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Funcionarios mejoran el servicio

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Una actividad enfocada en entregar una atención de mayor nivel es el que se realizó en el Centro de Salud Familiar (Cesfam) Los Volcanes de Chillán, donde se realizó la 'II Jornadas de Calidad y Seguridad del paciente'.

En la capacitación, en que participó la totalidad de los funcionarios del recinto de salud, se dio a conocer temas como lo referido a la dignidad del paciente, a través de la nueva ley de derechos y deberes, gestión de reclamos y convenios docentes asistenciales, así como también en el ámbitos de gestión clínica, seguridad del equipamiento y de las instalaciones y los procesos de certificación del recurso humano que trabaja en el Cesfam.

Leyla Jadúa, directora del centro, explicó que todos los recintos de salud pública y privada del país tendrán que someterse al proceso de acreditación por parte de la Superintendencia de Salud.

'Es por esto que ya hace un par de años los establecimientos se han preparado y especializado para poder optar a este reconocimiento como institución frente a los pacientes', añadió.

Rol de la familia en el desarrollo moral de los adolescentes

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El desarrollo moral es uno de los aspectos con el que nos enfrentamos a diario en nuestras interacciones, en la televisión y en otros medios. Hace referencia, en términos generales, al conjunto de pensamientos, sentimientos y comportamientos relacionados con los criterios del bien y del mal.

La adolescencia es un período importante para la adquisición de una moral sana, es decir, que permita la adaptación saludable a una mayor cantidad y diversidad de contextos sociales, como también refleje los aprendizajes entregados por las familias y sus contextos educativos.

Nuestros niños y niñas que abandonan cada fin de año los centros de enseñanza primaria, entran progresivamente en contacto con una mayor diversidad social y cultural, pudiendo lentamente percibir de forma más nítida las contradicciones entre los conceptos morales que antes habían aceptado y las formas que otros tienen de valorar y apreciar los distintos escenarios de la vida social.

Muchos adolescentes acaban reconociendo que sus creencias y sus sistemas de valores no son más que uno de los muchos posibles y que existe una inacabada discusión sobre lo que está bien o mal.

Este contraste es necesario para permitir un cuestionamiento que facilite, al final de la adolescencia, una opinión frente a los hechos de la vida; y permita la construcción de un lugar para este sujeto dentro de la realidad social. De esta forma, durante estos años de tránsito, podemos esperar que la conducta de un adolescente pase, de estar controlada externamente, a estarlo ahora por principios y criterios internos.

Existen numerosas influencias documentadas por la investigación psicológica para explicar la forma en que se desarrolla la moral. Destacan, entre otras, el desarrollo cognitivo, la relación con los iguales y la oportunidad de poder adoptar lentamente roles sociales que impliquen mayor toma de decisiones. En todos estos, el factor común radica en la forma en que se dan las interacciones sociales, es decir, la forma en que conversamos y sobre todo lo que conversamos. Se sabe que el desarrollo moral de los hijos e hijas está relacionado de forma directa con el estilo de crianza de los padres. Así, relaciones familiares que permitan la posibilidad de contrastar puntos de vista sobre las más diversas cuestiones sociales que impliquen una evaluación moral, favorecen la adquisición de un punto de vista propio y, por lo tanto, facilitan la construcción de reguladores internos del comportamiento social.

Los temas a conversar, que colaboran en este desarrollo, se refieren a la forma en que los jóvenes ven la vida en sociedad, la manera de desarrollar la vida laboral, las normas y roles sociales que regulan la conducta tanto de hombres y mujeres, la sexualidad y sus manifestaciones, entre otros.

La invitación es a convertirse en agentes de cooperación para que estos intercambios se den al interior de las familias y favorecer la tolerancia y la capacidad de incluir todas las opiniones.

Secundarios ponen manos a la obra en Tacahuano

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Son más de 7 mil familias en la Región del Bío Bío las que actualmente viven en situación de campamento.

Sin embargo, un porcentaje de ellas está recibiendo el apoyo de los alumnos de tercero medio del Colegio San Ignacio, quienes participan del proyecto Mateo 25, instancia liderada por Techo-Chile (antes Un Techo para Chile).

En esta ocasión los beneficiados serán las familias de los campamentos de Las Algas, La Unión y Coliumo Alto, cuyas viviendas este año podrán sobrevivir a las lluvias e inclemencias invernales gracias a las reparaciones que los jóvenes están realizando.

Es mediante esta acción que los estudiantes secundarios comprometidos con la ayuda a quienes más lo necesitan tendrán la posibilidad de solidarizar y poner en acción el llamado a servir.

Asimismo, los jóvenes se enfrentarán a nuevas realidades, pudiendo conocerlas de cerca e interactuando con sus protagonistas.

HACIA UNA MEJOR SOCIEDAD

Sobre esta actividad, que comenzó el miércoles, el rector del Colegio San Ignacio de Concepción, Rodrigo Sepúlveda, consideró que se trata de 'una experiencia vital del proceso de formación de los alumnos de nuestro colegio, donde particularmente ellos puedan ver y estar con sus hermanos, con las personas que sufren necesidades'.

En tanto, el director regional de Techo-Chile, Carlos Jaramillo, enfatizó en la importancia del desarrollar este tipo de trabajo conjunto.

'Esta es una excelente oportunidad para que los jóvenes conozcan la cruda realidad que viven miles de familias en los 153 campamentos de la Región'.

Según agregó Jaramillo, el aporte de los secundarios en su labor de reparación de viviendas es unos de los pasos para ayudar a quienes están necesitando con urgencia esta colaboración.

'Es en la acción conjunta entre pobladores y voluntarios que lograremos construir una sociedad más justa y sin pobreza', agregó Jaramillo.