Son 5.800 nuevos socios los que busca el Hogar. En plena campaña, afirma que ha sido compleja, pero que todos pueden ayudar a superar los desafíos de la pobreza.
En el 2010, después del terremoto, Cecilia Ponce se transformó en la directora ejecutiva del Hogar de Cristo en la Región del Bío Bío. Han sido cuatro años y afirma que cada vez se hace un poco más difícil. No se refiere a la motivación, sino que a las campañas de captación de socios, lo que incide en que "año a año sea un desafío que los programas se mantengan y que, además, se puedan ir haciendo más específicos", puntualiza.
Justamente, hasta el próximo 19 de mayo se extenderá la campaña que considera la más difícil que le ha tocado enfrentar: buscan reunir 5.800 nuevos socios para la Región y, a la fecha, sólo llevan una cifra cercana a los dos mil. Esto, a pesar de que este año es uno importante para la iniciativa que inició Alberto Hurtado, pues están celebrando su aniversario número setenta.
Por lo mismo la fuerza no decae y siguen invitando a la comunidad a hacerse parte como el primer día del Hogar. En ese sentido, no desconoce que "la intervención por la pobreza no es la misma que hace siete décadas, ha ido evolucionando y los rostros de éstas son distintos. Hoy nos encontramos con realidades más complejas, por lo que se requiere una atención más especializada". Si bien los programas no han dejado de funcionar nunca, a veces es duro, por lo que es primordial "sensibilizar a la comunidad, porque aunque la pobreza ha disminuido en cifras, se ha vuelto mucho más compleja", agrega.
CATÁSTROFE
DIARIA
Cuando Alberto Hurtado creó el Hogar de Cristo en 1944, los niveles de pobreza eran mayores, sobre el 65% de la población. Cecilia Ponce dice que en la Región, actualmente, es sólo el 21,5%, pero asegura que esa disminución no significa que sea menos dolorosa, por eso recuerda una frase del religioso que, desde su punto de vista, es una invitación a no quedarse de brazos cruzados: "que ningún dolor de nuestro hermano nos sea ajeno".
"Es un año en el que hemos estado bien movilizados por las catástrofes y estamos convencidos de que hemos demostrado que vamos a estar con las personas cuando nos necesitan, en la emergencia y después de ésta", asevera. Con esto, se refiere a lo que sucedió en Valparaíso (incendio) y en el norte (terremoto).
Pero, además, asegura que como Hogar, todos los días trabajan en diferentes programas, en todo el país, en situaciones que define como catástrofes diarias que viven las personas que pertenecen al 20% más pobre de Chile, a quienes van dirigidos sus ayudas en diversos frentes. Por eso, el llamado es que "todos debemos ir mirando las deudas pendientes que tenemos con la sociedad. En la Región hay más de 433 mil personas que viven en situación de pobreza, por lo que es fundamental tener nuevos socios, porque además de ser personas claves en el financiamiento de las obras que tenemos, son agentes que se comprometen con la solidaridad".
MUCHO POR HACER
Es que esto, también, deja de manifiesto que del total de personas que viven en condiciones de máxima vulnerabilidad en la Región, el Hogar sólo llega al 1% de éstos, por lo que queda mucho por hacer.
"Son cerca de cien las obras sociales en la Región del Bío Bío, que tienen compromisos asumidos, gastos permanentes y tenemos el rol de motivar a las personas, porque los necesitamos para continuar nuestro trabajo: el 50% de los ingresos de financiamiento del Hogar viene de los socios", explica. En ese sentido agrega que, aunque es un número cercano a los treinta mil socios a nivel local que aportan, en promedio, $2.100, no todos se encuentran activos.
NO PERDER LA ESPERANZA
"Esta campaña de socios es clave y necesitamos ese aporte de la Región para que sigamos soñando y concretando los sueños de las personas a las que atendemos", manifiesta.
Y es que el objetivo es financiar parte de los 72 programas tradicionales que como Hogar de Cristo tienen, cuyo foco fundamental son los adultos mayores; además de las fundaciones asociadas a éste como por ejemplo Rostros Nuevos (trabajo en discapacidad mental) y Súmate (educación). En conjunto, suman un total de 108 programas desde Quirihue hasta Tirúa.
"Es importante movilizar a la comunidad, porque cuando dejamos de ver, dejamos de colaborar. Pasó lo de Valparaíso y fue muy mediático, pero las catástrofes que viven día a día los más pobres, no las vemos", menciona. Y si eso se suma a que vivimos en comunidades segmentadas, en que las personas sólo se vinculan con quienes están cerca -como las familias o la comunidad escolar del colegio de los hijos-, sin que los más pobres formen parte de la vida cotidiana, "hace que la gente deje de ser solidaria, porque deja de ver. Pero esas personas existen", puntualiza.
Y, a veces, la realidad no está tan escondida: se ve gente durmiendo en la calle o personas pidiendo limosna en la locomoción colectiva. Cecilia Ponce dice que esto podría relacionarse con una pérdida en la capacidad de asombro frente a estas situaciones, pero cree que también se debe a que muchos han perdido la esperanza. Es por eso que cuenta que "en el Hogar vemos historias de superación todos los días, entonces sabemos que hay esperanza. Cuando las personas tienen un proceso de intervención, sí pueden superar su condición de pobreza. Vemos historias de quienes salen adelante todos los días, por lo que decir la pobreza no va a terminar y creer que siempre seguirá siendo así, no es real", destaca. Desde allí, insta a todos a tener la capacidad de ver, con una mirada esperanzadora, la realidad de los que más sufren.