El cambiará el mundo
El alto precio alcanzado por los hidrocarburos durante los últimos años ha permitido tornar rentable la explotación del y del , hidrocarburos no convencionales.
Estos requieren para su explotación de una nueva tecnología desarrollada en los Estados Unidos, que consiste en la ruptura hidráulica de la roca contenedora, diferente a la que se emplea en los yacimientos tradicionales en que se perfora y el recurso emerge por presión interna o por bombeo.
Las reservas probadas disponibles son cuantiosas y se distribuyen con mucha generosidad geográfica. Estados Unidos, Canada, Argentina, Brasil, China, Francia, Gran Bretaña y Polonia poseen las principales reservas. Chile posee las terceras de Sudamérica, con las que podrá autoabastecerse por más de sesenta años. EE.UU. de ser el primer importador mundial de gas se transformará en gran exportador, además de satisfacer su demanda interna durante los próximos cien años.
Argentina accederá también a la condición de gran productor exportador con la sola explotación del yacimiento de Vaca Muerta, descubierto por Repsol en Neuquén y probable causa de su reciente confiscación, a los que debe sumar los generosos yacimientos en la Patagonia austral.
Esta nueva realidad insinúa un cambio radical en la geopolítica energética mundial. Un estudio de fines del 2011 de la Agencia Internacional de Energía titulado "Estamos entrando en una nueva edad de oro para el gas", anticipa un punto de inflexión histórico en el comercio mundial de hidrocarburos, con un inevitable impacto en las relaciones internacionales".
Medio Oriente y el Golfo Pérsico, principal región productora exportadora empezará a experimentar la competencia de otros oferentes que limitarán su poder y capacidad de negociación en los asuntos mundiales.
Rusia, abastecedor de Europa occidental, correrá la misma suerte con la puesta en valor de los yacimientos de Francia, Polonia y Gran Bretaña, que harán a Europa menos dependiente del flujo energético proveniente del gigante del este.
EE.UU. recuperará la independencia energética perdida a comienzos de la segunda mitad del siglo pasado y podrá verse tentado de volver a la política de aislamiento que prevaleció antes de la Primera Guerra Mundial acicateado por la necesidad de reducir su deuda y déficit, propósito al que no le vendría mal ahorrar los mil millones de dólares diarios que le cuesta su despliegue estratégico, en particular el de su Marina de guerra, destinado fundamentalmente a mantener abiertas las vías de aprovisionamiento energético.
Argentina, con quien la naturaleza ha sido muy generosa, tendrá una nueva oportunidad de incorporarse a las ligas mayores de la economía mundial o transformarse en foco de inestabilidad y conflicto, de persistir en su errática e impredecible trayectoria.