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Víctimas del hantavirus

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Una joven que estaba embarazada y que tenía el hantavirus por seis semanas, contraído en Quillón, ha fallecido como consecuencia de esa enfermedad. En lo que va de 2014, se han registrado 8 contagios por virus hanta en la Región del Bio Bío, y de ellos seis han resultado fatales.

Con ello, la mortalidad en la región subió a un 75%, porcentaje bastante alto de letalidad para esta enfermedad que mayoritariamente se ha radicado en la provincia de Ñuble y que ha afectado de preferencia a trabajadores agrícolas, que están más expuestos al contagio del virus transmitido por el ratón colilargo. Los responsables del sector salud han indicado que de los últimos tres casos de hanta confirmados por el Instituto de Salud, sólo un trabajador agrícola, de 31 años, permanece con vida internado en el Hospital Herminda Martín de Chillán.

El hantavirus es una enfermedad viral, que se transmite al ser humano desde el ratón de cola larga, a través de la inhalación de olores de la orina de roedores contagiados. Al ser un roedor silvestre, el mayor riesgo lo tienen personas que viven en sectores rurales, poco intervenidos por el hombre, y quienes por actividades recreacionales van a esos lugares. La enfermedad se presenta con síntomas similares a los de una gripe: fiebre, dolores musculares y articulares, dolor de cabeza, a veces síntomas gastrointestinales, y dificultad respiratoria progresiva.

Por eso, las autoridades de Salud han llamado a extremar las medidas de prevención, especialmente a quienes viajan a zonas campestres. La Cruz Roja, en el marco de su programa Vida Sana, ha reforzado la campaña "Cúidate del virus hanta". El foco de ella está en medidas preventivas del contagio, por lo que se recomienda a las personas que visiten esas zonas ventilar durante media hora las viviendas, limpiar el piso con agua y cloro, botar la basura en recipientes cerrados y no consumir frutos silvestres, entre otras medidas.

El gran riesgo radica en su alta letalidad, ya que en nuestro país, en promedio, muere alrededor del 35% de los contagiados, no obstante que en la región la letalidad este año es del 75%. La prevención es fundamental para no seguir lamentando las consecuencias de esta enfermedad.

¡Bien de consumo!

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El ex Presidente de la República, Sebastián Piñera, en una exposición pública, mencionó a la educación como un bien de consumo, generándose un lío conceptual y lingüístico. Esto ha sido tan repetido que ya pareciera ser una proposición demostrada e incuestionable.

Recientemente, la Presidenta Michelle Bachelet, a partir de ello, señala: "en el fondo, está el cambiar el paradigma de la educación, que de ser un bien de consumo tiene que ser considerado un derecho social." Esta es una inferencia difícil de probar. Parecen deslices. Analicemos esto.

En concepción estrictamente económica, además realista, hay suficiente bibliografía económica clásica de la cual se deduce que la educación formal escolar y universitaria implica inversión y no consumo. Esto involucra explorar los conceptos consumo presente y consumo futuro, así como decisiones de consumo e inversión a partir de obras de autores económicos fundamentales (desde I. Fisher en 1930, hacia adelante). La educación formal no es un artículo o mercancía, como básicamente se entiende a un bien en economía sino un servicio. Lo anterior no es puramente tecnicismo, es razonamiento deductivo.

Así, pues, denominar como bien de consumo a la educación formal escolar y universitaria escapa a los conceptos clásicos de economía, siendo entonces una proposición infundada.

La inversión educacional genera beneficios futuros tangibles (monetarios y no monetarios) y beneficios intangibles, aunque de difícil medida objetiva, tales como: reputación, estatus, poder y autoestima. Estimula, además, el desarrollo económico y social de los países. Un aspecto paralelo es quién financia la inversión educacional (familias, Estado, instituciones, privados o una mezcla), cómo ésta se distribuye (becas, préstamos, donaciones u otros) y quiénes son los realmente necesitados.

Que la educación sea un derecho es una concepción no contrapuesta a inversión. En otro lado, un derecho implica simultáneamente un deber y debiera ser igualmente considerado, aunque resulte impopular explicitarlo. La doble implicación entre derechos y deberes está avalada tanto por un razonamiento ético como por normas del derecho.

Los binomios inversión-financiamiento y derechos-deberes son concepciones complementarias, mutuamente condicionantes y por tanto uno no invalida al otro. Con un esfuerzo intelectual, estas acepciones ayudan a formar puentes de comunicación y no de discordia. Además, dicho esfuerzo puede disminuir el uso de eslogan y tautología que sólo enredan el diagnóstico y obviamente la solución a los problemas de la vida real, en este caso, la educación.