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Penquistas en el norte destacan reacción por alerta de tsunami

Algunos recordaron lo que vivieron en el Bío Bío durante la madrugada del 27 de febrero de 2010. A más de cuatro años vuelven a repetir la historia tras la fuerza de la naturaleza.

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"Creo que viene otro (terremoto) más grande. Las réplicas no son tan grandes como las que hubo en Concepción después del terremoto de 2010". Con estas palabras Fernanda Valdivia comienza a recordar los minutos de pánico que vivió la noche del martes en el sector de Alto Hospicio, en Iquique.

Esta educadora diferencial, oriunda de Talcahuano, hace tres años que reside en la capital de la Primera Región y recuerda que éste es el segundo sismo de proporciones que le toca vivir, luego de que el 27/F lo pasara en la comuna puerto.

"Estaba en mi departamento, un décimo piso. Fue horrible: la gente gritaba, hubo personas desmayadas, pero las alarmas funcionaron súper bien y los carabineros aparecieron rápidamente en las calles. Ahora hay policías y militares resguardando supermercados y bencineras en la ciudad", relata Fernanda. "Por ahora, está todo tranquilo", sumó.

A su vez, Consuelo Sánchez, quien en la edición del 27 de marzo de este medio contó que en Iquique había una alta preparación por parte de la población para enfrentar, hasta ese momento, el eventual terremoto, relató esta vez que "ya la cosa está más calmada, aparte que le gente estaba preparada. Anoche no entraba ninguna llamada. Por suerte en un momento una logró comunicarse conmigo y luego dos amigas".

"A ellas les tuve que decir que se comunicaran con mis papás en Santiago, que les dijeran que estaba bien. Mis papás habían intentado llamarme, pero no podían. Hasta hoy día (ayer) en la mañana aún costaba tener buena conexión de celular", agregó.

Arturo Monsalve Rebolledo (56) se fue hace algunos años desde Talcahuano a Iquique para trabajar en el Hotel Barros Arana, que está ubicado a 6 cuadras de la playa iquiqueña. La noche del terremoto lo sorprendió de turno, preparando dos pisco sour para un par de pasajeros del comedor principal. "Y llegó el terremoto", pensó cuando el movimiento se hizo mucho más fuerte que la seguidilla de temblores.

"Habíamos estado conversando todos estos días sobre el terremoto que se venía y ya estábamos preparados con el plan de evacuación y habíamos comprado víveres. Pero otra cosa es vivirlo. Estaba con las copas de pisco sour en la mano y de pronto se me sacudió el mundo, sentí la quebrazón de vidrios, se cayeron las copas y las botellas, todo lo que estaba en los estantes saltaba lejos. Se oscureció todo. Se me cayeron los tragos y me dio susto, especialmente por mi mujer que estaba en la casa, en Alto Hospicio", relató Monsalve.

"Enseguida se sintieron las sirenas de alarma de tsunami. Se me pasó toda mi historia y mis seres queridos por la cabeza y me dio miedo. Pero había que encargarse de los pasajeros y evacuar el hotel. Casi todos eran trabajadores y profesionales de la minería, así que colaboraron de inmediato. No fuimos caminando, con algunas cobijas, hacia la parte alta. Allí pasamos la noche , atentos a todo lo que iba ocurriendo en la ciudad, sentíamos sirenas, ruidos desde el puerto, llantos, gente corriendo", siguió contando, a lo que agregó que "se comentaba de las reas que huyeron de la cárcel y que había algunas personas muertas. Algunos mineros se fueron en diversos medios. El resto, regresamos al hotel apenas amaneció. Quise irme a Alto Hospicio, pero en la mañana no se podía, porque el camino estaba cortado. Fui a mirar el puerto y me dio pena ver a embarcaciones artesanales muy dañadas. El tsunami fue menor, menos mal. Por mi familia y amigos en Quillón y Concepción sabía que debía estar aperado con agua, pan y medicamentos. Supe que mi mujer está bien, pero que algunos vecinos tuvieron muchos daños en sus casas. ¿Vendrá el gran terremoto? ¿O era este?", reflexionó.

Paulina Parra es una penquista que hace un mes y medio reside en Antofagasta. La noche del martes revivió el terremoto de 2010 que pasó en su natal Concepción y contó que "la gente salió de inmediato, casi inmediatamente después que sonaron las sirenas. Estaba acostando a mi hijo (Emilio Sáez) y vi a la gente saliendo y corriendo, pero tranquilos, fue ordenada la evacuación, nadie se volvió loco, sólo un poco de congestión para quienes andaban en auto".

Con su familia escaparon a un cerro en la zona norte de Antofagasta, en la casa de un colega de su marido (Álvaro Sáez). Luego de una hora y media volvieron al departamento para cargar celulares, tomar el auto y regresar a la misma casa donde permanecieron antes. "No tuvo punto de comparación con lo que nos tocó vivir el 27/F, no vivimos la angustia de esa ocasión, acá los planes de prevención funcionaron y todo funcionó de manera ordenada", mencionó Parra al respecto.

Tranquilos pero llenos de recuerdos se vivió la emergencia en zonas de ex aldeas

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Para quienes vivieron el 27/F de 2010 en la Región fue imposible no rememorar esa noche el martes, cuando el terremoto de 8,2º Richter en el norte del país llevó a las autoridades a decretar alerta de tsunami y a ordenar la evacuación de toda la zona costera del país.

Pero, para quienes vivieron o aún viven en aldeas de reconstrucción, esta remembranza fue mayor. "Me acosté como a las 4 AM (de ayer). Estaba preocupada de que no volviera a pasar lo de 2010. Uno recuerda todo, como estar de nuevo viviendo lo mismo. Nos recuerda por qué estamos viviendo en las aldeas", describió Lilian Bastidas, dirigenta de la aldea Fernando Paz de Tumbes, en Talcahuano.

Cecilia Vallejos es dirigenta de El Morro. Contó que la principal preocupación era que todos los vecinos subieran a las zonas seguras. Pero, relató que no todos hicieron caso del llamado. No obstante, sí reflotó la solidaridad que se vivió las semanas posteriores al terremoto y tsunami de 2010.

"Tuvimos especial precaución con los adultos mayores. Esto trajo recuerdos. Pero, se ayudaban unos con otros. No querían volver a pasar lo mismo", manifestó Vallejos.

Desde Tumbes, Lilian Bastidas expresó que los recuerdos de hace cuatro años son tan fuertes que hace unos meses atrás se hizo un simulacro, pero a los vecinos no les gustó el ejercicio. Y, ayer, cuando se llamó a evacuar, la gente no quería salir.

No obstante, aclaró que estaban más preparados, pues contaban con elementos básicos de supervivencia guardados. Lo mismo ocurrió en El Morro, donde los vecinos se aperaron con bolsos en los que echaron botellas con agua y artículos para atender a los más pequeños.

Una realidad distinta fue la que se vivió en Cocholgüe, localidad de Tomé. Valentina Moscoso, presidenta de la junta de Vecinos Nuevo Cocholgüe, narró que ahora que se construyeron poblaciones en el sector alto de la localidad están más tranquilos. Dijo que sólo tuvieron que evacuar quienes viven en el borde costero, pero que todo se hizo con tranquilidad. Los menos prefirieron quedarse en la costa. No obstante, Moscoso planteó que las viviendas nuevas son seguras.

En Tumbes y El Morro viven muchos pescadores. Es por eso que, tras la destrucción del tsunami en la costa de Talcahuano, optaron por seguir viviendo cerca del mar. Y fue por eso también que tras el terremoto y alerta de tsunami en el norte, estos trabajadores pensaron en sus embarcaciones.

Tanto Bastidas como Vallejos contaron que apenas se decretó la emergencia los pescadores salieron mar adentro. "Se tiene que hacer así para no tener desgracias", indicó Cecilia Vallejos. Bastidas agregó que en Tumbes los pescadores fueron a sacar sus botes y que no todos quienes viven en el borde costero quisieron evacuar. Agregó que ayer, tras el levantamiento de la alerta, los botes retornaron a sus labores habituales.

En Cocholgüe también se aseguraron las embarcaciones.

¿Cómo actúan los chilenos frente a un Terremoto?

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Siempre se dice que nuestro país está acostumbrado a los sismos. Sin embargo, estos eventos causan conmoción en la comunidad. ¿Cómo responde el ser humano frente a estos fenómenos? Diría que puede reaccionar de tres maneras:

1. Entre el 10 y 20% de la población afectada tiene respuestas "adaptadas", es decir, que tienen capacidad de mantener la calma, enfrentar el miedo y adoptar medidas de protección y ayuda a los compañeros. Generalmente son personas informadas o preparadas, con capacidad de mando y elevado sentido de la responsabilidad cívica y moral.

2. Las respuestas inadaptadas, en tanto, se presentan en el 20 y el 25% de los afectados, quienes pueden presentar desde reacciones emocionales intensas como pánico y descontrol, hasta comportamientos de agitación, inhibición, negación y oposición.

3. La respuesta más común, que afecta del 50 al 60% de las personas víctimas de una catástrofe, las sufren aquella personalidades más influenciables, inseguros e indecisos. Actúan bajo la presión de los demás y pueden dirigirse hacia conductas de cooperación y socorro o hacia la inhibición, el pánico, y la fuga. A este sector se dirigen los esfuerzos y medidas preventivas como la información o el entrenamiento.