Las luces de Macondo ahora nos alumbran desde el cielo
No se puede hablar de la literatura del siglo XX sin pasar por la figura de Gabriel García Márquez. Es por ello que en todo el mundo hoy se lamenta el fallecimiento del escritor colombiano ganador del Premio Nobel en 1982. El autor de "100 años de soledad" (1967) dejó de existir ayer en Ciudad de México debido a las complicaciones de una neumonía. Tenía 87 años.
García Márquez había estado recientemente hospitalizado a causa de la misma enfermedad, la que debilitó en extremo su estado de salud, y que infructuosamente buscó superar en su casa de México durante los últimos días.
"Muere Gabriel García Márquez. Mercedes (su esposa) y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, me autorizan a dar la información", dijo en su cuenta de Twitter la periodista y amiga del clan Fernanda Familiar, desatando todo tipo de muestras de pesar en medios de comunicación y redes sociales.
Un "cuadro de deshidratación y un proceso infeccioso pulmonar y de vías urinarias", fue el diagnóstico emitido por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Sería el último en imprimirse respecto de una salud que habría venido debilitada desde hace un tiempo. Ante esta situación, "Gabo", optó por la recuperación en su hogar, pero lamentablemente no logró reponerse.
INFLUENCIA EN LA ZONA
"Gabo" permanecía retirado de la vida pública, y en el 2012 incluso se habló de demencia senil, lo que fue desmentido por sus cercanos. Pero aún así su presencia en el imaginario latinoamericano jamás decayó. Incluso, en nuestra ciudad el ambiente literario se vio impactado con la noticia de su muerte.
"Sin duda, es un fallecimiento que afecta a toda la literatura en español. Su obra monumental "100 años de soledad" bien se podría colocar hoy a la altura de "El Quijote" por la influencia e importancia. Una muestra de ello es que muchos se saben de memoria el inicio de ambas obras. Con su partida, yo siento que se cierra el ciclo del gran Boom Latinoamericano, el cual fue producto de su tiempo, de una manera muy particular de abarcar el ámbito político y social del continente", sostuvo el académico de Literatura de la U. de Concepción, Mario Rodríguez.
Contó, además, que existe un mito sobre una visita del colombiano a nuestra ciudad. "Hay un debate sobre ese punto. Algunos sostienen que él estuvo en el Encuentro de Escritores que organizaba Gonzalo Rojas, en el año 1962, pero otros aseguran que ello es falso. Es difícil saber, pues para entonces todavía era un autor desconocido y habría pasado desapercibido. En lo personal, es de los pocos autores renombrados de Latinoamérica que no tuve el gusto de conocer", agregó el director de la revista "Atenea".
También en el ámbito de la literatura local, varios autores reconocen su influencia. Ese es el caso del novelista Tito Matamala, quien cuenta con una colección que lo llena de orgullo.
"Desde que leí "Cien años de soledad" me obsesioné con ese libro y empecé a comprar de ocasión otras ediciones, incluso, de esas de tapa dura que vendieron varias veces en los kioscos. Pero mi gran santo fue cuando pude comprar en internet una versión en inglés. Poco tiempo después un amigo me trajo de Roma una versión en italiano. Ya tenía dos. Sin embargo, fue gracias a los viajes de mi amiga Camila que pude colectar ediciones de muchos países: Grecia, Finlandia, Rusia, Alemania. Poseo siete en total, sin considerar las ediciones en castellano. El mayor orgullo de mi biblioteca".
Por su parte, el escritor y gestor editorial Darwin Rodríguez expresó su admiración a través de una frase de "Historia de un náufrago" la cual fue determinante a la hora de seguir el camino de las letras.
"El marinero náufrago por largo tiempo en el Mar del Caribe, con tanta hambre que se come los zapatos y ruega por una gota de agua. Cuando la desesperanza lo invade, escucha voces que vienen a salvarlo. Y lo primero que piensa y quiere, no es comida, no es agua, ni un pedazo de pan, sino las irresistibles ganas de 'contar' lo que le había pasado".