos aspectos, en los cuales se funda la filosofía de estos personajes; acá son los vivos/ muertos quienes parecen más racionales en un ambiente enrarecido por la estupidez humana.

Por eso es que, gracias a los recién mencionado, esta serie gana aplausos. Convierte las tensiones externas -el acoso y el terror- en internas (psicológicas), a veces más complicadas de resolver.

capítulos suma las dos temporadas que puso al aire la cadena de

'In the flesh'