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Doctrina social de la Iglesia y educación

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La doctrina social de la Iglesia es el conjunto de directrices que la Iglesia hace para ser aplicadas en el campo social, político, económico y cultural de una comunidad. Tiene su origen en el mismo ejemplo de vida y enseñanza de Jesucristo, y se sostiene sobre el pilar fundamental que es la dignidad de la persona humana; entre sus principios se encuentran el bien común, la solidaridad y la subsidiaridad.

En un esquema piramidal, en el que situamos al Estado en su vértice superior y la familia en su base inferior -que, como tal, sostiene toda la organización social-, la subsidiaridad implica que se debe propender a que las iniciativas, proyectos y decisiones queden en los niveles más bajos de la pirámide no siendo absorbidos por grupos sociales mayores ni menos por el Estado. Esto es, que se privilegie la creatividad y genio humano.

En el caso de la educación, siendo los padres los primeros formadores de los hijos, tienen el derecho de elegir aquellos establecimientos que mejor se acomoden a sus criterios educacionales -incluido el derecho de erigirlos de acuerdo a la ley-, y el deber de comprometerse en dicho proceso. Existiendo hoy, en Chile, colegios de excelencia del tipo particular/subvencionado, muchos de los cuales corresponden a los llamados 'colegios de Iglesia', donde los padres tienen algún nivel de influencia y participación, resulta atentatorio contra el derecho señalado la decisión de terminar con esta clase de estructuras educacionales. La preocupación no es exagerada: según el debate actual, en diez años el Estado habrá adquirido todos los colegios subvencionados -que no sean corporaciones o fundaciones- y, por tanto, él podrá tener injerencia en los proyectos educativos de estos establecimientos, regulando sus planes y programas a realizar, y los textos a utilizar.

Se admita o no, se está en vías de una estatización de la educación.

Patricia Vildósola Cincinnati

El aborto: consentido o ¿sin sentido?

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Simplificando el concepto hegeliano de Zeitgeist o espíritu de la época, que da cuenta de las características de una progresión sociocultural de los grupos humanos, podemos afectadamente deducir que asistimos a un tiempo en que los conceptos se han tergiversado tanto (y como para colocarse a la altura de la época que se asoma) que lo absurdo pasa por lógico. Entonces, a estas alturas aflora en mi caso un inevitable descolocamiento.

Al parecer, no siempre hemos sido humanos, si se considera que un embrión sólo es humano a partir de los 3 meses de gestación y otros incluso, al nacer. Antes de eso, al menos en el lapso de esos tres meses ¿qué fuimos todos nosotros, entonces? ¿Una ET, o una semilla de baobab, o un embrión de chupacabras? Mi duda existencial, ahora gravita en descubrir qué he sido antes de tornarme, milagrosamente o sólo por arte de magia, en un ser humano. ¡Qué complejidad!

Nuestras madres, abuelas, bisabuelas, tatarabuelas y choznas, de alguna manera se las arreglaron, no sin dolores, dentro del espíritu de sus tiempos, sin píldoras del día anterior, del día después o del día del medio. ¿Cómo, entonces, existiendo en la actualidad tanta manera de prevenir embarazos no deseados, no se previenen y se evitan esa violentación de llegar a tales extremos y someterse a abortos clandestinos exponiendo la vida?

El actual espíritu pretende engullirnos como un derecho, el deseo de las mujeres de deshacerse del embrión que no les parece y lo más probable es que, como están haciendo nata para conseguirlo, lo consigan como quien va a extraerse una muela, un furúnculo, un juanete, un quiste o un apéndice, producto de una vida sexual a rienda suelta. La cosa es eliminar como sea el estorbo acusete de esa vida sexual sin voluntad, a veces precozmente iniciada y por adolescentes, que son las únicas que actualmente continúan con la vida. El resto están ocupadísimas en realizarse profesionalmente, para luego adoptar los mismos apéndices acusetes de las más jóvenes, que han tenido la mala fortuna de continuar con un embarazo.

Así como vamos, pronto seremos portadores del antiguo espíritu espartano, o del más cercano espíritu nazi: Sólo humanos bien formados, carentes de taras ,deformaciones, nada de down's, sólo hombres bellos e inteligentes, olvidándonos que los atenienses nos legaron, y sólo por nombrar alguno, un Homero, que en la otra cultura no habría sobrevivido, habría sido desechado por ciego. O actualmente a un Stephen Hawking, con la latencia de una enfermedad motoneural, o sea, con una esclerosis lateral amiotrófica, no le dejarían nacer en ese futuro que nos espera, porque según las mentes brillantes de esta época, el aborto no es un asesinato, es un derecho humano y es mi vida. ¿Ya?

¡Mujeres del mundo, pataleen, legislen, aprueben pronto por el derecho a no menstruar. Por favor, no ven que es tan molesto, todos los meses y por tantos años.

Violeta

Hundimiento del submarino 'Rucumilla'

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En brillante maniobra naval, que concitó el interés de la prensa mundial, fue rescatado desde el fondo del mar el submarino H-3 'Rucumilla' de la Armada de Chile, que se hundió a las 10.00 horas del 2 de junio de 1919 en la bahía de Concepción, a 18 metros de profundidad.

Entonces, el accidente fue advertido por el comandante de la Torpedera 'Guardiamarina Contreras' teniente 1º Enrique Errázuriz, que acompañaba al submarinos en ejercicios planificados por el mando naval.

Inmediatamente se dieron las alarmas correspondientes y se señaló el lugar del accidente con una boya.

A los veinte minutos salían del Arsenal Naval de Talcahuano los elementos de salvamento a cargo del capitán de corbeta Enrique Sproeder, consistente en una grúa de 30 toneladas con los elementos necesarios para el rescate.

Poco después salía otra de 60 toneladas, y horas más tarde, una de 180 toneladas que se hallaba en mantenimiento y se armó rápidamente. Luego se recorrió el casco y se conoció la posición del submarino- en el fondo del mar.

Con las grúas de 30 y 60 toneladas se pasaron estrobos de cadena por debajo del submarino y a las 12.30 horas se izó de ellos, fallando una de las pernadas en el momento mismo en que el caperol del buque afloraba a la superficie.

Por seguridad, se suspendió la maniobra a la espera de la llegada de la grúa de 180 toneladas. A las 14.30 horas las tres grúas comenzaron a virar levantando de nuevo la proa del submarino, hasta que afloró la escotilla, del departamento de proa, lo que sucedió a las 17.00 horas.

Luego de un lapso de mucho suspenso y nerviosismo se abrió la escotilla, saliendo dos tripulantes semiasfixiados que se encontraban en mal estado y se les había concedido el privilegio de salir primero.

El resto de los tripulantes fue saliendo en forma sucesiva siendo auxiliados por médicos que habían acudido al lugar.

El último tripulante en abandonar el barco fue su comandante, el capitán de corbeta Arístides del Solar, quien en el momento de aparecer en cubierta se sacó su gorra y gritó emocionado ¡Viva Chile!

Manuel Chamorro Moreno