Imprudencia
Nuestras calles, avenidas y carreteras siguen siendo escenario de tragedias ante la impotencia de la sociedad para regular el comportamiento de los conductores y, en muchas ocasiones, de los peatones que hacen caso omiso de un reglamento del tránsito que también les involucra y que intenta protegerles en su rol de actor más desvalido.
A modo de ejemplo, durante el pasado fin de semana, con motivo del feriado largo, hubo 28 personas fallecidas en accidentes de tránsito, 14 más que en el mismo periodo anterior, según las cifras oficiales proporcionadas Carabineros.
La opinión pública generaliza y responsabiliza a la policía uniformada por la falta de vigilancia, de control preventivo, en calles y carreteras. Sin descartar tal elemento, no cabe duda de que -más allá de un déficit en ese aspecto- resulta a todas luces imposible llegar a un control eficiente cuando el comportamiento de los conductores en nada ayuda, toda vez que siempre el número de policías será insuficiente en la medida que la irresponsabilidad aumenta.
La sociedad en su conjunto deberá diseñar un programa de educación desde la más temprana infancia, trabajando a partir del jardín infantil en la concientización positiva de los niños respecto de los peligros que encierra una conducción irresponsable como el consumo previo de alcohol y, finalmente, la actitud que deben tener los peatones para evitar convertirse en víctimas de los primeros o conductores despreocupados.
En países europeos esta enseñanza desde los primeros niveles educativos ha dado excelentes resultados y el respeto a las luces de los semáforos, por ejemplo, forma parte de una cotidianidad que a nosotros extraña, más aún cuando se trata de peatones.
El desafío es de largo aliento, pero ha de iniciarse en algún momento si se busca una mejoría de las tristes estadísticas policiales que no han logrado revertir las curvas negativas.
La Ley de Tolerancia Cero, referida a la prohibición del consumo de alcohol antes de conducir un automóvil, no es suficiente por sí sola para controlar este flagelo que se repite sobre todo en periodos como los fines de semana largos.