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Solidaridad, una reacción social frente a las tragedias

Últimamente los chilenos han mostrado su lado más fraterno, apoyando a quienes sufren con la tragedia. Y aunque así se construye comunidad y se enaltece la condición humana, no significa que estemos frente a una sociedad más solidaria, sino es que un fenómeno que se da frente a las crisis.

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Francisco Fuentes explica que, desde el punto de vista sociológico, solidaridad es el grado de unidad que existe en un grupo, relacionado con metas o intereses en común; la filantropía se asocia al amor hacia lo humano, hacia lo que pueden lograr las personas. "Un individuo o institución que se interesa y colabora para que las personas logren ese potencial, sería un filántropo", dice. Especifica que, las obras filantrópicas no necesariamente se hacen con dinero, sino que se refieren a la ayuda que se presta a un grupo con alguna necesidad. "Siempre se asocia la donación de dinero a la filantropía y eso es un error", enfatiza.

Según él, lo ideal sería que al ser solidarios, no se haga alarde de ello, sino que sea algo desinteresado y en silencio. "Cuando se llama a los medios, la solidaridad pasa, de ser un fin a ser una forma de lograr otros objetivos, que lógicamente no se relacionan con la filantropía", puntualiza.

Chile, a lo largo de su historia, ha vivido grandes tragedias. Las dos más recientes que han ocurrido, son un claro ejemplo de ello: el terremoto que afectó al norte del país y el incendio que consumió más de dos mil casas en los cerros de Valparaíso.

Pero, frente a estas catástrofes, la ayuda no se ha hecho esperar y los chilenos se han motivado en apoyar a quienes lo necesitan. Y es que, al conmoverse por el dolor ajeno, las personas han reaccionado, demostrando solidaridad, entregando donaciones materiales o, incluso, algunos sólo siendo un pilar para sostener emocionalmente a quien lo requiere. En momentos difíciles, toda ayuda es importante.

A través de los medios de comunicación se ha puesto de manifiesto que, prácticamente, todo un país se ha movilizado, de manera personal o a través de organizaciones, para ir en ayuda de los que sufren. Según lo que explica el sociólogo de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Francisco Fuentes, en la actualidad vivimos en una sociedad individualista y, aunque día a día muchas personas viven momentos difíciles y requieren algún tipo de apoyo, "la solidaridad, en tiempos modernos, surge en las crisis, por lo tanto, las catástrofes o tragedias hacen que la gente sea más consciente del sentido de comunidad, y salga del individualismo en el que comúnmente vive", puntualiza.

Es que, al parecer y de modo general, la solidaridad es más bien una reacción social que un modo de vivir el día a día.

LA SUPERVIVENCIA

Pero, tal como sostiene el sociólogo, el ser humano ha necesitado de la solidaridad desde siempre, "debido a que, el enfrentarse a la naturaleza lo ha puesto en la obligación de actuar socialmente y enfrentar, junto a otros, los desafíos". Según lo que explica, durante siglos la supervivencia se basó en el grado de solidaridad presente entre las personas y que aflora, por ejemplo, cada vez que la naturaleza nos muestra que no es dominable.

Si bien el profesional sabe que hoy estamos inmersos en un mundo en el que todos se preocupan, principalmente, de sí mismos y la cooperación ha perdido espacio frente a la competencia, esa actitud cambia "cuando hay fenómenos naturales que nos exigen volver a lo comunitario, al apoyo solidario, debido a que son fenómenos que afectan a todos", plantea.

En un país como Chile que, por sus características físicas, se enfrenta sistemáticamente a problemas naturales, dice, la forma de vivir ayudándonos de una zona geográfica a otra, es un aspecto que está inserto en procesos de socialización de nuestra cultura. "Creo que esa solidaridad ha aflorado debido a los constantes terremotos y tragedias que hemos tenido, pero no lo atribuyo a que, en general, la sociedad chilena haya tornado hacia prácticas más solidarias", asevera.

CONSTRUIR COMUNIDAD

Fuentes destaca la importancia de la solidaridad, como una manera en la que se construye comunidad, la pertenencia a un grupo y, por lo tanto, a través de esto se afrontan los problemas individuales y colectivos de mejor manera.

Desde el punto de vista del capellán de Educación de la misma casa de estudios, presbítero Juan Fernando García, "la sociedad necesita de personas solidarias y por nuestra calidad de ser humano somos sociables, gregarios. La solidaridad reafirma esa condición de fraternidad".

Y es que en estos gestos de camaradería y apoyo, plantea el sacerdote, el hombre, que en su naturaleza más plena es filántropo, se juega su propia humanidad. "Ser solidarios nos hace más humanos, engrandece nuestra condición", afirma. Desde su perspectiva, la solidaridad forma parte del ADN cristiano, "porque somos comunes, hijos de un mismo Padre, y, en el que sufre, vemos el rostro de Cristo". Pero, por otro lado, dice que "sin poner un cariz religioso, en ello hay una obligación moral".

En eso, hace falta detenerse, pues muchos asocian el término solidaridad con el cristianismo o con Dios, pero el sociólogo puntualiza que, si alguien es solidario, no lo hace por religión, sino que porque forma parte de sus convicciones. "Muchas veces se hace esa asociación porque la práctica religiosa impone ser solidario con el otro, como fundamento, pero sabemos bien que la religiosidad a veces no va asociado a ser una persona moralmente correcta", reflexiona.

¿SOCIEDAD SOLIDARIA?

El sociólogo Francisco Fuentes y el capellán Juan Fernando García están de acuerdo en que la sociedad, no es más solidaria, ya que en la actualidad las brechas entre ricos y pobres son cada vez mayores. Sin embargo, el religioso opina que son estos últimos quienes continúan siendo solidarios, "porque en ellos está la esencia del cristiano, no tienen más que a Dios, y eso es lo que se ve en estas grandes desgracias, que tienen la capacidad de catalizar lo más genuino del ser humano". Aunque, no desconoce que, ante situaciones trágicas, a veces también se notan las dimensiones más oscuras de la persona o la sociedad, cree que la solidaridad y la generosidad, vencen.

Por su parte, el sociólogo manifiesta que en los pobres hay más necesidades, entonces, requieren una red de apoyo más grande. "La gente observa que los de su alrededor tienen las mismas falencias, por tanto, colaboran para que todos estén bien. En las clases más adineradas eso no existe porque hay menos necesidades y mucho más individualismo", concluye.

Mujeres son más felices si sus maridos trabajan más

La salud femenina se vio incrementada cuando sus parejas trabajaban más de 10 horas al día.

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Aunque suene totalmente contradictorio a la idea de que pasar más tiempo juntos refuerza una relación, un estudio asegura que las esposas son más felices cuando sus maridos trabajan más tiempo diariamente.

Se trata de una investigación que duró 25 años, desde 1979 hasta 2004, y que fue dirigida por miembros de las universidades de Texas e Indiana, y cuyos resultados fueron publicados hace unas semanas.

Según señaló The Telegraph, el estudio contempló los casos de cerca de cuatro mil parejas de mediana edad, y que ayudaron a concluir que, en aquellos matrimonios en los que el hombre trabajaba más de 50 horas a la semana -esto es más de 10 horas al día- las esposas parecían ser más felices y saludables.

Tal como explicaron los autores de la investigación, al haber más ingresos en el hogar, gracias a las horas trabajadas por el hombre, la mujer podría contratar a alguien que se ocupara de la limpieza de la casa y que cuide a los hijos, quedándole más tiempo a ella para otras actividades, como ejercitarse. Pero esto no ocurre en caso contrario. "Los hombres, cuyas esposas trabajaban más horas son particularmente, menos proclives a pasar más tiempo haciendo ejercicio o alguna actividad física, como correr, nadar o andar en bicicleta", aseguraron. La razón de tal desigualdad se debe precisamente a la falta de equidad en los ingresos, ya que al trabajar ellas más, los casos no demostraron que con los ingresos femeninos se pudiera pagar por ayuda para las tareas domésticas. Por esto, la salud de ellos incluso podía deteriorarse.

Entre las esposas que sacaron menor puntaje en el ranking de felicidad en el estudio, fueron aquellas, cuyos maridos trabajaban entre 41 a 49 horas a la semana. Es decir, entre 8 horas y menos de 10.

Comunidad tiene papel protagónico en el cuidado de su salud

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La salud es un derecho irrenunciable y, como tal, el Estado debe cautelar su cuidado a través de la oferta de servicios sanitarios que cumplan con principios básicos, tales como la accesibilidad, equidad y oportunidad en cada uno de los territorios.

Si la salud se visualiza como producto de los procesos sociales que articulan lo individual y lo colectivo, lo social y lo biológico, lo sectorial y lo intersectorial, lo nacional y lo local; entonces las políticas de salud a implementar deben ser capaces de integrar las acciones de diferentes actores sociales e institucionales a nivel local, en pos de alcanzar propósitos comunes y transformarse en un instrumento que posibilite la descentralización.

Desde una perspectiva actual de importantes salubristas en el ámbito mundial, la producción social e individual de la salud, subraya la importancia de que las personas sean actores de su propia salud y bienestar en el seno de las actividades cotidianas.

En consecuencia, en la operatividad del sistema de salud de un lugar o región, hoy es necesario considerar la participación de la sociedad de modo que se hagan más visibles las necesidades de las personas y colectividades.

En este contexto, son los gobiernos locales los que deben posibilitar y propiciar el desarrollo de las capacidades de la ciudadanía para una vida digna, saludable y sustentable, por lo tanto, cobra sentido el fortalecimiento de la sociedad civil en cada uno de los territorios que, por un lado, hagan hacer sentir sus demandas sociales y, por otro, manifiesten la necesidad de participación en la definición de agendas de trabajo conjuntas que permitan resolver sus necesidades y demandas particulares con un enfoque territorial.

Marcela Paz, directora de

Carrera de

Obstetricia, USS