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Caso Randolph: carabinero (r) aporta nuevos antecedentes

El uniformado, por un hecho fortuito, conoció a sobrino de la víctima, a quien le entregó detalles de lo ocurrido con el universitario.

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Fue en julio de 2010 cuando el ministro para causas de derechos humanos, Carlos Aldana, reabrió el sumario del caso de José Randolph, el joven universitario que en mayo de 1985 fue encontrado sin vida en el sector de Rocoto, de la entonces comuna de Talcahuano.

Cabe recordar que una vez reabierto el caso, cuatro meses después el juez Carlos Aldana, a cargo de los casos de Derechos Humanos, sometió a proceso a dos carabineros en retiro por el crimen del estudiante de la Universidad de Concepción. Se trata de los oficiales Mauricio Vera y Jaime Barría.

Desde entonces a la fecha, la familia de José Randolph expresa que se han incrementado las esperanzas de llegar a la total verdad de uno de los casos que más conmoción generó en los 80.

Durante la jornada de ayer se llevó a cabo una nueva diligencia en torno a las pericias del caso.

En dependencias del 34º Juzgado del Crimen de Santiago, el ministro Aldana tomó declaración a un funcionario de carabineros en retiro, quien tendría antecedentes sobre el desarrollo de los hechos que terminaron con la muerte de Randolph en 1985.

Esto, a raíz de la solicitud de la parte querellante, quien explicó al magistrado el interés y necesidad de contar con el relato de este ex uniformado, dado que él habría relatado detalles importantes del caso a un sobrino del fallecido.

"Fue como hace dos años que un sobrino mío fue a una comisaría acá en Santiago para dar cuenta de que había perdido su pase escolar. El carabinero que lo atendió se dio cuenta de su apellido y le preguntó si tenía relación con José. Ante la respuesta positiva de mi sobrino, el carabinero le comentó que el conocía detalles, ya que él fue parte de la guardia que tomó relevo al grupo que participo de los hechos", contó Catina Randolph, hermana del fallecido universitario penquista.

"Mi sobrino no quiso dar cuenta en su momento. Fue hace un par de meses que nos contó. Fuimos a ver a este carabinero pero ya estaba en retiro. Pedimos de esta forma la diligencia de interrogarlo al ministro Aldana", sumó Catina, agregando que pese a lo sucedido y el paso de los años, dice no tener rencor.

"Mi intención no es que alguien se seque en la cárcel. Soy muy creyente y solo quiero la verdad sobre el caso de mi hermano. A él se lo llevaron tras un hecho automovilístico, no militaba en ningún partido. Fue todo muy raro", relató.

"Quiero hacer un llamado a quienes sepan algo de lo que pasó con José, que se acerquen y aporten datos", sumó.

Por su parte, David Vargas, abogado que representa a la familia, explicó que ayer junto con la declaración al retirado policía, también se tomó declaración al mencionado sobrino de Catina y José.

"Es la segunda interrogación a este carabinero por parte del ministro Carlos Aldana", apuntó el profesional.

"Con Fernando Álvarez nos miramos y supimos que su vida se encontraba en peligro"

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Durante estos días el Servicio Médico Legal (SML) deberá entregar al ministro Carlos Aldana el resultado del estudio a los dos informes periciales al cuerpo de Fernando Álvarez, que son parte del expediente del caso.

Con esta diligencia sus más cercanos esperan que por fin se pueda establecer la verdadera causa de muerte del intendente de la UP, y acreditar si fueron las torturas, precisamente, las gatillantes de su deceso en 1973. Sus familiares y amigos siguen atentos al desarrollo de la investigación.

Gilberto Grandón se pone de pie y apoyado con su bastón junto a la puerta de su hogar en Chiguayante, invita a una próxima plática de historia, política y a recorrer sus pasajes más románticos de los tiempos de la Unidad Popular.

Al abogado y periodista, quien en 1972 fuera el intendente suplente del Bío Bío tras una acusación constitucional a Vladimir Chávez, quien llevaba ese puesto, lo acompaña su mujer Clementina Lagunas.

Ambos, a ratos, hacen una pausa y mantienen sus vistas al cielo al relatar ciertos hechos que marcaron sus vidas en la época de los 70. En una pieza continua al living donde reciben a El Sur hay una biblioteca que se inclina hasta el último rincón del techo con libros y códigos de leyes, teoría de derecho y un sinfín de artículos de prensa. "Tengo desde El Mercurio, El Sur, Punto Final y hasta El Siglo", dice con orgullo la otrora autoridad de la UP.

Es ahí, entre ese montón de hojas y tinta, donde se encuentra la línea de tiempo del caso de uno de sus amigos más cercanos: el último intendente de Salvador Allende, Fernando Álvarez.

"Yo también fui periodista del diario El Sur. Miren esta foto, es de la campaña presidencial de Allende. De hecho, esta foto la tomó un fotógrafo del mismo diario", cuenta Grandón mientras indica su ubicación dentro de la imagen.

-Tras la acusación constitucional a Vladimir Chávez ya se rumoreaba que la derecha quería sacar a Salvador Allende sí o sí. En ese periodo hubo un incendio en la fábrica textil de Chiguayante. Fue en la parte de los paños donde comenzó el fuego. Me acuerdo que fue el jefe de zona militar quien me fue a buscar a la casa y partimos a ver lo que pasaba. Para mí ya era sospechoso el siniestro. Había un temor de que podía venir un Golpe de Estado.

Después de eso vino el paro de los camioneros, en octubre. Ahí ya se había resuelto que Fernando Álvarez era el nuevo intendente de la Región.

-Nos conocimos en la Universidad. Fue el tiempo en que Fernando pensó que la Universidad debía tener una radio con un fin educativo y así terminó fundando la radio Universidad de Concepción.

Él fue locutor, tenía una muy buena voz.

-Fue el 30 de septiembre de 1973. Me tomaron en la calle. Primero me llevaron al regimiento Chacabuco, luego al estadio regional y al tiempo, a la Isla Quiriquina. Ahí ya estaba Fernando.

Yo logré escribirle y hacerle llegar una carta a Clementina dando cuenta de que Fernando estaba en la isla. Ella terminó por avisarle a Adriana Ramírez (viuda de Álvarez) sobre la situación.

-Fue cerca de un mes.

-No eran las mejores. Habían unos baños comunes sin ningún tipo de separación entre uno y otro. Se dormía en el suelo y de madrugada la ducha era con agua de mar que corría por una cañería.

-Claro, sí estábamos todos juntos y a ratos quedábamos alejados cuando nos llamaban a interrogatorios. Entre todos nos ayudábamos para no caer en desesperación y quiénes éramos abogados nos las arreglábamos para orientar al resto de los detenidos.

LA LUCHA DE CLEMENTINA

Clementina se suma a la conversación. En su calidad de esposa mantiene el recuerdo de cada pasaje de todo el tiempo en que su esposo, militante comunista, estuvo preso durante el régimen de Augusto Pinochet.

"Nosotras podíamos enviarles comida a la isla, pero nada en lata de conserva. Los militares temían que éstas podían ser usadas para autoflagelarse cortes. Las hojas para afeitarse también estaban prohibidas. Fue por medio de un amigo que trabajaba en un juzgado de policía local que logré entrar unas hojas para que Gilberto se afeitara. Mi amigo se puso unas hojas debajo de los zapatos".

LA MUERTE DE ÁLVAREZ

El 8 de noviembre de 1973 marcó un momento de mayor angustia en Grandón. Fue también Clementina, su mujer, quien le confirmó por medio de una pequeña carta la reciente muerte de su amigo de universidad y política, Fernando Álvarez.

"Nos enteramos en la isla porque fue una cuestión que se hizo pública inmediatamente. Además Clementina me envío una carta. Adentro un cura algo contó y los marinos dijeron que Fernando murió por un ataque al corazón, pero nadie creyó eso porque era un hombre muy sano. Le daba lo mismo ducharse con agua de mar a las tantas de la mañana cuando estábamos juntos en la Quiriquina", explica el abogado.

-Sí. Cuando se lo llevaron a la primera comisaría alcancé a darme cuenta y corrí a despedirme de él. Nos dimos un apretón de mano y con la mirada los dos nos dimos a entender de que su vida estaba en peligro.

Era un gran hombre y su mujer, Adriana, es alguien a quien junto con Clementina admiramos mucho. Es notable que ella como viuda haya criado a tres hijos y aún tiene la voluntad para seguir luchando por el caso de su marido.