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Una mirada simultánea al pasado y futuro del arte local

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Cuando a principios de siglo se expanden las vanguardias, una de las premisas fue enfrentarse al academicismo y el refinamiento de un arte previo que obedecía más a intereses sociales, religiosos o políticos en vez de centrarse en explorar las posibilidades de un lenguaje con sus propias leyes y reglas. Desde entonces el arte actual ha tomado referentes del pasado bajo los más diversos prismas; desde el homenaje hasta la sátira, e incluso la descolocación a través de nuevos códigos.

Así como el francés Marcel Duchamp le puso bigotes a una reproducción de la Mona Lisa o el fotógrafo norteamericano Joel Peter Witkins recrea a las Meninas de Velázquez usando cadáveres mutilados, cada guiño a las obras del pasado alcanza un valor único dependiendo del contexto, el vínculo del autor o la territorialidad. Pero las posibilidades se expanden incluso más allá de la interpretación libre de una imagen o de una acción concreta; es perfectamente aplicable a un grupo, a un colectivo y hasta a un movimiento pictórico de otros tiempos.

DIRECTRICES DEL TRECE

En este punto es cuando ingresamos a "Palíndromo. Ejercicios de producción visual" exposición colectiva de un grupo de egresados de Arte de la U. de Concepción, quienes se basaron en la Generación del 13 (el plantel cuenta con una importante colección de aquel movimiento) para brindar una propuesta con diversidad de formatos y miradas, y cuyo resultado es bastante interesante.

Son tres lo ejes que organizan el montaje: el cuerpo, el espacio y la cultura, aspectos que también caracterizaron al grupo al cual se asocian nombres como Juan Francisco González, Pedro Lira o Arturo Gordon, manteniendo además aquel toque melancólico de la también llamada "generación del centenario". Los puentes que se establecen no son imitativos ni paródicos, sino más bien guiños que van desde lo lúdico hasta reflexiones más complejas.

Se trata de un proyecto de título de egresados del 2013, quienes durante todo el año idearon sus obras de manera que se vinculen unas con otras dependiendo de las tres inquietudes mencionadas, contando además con la asesoría de cinco docentes de la Escuela de Arte.

No fue un ejercicio impuesto sino que surgió precisamente de algunas reflexiones de los participantes. Ellos son Mauricio Carrasco, María Fernanda Zárate, Nadia Bastías, Riola Toloza, Daniela Guzmán, Sebastián Abrigo, Miguel Godoy, Miguel Araneda, Johan Carlsson y Camila Moraga. Cada cual otorga su propio sello o mirada, dando además algunas luces de lo que ha sido su búsqueda y el camino que seguirán como artistas.

Nos encontramos entonces con cuerpos cotidianos que parecen recorrer la sala cual espectador, pero también retratos que combinan el trazo con la materialidad de una tela que se quema en capas justo a la altura del rostro.

También resulta interesante un trabajo en video donde se exploran las posibilidades del dibujo, así como una fotonovela que logra transmitir emoción más allá de su inquietante montaje objetual. La escultura también se hace presente, con obras en que contrastan la pureza del material con un feísmo orgánico y tétrico en sus formas.

Estos diálogos dan cuenta de los avances que está mostrando la escuela a la hora de desprenderse de estilos y formatos rígidos, los que a la larga terminan generando una visión un tanto académica de cómo debe ser la obra de arte.

La mirada respetuosa y sublimante con que se homenajea el espíritu de los autores del 13 también es reflejada en la meticulosidad con que se efectuaron algunas obras; desde una detallada construcción con alfileres hasta retratos en posturas poco convencionales. Pero también se le da importancia al gesto, al rescate informalista de publicaciones antiguas, o la presencia de paisajes un tanto difuminados o brumosos.

En suma estamos ante una generación heterogénea e inquieta, la cual no ha esperado recibir un diploma para desarrollar una propuesta personal. Para analizar sus alcances en realidad se debe conocer el resto de las creaciones individuales, pero al menos en el conjunto brindan un indicador de la creatividad de los nuevos artistas del Gran Concepción, así como la mirada crítica y abierta al diálogo respecto a los referentes nacionales que constituyen la historia del arte chileno.

Ese es precisamente el significado de "Palíndromo"; una palabra, número o frase que se lee igual hacia adelante que hacia atrás (por ejemplo: "se van sus naves"). En esta muestra podríamos pensar en una postura sólida, confiada, pero que mira con dinamismo tanto al pasado como al futuro.