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"Las regiones cantan" tiene claro que esto es un show

Cristián Mason hizo de las lágrimas un tema en el segundo capítulo del estelar realizado por TVU.

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Hay que empezar a hilar más fino en "Las regiones cantan", sobre todo ahora, cuando los detalles técnicos -aún hay- se vieron superados respecto al debut del 4 de mayo en las pantallas de TVU. Sin duda, el segundo de sus 10 capítulos mostró una puesta en pantalla algo más cuidada. Esto, en relación a la batería de planos y movimientos de cámara con los que cuenta Cristián Mason, en un espacio tan particular como El Domo del casino Marina del Sol.

El set pudo vestirse de "televisión", asumiendo una disposición que no propone mucho en términos narrativos. O sea, no hay más variedad que descubrir. Por lo tanto, el movimiento en el cuadro que pueda generarse responde también a la lucidez y atención de sus conductores: Oscar España y Daniela Castillo.

Definitivamente, ella se muestra más decidida frente a la cámara. Claro que la ex "Rojo" tiene expresiones que debe sacar de su vocabulario al aire: "Ahora pueden ir a descansar". ¿Cuál es la idea? Daniela debe buscar otra forma expresiva para comunicar aquello. No es un detalle menor, sobre todo, cuando la estructura del programa es rígida y cuadrada a un formato (casi) inamovible: presentación del competidor, evaluación del jurado, enlace con Edgardo Vargas y vamos al próximo o tanda.

Es en aquellos momentos que permite la transmisión en vivo, donde la conductora debe aprovechar los tiempos y salirse del libreto. La idea, proyectar una mayor empatía con quien está al otro lado de la cámara: el telespectador.

Junto a ella, España se nota nervioso, inquieto y dubitativo en el set. Claramente, aunque tratan, aún no logran sintonía entre ellos, lo que hace que su labor parezca muy improvisada, aún considerando los ensayos que hayan tenido.

Un aspecto del cual debe preocuparse seriamente España, sin embargo, es que parece una voz radial más que una presencia televisiva al aire (incluso, sus posturas se notan algo forzadas).

En este sentido, es Vargas quien pone la correcta cuota televisiva en este trío, con enlaces dispuestos y acotados al tiempo necesario en pantalla.

Considerando que la producción del ciclo responde una red de canales regionales (las 22 estaciones de Arcatel) habría que considerar al rostro del matinal de TVU como el ancla de la conducción masculina. No vendría mal un cambio en el equipo, sobre todo, en favor de la fluidez y naturalidad televisiva tan necesaria actualmente.

SENTIDO DE SHOW

Mason ha logrado bastante con los elementos dispuestos, sobre todo, con la irregularidad de las voces. Claramente, no estamos frente al mejor de los casting de un programa de talentos (como me decía un amigo por momentos parece un festival de colegio).

Creo que más allá del Bío Bío, las regiones no hicieron una selección del todo cuidada en términos técnicos, estéticos y vocales. Varios gritan sin matizar, lo que entorpece el trabajo de sonido, el cual no ha logrado escucharse bien. En todo caso, hay alguna materia prima posible de pulir.

El jurado ha tenido una labor hasta respetuosa frente a la irregularidad de los competidores. Por momentos, pienso, están más preocupados de no herir las suceptibilidades de representantes inocentes en toda su dimensión.

Jugó a favor el sentido de show de la segunda entrega. Fue llevada a una emocionalidad forzada y bien resuelta por los conductores, cuando dos de las voces -Osvaldo de Punta Arenas y Bárbara de Chiloé- rompieron en llanto por emociones particulares. Incluso, Sherezade Perdomo, del jurado, no pudo emitir su opinión, pues recordó un momento triste de su vida.

Mason aprovechó el momento televisivo, lo extremó e integró al plan narrativo. Se salió controladamente de la pauta de un estelar que debería tener más show y no tanta rigidez en vivo.