La ingeniería genética suma un nuevo logro, esta vez en el campo agrícola. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) con sede en España encabezó un estudio para aumentar la longevidad de las semillas.
En dicho trabajo participaron colaboradores del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (centro mixto del CSIC y la Universitat Politècnica de València, y la Unidad de Investigación en Genómica Vegetal del instituto francés Evry. Los resultados fueron publicados en la revista Plant Physiology.
De acuerdo al estudio, las plantas expresan un gen denominado ATHB25, que codifica una proteína reguladora de otros genes y aumenta la cantidad de giberelina, una hormona que promueve el crecimiento de las semillas y les otorga una cubierta protectora.
"Esta cubierta es la responsable de evitar la entrada de oxígeno en la semilla; el aumento en la giberelina la hace más fuerte y esto deriva, al final, en una mayor resistencia y longevidad de la semilla", explicó el investigador del CSIC Eduardo Bueso, a través de un comunicado.
Los científicos investigaron alrededor de medio millón de semillas correspondientes a mutaciones de la especie Arabidopsis thaliana, muy utilizada en la biología molecular.
"Finalmente, en el estudio analizamos cuatro mutantes y comprobamos la incidencia sobre la longevidad de las semillas de la planta al introducirle la sobrexpresión del gen ATHB25", apunta el profesor de investigación del CSIC, Ramón Serrano.
Para efectos del análisis las semillas se conservaron durante 30 meses en condiciones de humedad y temperatura ambiente. El resultado fue que las semillas modificadas tienen un 90% de probabilidades de reiniciar su germinación por sobre las normales.
Los investigadores comenzarán a experimentar con semillas de alto interés agronómico, tales como el tomate y el trigo.
Según los expertos, el estudio podría tener un fuerte impacto en el campo agrícola, al reducir el desperdicio de semillas y mantener la biodiversidad. "Al incrementar la vida útil de las semillas, reduciríamos el gasto derivado de su compra", explica Bueso.
"Antiguamente se cultivaban muchas especies de distintas plantas, pero se han perdido muchas de ellas, ya que lo que prima hoy son los criterios de rendimiento", agregó el investigador.