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Gratuidad y lucro

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Muy compleja se ve la discusión sobre el lucro y la posible propuesta para alcanzar la gratuidad en la educación superior. Tan compleja como que comienza con la definición de lucro, tal como lo dejó en claro el ministro de Educación, Eyzaguirre, en una entrevista de un programa de TV, el martes, cuando al referirse al retiro de tres proyectos de ley vinculados con la educación precisó que era necesario definir exactamente qué se entiende por lucro, entre otras cosas.

Si se revisa la literatura pertinente, el concepto de lucro no se puede entender de muchas maneras. Se trata de un concepto económico que corresponde a la ganancia, excedente o beneficio neto obtenido como diferencia entre los beneficios y costos asociados a una actividad. Y estamos rodeados por el desarrollo de actividades con fines de lucro, esto es, el desarrollo de actividades económicas con el objeto de lucrar.

En el ámbito educacional, el problema central no es el lucro, ni siquiera el lucro vinculado con la educación, por cuanto muchas instituciones de educación lucran con los resultados de sus procesos. El problema en realidad está asociado a lucrar con la educación, esto es lucrar con el proceso de enseñanza aprendizaje. ¿Y, por qué no lucrar en este caso si es posible lucrar con cualquier actividad destinada a generar bienes o servicios que satisfacen las necesidades de la sociedad?¿Debería ser totalmente gratis si se la considera, como dijo nuestra Presidenta, un derecho social?

Un argumento repetido en el ámbito de la discusión sobre la gratuidad en la educación es que no es un bien de consumo, sino que es un derecho social. Pero ¿Qué ocurre con los restantes derechos sociales? ¿Por ejemplo, con los derechos asociados a la salud, la vivienda, el medio ambiente, la seguridad? Fácilmente se confluye en una restricción, la necesidad de recursos como una barrera a los planteamientos relativamente absolutos.

En evaluación social de proyectos se estudian algunos enfoques para la asignación de recursos; hay uno en particular, el de las necesidades básicas que aportaría bastante esta discusión. Este enfoque plantea que en la sociedad existe una disposición natural de las personas que están mejor para beneficiar a los que están en peores condiciones y que esto se manifestaría en la disposición favorable para aprobar transferencias en forma de impuestos destinadas a financiar programas sociales. Sin embargo, no cualquier programa ni cualquier nivel de beneficio. Por ejemplo, existiría disposición para elevar el bienestar en salud hasta un nivel comparable al que tiene hoy alguien que pertenezca al cuarto quintil de ingresos.

Si se acepta que existen ciertos tipos y niveles de derechos sociales que la sociedad está dispuesta a facilitar habría que estudiar la capacidad disponible y establecer el punto de acuerdo sobre cuales derechos sociales, y hasta qué nivel, se van a priorizar.

Sedentarismo

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La diabetes y la hipertensión, sumadas al envejecimiento, son los principales factores de riesgo para desarrollar la enfermedad renal crónica, que afecta a uno de cada diez adultos en el mundo, según ha dado a conocer la Organización Mundial de la Salud. Ha instado a los servicios de salud a incorporar pruebas o marcadores de daño renal en forma oportuna en pacientes con alto riesgo, y ha insistido en que las personas mantengan estilos de vida saludables.

A medida que los países se desarrollan, comienza a abundar el consumo de comida chatarra, rica en grasas y sal, y de productos excesivamente azucarados, mientras la televisión, el computador y los juegos informáticos atraen a los niños para pasar horas sentados, sin hacer ejercicios físicos. En consecuencia, nuestra población se va haciendo cada vez más sedentaria.

Realizar actividad física, no fumar, llevar una dieta saludable, comer con poca sal y poca azúcar y chequearse regularmente la presión arterial, pueden prevenir la hipertensión y la diabetes tipo 2, y si se padecen estas enfermedades, debe mantenérselas bajo control para evitar que lleven también a generar daños en los riñones.

En América Latina, dos de cada tres personas mayores reportaron tener una de seis enfermedades crónicas frecuentes a esa edad (hipertensión, diabetes, cardiopatía, enfermedad cerebrovascular, artropatías o enfermedad pulmonar crónica) y dos de cada tres dijeron tener al menos dos factores de riesgo dentro de los tomados en cuenta (hábito de fumar, sobrepeso o la falta de actividad física rigurosa).

Para detectar la enfermedad renal crónica, los especialistas recomiendan realizarse un examen de sangre y de orina, y medirse la presión arterial, en especial entre la población en riesgo, como diabéticos, hipertensos, mayores de 65 años, quienes hayan tenido algún episodio cardiovascular, familiares de pacientes que ya sufren alguna dolencia renal, fumadores y personas sedentarias.

En América, las enfermedades no transmisibles, como cáncer, diabetes, cardiovasculares, respiratorias crónicas, causan tres de cada cuatro defunciones, es decir, que unas 4,45 millones de personas mueren al año por causa de alguna de ellas. La OMS trabaja con los países americanos para reducir un 25% las muertes prematuras por estas enfermedades para 2025. Sin embargo, el primer paso debemos darlo cada uno de nosotros, al mantener un estilo de vida más sano.