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Funeral demorado

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En octubre de 1973, el periodista y abogado Carlos Berger Guralnik fue ejecutado ilegalmente en Calama, junto con otros 25 detenidos. Con su funeral, 40 años y cinco meses después, culmina una larga historia de violaciones de los Derechos Humanos, de violencia injustificada y de un obstinado intento de negación.

Pero no es el final del proceso.

Según su viuda, Carmen Hertz, "no se puede decir que se cierra una etapa. Lo que se abrió con estos crímenes hace 40 años fue la destrucción de muchas vidas, de muchas personas, entre ellas la de mi marido… y de una familia, de sueños y de un futuro y eso no tiene una reparación ni un fin (…) las etapas se van a cerrar cuando haya justicia".

Berger, militante comunista, había sido director de Ramona, revista juvenil de la Editorial Quimantú. Para el golpe, estaba a cargo de la Radio El Loa. El 11 de septiembre de 1973 no vaciló en ir a sus oficinas en la emisora. Allí lo detuvo una patrulla militar luego de haber sido notificado por teléfono que debía suspender las transmisiones.

Fue sometido a un Consejo de Guerra y condenado a 60 días de prisión por no acallar la radio. Antes de terminar de cumplir la pena fue sacado de la cárcel en Calama y asesinado en el desierto.

El objetivo del vuelo del Puma comandado por el general Arellano Stark, era confirmar públicamente que el golpe militar sería implacable y que no tenía plazos, solo metas refundacionales. Es la única explicación de por qué ciudadanos ya juzgados, fueron sacados de la cárcel y fusilados ilegalmente, sin que sus parientes pudieran recibir y enterrar sus restos. Ello no ocurrió solamente a lo largo del recorrido de la Caravana del general Arellano. Se repitió en distintos lugares, incluyendo los campesinos de Isla de Maipo muertos y enterrados en los hornos abandonados de Lonquén. No solo se negó inicialmente toda responsabilidad, Además fueron víctimas de una campaña de desinformación, en la cual se divulgaron informaciones falsas, incluyendo el montaje de los 119 detenidos-desaparecidos presentados en Argentina y Brasil como asesinados por sus propios compañeros.

De todos estos casos, hay muchas víctimas cuyos restos no han sido hallados: algunos fueron arrojados al mar en la operación siniestramente bautizada como "Traslado de televisores". Otros restos fueron lanzados a fosas comunes o dinamitados. Se intentó hacer lo mismo con los detenidos de Calama. Pero, gracias a la insistencia de sus parientes y los progresos de la ciencia forense, algunos (cinco en Calama) fueron identificados positivamente.

Uno de ellos era Carlos Berger.

Nuestras avenidas, calles y carreteras siguen siendo escenario de brutales tragedias ante la impotencia de la sociedad para regular el comportamiento de los conductores y, en muchas ocasiones, de los peatones que hacen caso omiso de un reglamento del tránsito que también les involucra y que intenta protegerles en su rol de actor más desvalido.

El alcohol y la velocidad excesiva son protagonistas en estos hechos que suelen dejar víctimas fatales tanto entre culpables como inocentes. A veces se presenta uno de estos factores; en otras, ambos, agravando aún más estos desenlaces.

La opinión pública generaliza y responsabiliza a Carabineros por la falta de vigilancia, de control preventivo, en calles y carreteras. Sin descartar tal elemento, no cabe dudas de que -más allá de un déficit en ese aspecto- resulta a todas luces imposible llegar a un control eficiente cuando el comportamiento de los conductores en nada ayuda, toda vez que siempre el número de policías será insuficiente en la medida que la irresponsabilidad aumenta.

La sociedad en su conjunto deberá diseñar un programa de educación desde la más temprana infancia, trabajando a partir del jardín infantil en la concientización positiva de los niños respecto de los peligros que encierra una conducción irresponsable como el consumo previo de alcohol y, finalmente, la actitud que deben tener los peatones para evitar convertirse en víctimas de los primeros o conductores despreocupados.

En países europeos esta enseñanza desde los primeros niveles educativos ha dado excelentes resultados y el respeto a las luces de los semáforos, por ejemplo, forma parte de una cotidianidad que a nosotros extraña, más aún cuando se trata de peatones.

El desafío es de largo aliento pero ha de iniciarse en algún momento si se busca una mejoría de las tristes estadísticas policiales.

La Ley de Tolerancia Cero, referida a la prohibición del consumo de alcohol antes de conducir un automóvil, no ha dado el resultado general que se esperaba.