Rigor y flexibilidad
Para muchos, el rigor es una prerrogativa reservada al mundo científico y que se relaciona, entre otros aspectos, con la exactitud de las cifras, la estructura de su razonamiento, su pensamiento apegado a la lógica, a su discurso y a su lenguaje.
Aplicado al trabajo, se puede decir también que una persona rigurosa es la que trabaja con profesionalismo, respetando cuidadosamente la utilización de sus procedimientos, utilizando un orden y un método y llegando hasta el final de lo que realiza, sin descuidar detalle alguno.
A nadie le disgusta ver que se realice un trabajo con la rigurosidad que se requiere, pero a veces esto puede conducir a extremos, sobre todo si se cae en manos de alguien demasiado perfeccionista, el que abusando del rigor, puede confundir rigurosidad con rigidez. Existe exceso de rigor cuando la persona que lo aplica deja de observar la realidad, cuando el respeto por la ley se trata de aplicar en forma obtusa, como un fin en sí mismo, por costumbre o por el amor incondicional a algún principio o tal vez por miedo a ser enjuiciado.
Este rigor se adquiere por el conocimiento y el respeto de las normas, pero es difícil de mantener. Todo trabajo, incluyendo el trabajo personal, exige cierto rigor, ya que implica un proceso y reglas precisas en su desarrollo. En lo individual, es sin lugar a dudas, esta característica la que agrega valor en los procesos de enseñanza-aprendizaje, tanto a nivel educacional como en el organizacional, sobre todo cuando se trata de trabajos colaborativos en que concurren varios actores y donde la coordinación se hace necesaria para evitar el desorden en la continuidad de los proyectos, las cuentas, los clientes, la producción, la logística, etc.
Nada en nuestra economía subsistiría sin el adecuado rigor. De ahí que sean importantes las instancias de control de todo tipo, desde el control de calidad hasta el control de gestión, sin descuidar los aspectos de formación, validación y certificación que subyacen.
Pero también el exceso de rigor puede aniquilar la creatividad y la innovación si se llega al extremo de volverse mentalmente inflexible. Entonces hay que replantearse en términos de ser más riguroso consigo mismo que con los demás, tener en cuenta la cambiante realidad, aceptar las distintas visiones, poner las reglas al servicio de las personas y no al revés, comprender y valorar los aportes de los demás, etc.
Cuando la rigurosidad de los gestos se une al desarrollo del espíritu, la creatividad tiene un muy buen espacio para expresarse y como consecuencia, la innovación puede dar paso a mejoras en el desempeño.