Cuando no se duerme lo suficiente y no hay un sueño reparador, se pueden ver afectados el estado de ánimo, así como el rendimiento en las actividades, sean éstas académicas, laborales o físicas.
Desde hace algunos años que la World Association of Sleep Medicine (Wasm), instauró el Día Mundial del Sueño (14 de marzo), como la conmemoración de una fecha en la que se debe recordar la importancia de dormir bien, así como dar a conocer la existencia de diversos trastornos del sueño.
Y es que será por el ritmo de vida o por culpa del 'reloj biológico' que muchas veces las personas olvidan lo importante que es dormir bien y lo suficiente, desconociendo las consecuencias que tiene un mal dormir en la vida diaria y en la salud.
El director de Psicología de la Universidad Santo Tomás de Concepción es enfático: dormir es una fase del vivir. "Durante esta fase todo organismo reduce sus niveles de atención y activación para que éste resintetice las sustancias necesarias y repare lo malo (biológicamente)", explica.
Es por el hecho de que sólo disminuyen los niveles de atención y no es que inhiban, que en ocasiones se producen los sueños. "Bajo algunas circunstancias son producidos para generar cambios a nivel de nuestro funcionamiento psicológico; por ejemplo de resolución de problemas, o de liberar o trabajar en un estado de baja conciencia aquellos conflictos que, conscientemente, son más complejos", sostiene.
Dado esto, los problemas en el sueño se consideran, desde un punto de vista psicopatológico, como alteración de la conciencia.
LO SUFICIENTE
El especialista en Hipnosis Clínica Erik Álvarez, académico de Enfermería Ucsc, explica que de manera cuantitativa hay rangos esperados de horas de sueños en las personas, lo que varía según la edad. Por ejemplo, un bebé recién nacido duerme entre 10 a 18 horas diarias, debido a que requiere un desarrollo rápido, disminuyendo el número de horas de manera paulatina según crece. En el caso de los adolescentes, dice, éstos necesitan un promedio de 8,5 a 9,5 horas para, finalmente, en la adultez llegar a un promedio de 7 a 9 horas diarias de sueño. "El adulto mayor tiene un metabolismo que es más lento, por lo que puede encontrase una ligera disminución acercándose más a siete horas diarias de sueño que a nueve", puntualiza.
DIVERSAS CONSECUENCIAS
Tener un mal dormir y no dormir lo suficiente puede afectar a la persona desde los puntos de vista psicológicos y biológicos. Y es que, dado que nuestro organismo necesita descansar y reponer la energía que ha gastado, un mal dormir puede repercutir en distintas áreas como disminuir la resistencia física y la concentración, exponiendo a la persona a sufrir accidentes. El docente, agrega además que se puede alterar el ánimo y afectar negativamente el rendimiento. "Esto, habitualmente, redunda en problemas de relaciones interpersonales", comenta.
En ese sentido, también plantea que se debe tener en cuenta que un mal dormir podría ser la manifestación de la agudización o descompensación de patologías de salud mental tales como la ansiedad o la depresión, aunque en la depresión, aclara, se pueden presentar ambos extremos: tener un mal dormir o dormir demasiado. "En personas con antecedentes de esquizofrenia, el insomnio es un síntoma importante que indica que se está reagudizando la enfermedad. Para estos casos el reponer el patrón del sueño y asegurarse un buen descanso es parte central del tratamiento", asegura.
TRASTORNO DEL SUEÑO
Siguiendo la línea anterior y aunque no es en todos los casos y a veces sólo se pase por períodos en que se duerme menos o el dormir no es reparador, muchas veces se está frente a casos de trastorno del sueño.
Rodolfo Álvarez explica que el gran trastorno del sueño es el insomnio. El profesional menciona que "se puede encontrar el Insomnio de Conciliación o dificultad para quedarse dormido, el Insomnio Medio que se manifiesta con despertadas a mitad del sueño y le cuesta volver a dormir más, y el Insomnio Tardío que es el despertarse temprano y no poder dormir". En contraposición también existen quienes duermen en demasía y mucho más de lo que el cuerpo necesita, lo que se conoce como Hipersomnia.
A lo anterior, el psicólogo añade que existen otras alteraciones como la Narcolepsia que es quedarse dormido sin posibilidad de evitarlo, así como también las Apneas del Sueño, que es suspender la respiración al dormir generando ronquidos. "Aparte de éstos, existen otros fenómenos asociados al sueño, que no son trastornos y se conocen como Parasomnias (paralelos al sueño), entre ellos podemos mencionar los Terrores Nocturnos, que son pesadillas con despertar y se dan especialmente en niños; el Sonambulismo o caminar dormido y la Somniloquia o hablar dormido", ejemplifica.
Es por lo mismo que ante el cansancio, la disminución del rendimiento, sea éste a nivel académico o laboral, o el exceso de los eventos antes descritos, las personas pueden sospechar que se está sufriendo de algún trastorno del sueño o parasomnia, situación ante la que es importante acudir a los especialistas, tanto neurólogos como psicólogos, quienes podrán realizar las intervenciones pertinentes, según diagnóstico y causa, tomando en cuenta que no hay que automedicarse cuando no se puede dormir.
Lo anterior es primordial, ya que, según Erik Álvarez, desde la perspectiva fisiológica, a largo plazo, los trastornos del sueño se pueden asociar con la diabetes y problemas cardiovasculares, entre otras enfermedades.
Para que el sueño sea reparador se deben mantener buenos hábitos al dormir. Según el especialista en Hipnosis Clínica, Erik Álvarez, éstos se resumen en lo que se conoce como normas de 'higiene de sueño'.
Entre las principales recomendaciones, dice, se encuentra el uso del dormitorio sólo para dormir y tener relaciones íntimas; acostarse sólo cuando se tiene sueño, evitando llevarse trabajo para la cama, tampoco se recomienda ver televisión antes de dormir.
El experto también afirma que es importante seguir una rutina al irse a acostar: que sea en un horario similar cada noche, ponerse pijama u orar, son sólo algunos ejemplos. El uso de algunos relajantes naturales tales como beber leche tibia, agua de toronjil o té de cáscara de naranja, también son una buena práctica.
"Dentro de la 'higiene del sueño' se sugiere evitar dormir siesta o estimularse antes de irse a acostar, esto quiere decir que hay que evitar tomar café o beber alcohol, hacer ejercicio fuerte o ver televisión hasta tarde. Tampoco se recomienda consumir una comida abundante o pesada antes de acostarse", explica.