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El peso del humor y la fomedad en la Quinta Vergara

La desafortunada rutina del oriundo de Valparaíso permite reflexionar sobre el tema en Viña.

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Una de las particularidades que hicieron que el Festival de Viña se transformarse en una de las citas más importantes de su tipo en Latinoamérica es aquel aire de circo romano que alcanzó su punto álgido durante los 80.

Eran años de represión y en la Quinta Vergara se daba una oportunidad única para que el pueblo hiciera sentir su opinión y su poder, al menos ante el desempeño de un artista. En la antigüedad habría sido el pulgar hacia abajo determinando el destino del gladiador en el centro del coliseo.

Allí es donde los humoristas, cual bufón dependiendo del ánimo del rey, tenían la misión más ingrata. Es por esto que en los recuentos de momentos inolvidables sigan apareciendo desde la censura directa hasta los éxitos apabullantes de Bigote Arrocet o Dinamita Show.

Sin embargo, la imagen que más perdura en el recuerdo es el destroce de rutinas de nombres como Sergio Feito o Ricardo Meruane. Este año fue el turno de Rudy Rey.

CARNE PARA EL MONSTRUO

Lamentablemente, el Festival ha ido perdiendo aquel encanto popular con pizcas de morbo. Más que por razones políticas ha sido por estrategias comerciales que enfatizan más el programa de televisión que el evento en vivo.

Atrás quedaron los diarios transformados en antorchas y el audio del público se disminuye a través de la pantalla. Ya no basta con que la gente pida la Antorcha: Los animadores no saldrán a escena antes de lo pauteado o entregarán el galardón sin siquiera considerar a la concurrencia.

Pero el humor sigue cargando con aquel sello de empoderamiento y, seamos sinceros, muchas veces esperamos en secreto que el "monstruo" se devore a alguno. Por esto, es que el humor seguirá siendo imprescindible en Viña, en especial si se considera que marcan los peaks de rating.

Esto ha quedado en evidencia en los últimos años con la competencia de otros festivales como Olmué, Antofagasta o Viva Dichato. Allí una rutina efectiva es capaz de destrozar a la competencia. Esto obligó al evento viñamarino a reestructurar su calendario.

LO QUE BOTÓ LA OLA

Alguna de las citas estivales se aseguraron con anterioridad esa parte de sus parrillas. Hoy queda la sensación que en la Quinta Vergara está lo que botó la ola.

Los Locos del Humor están abajo en el listado de duplas de humor callejero que salieron a la luz tras los Dinamita Show. Sin embargo, su propuesta rayó en la picantería, la redundancia y los chistes ultra conocidos. Gigi Martin intenta sacarse el rol de bandejero del muñeco Melame insertándose en las aguas del stand up comedy con lugares comunes y sin tanta autenticidad. Paya Hop es un número de ragamuffin cómico cuya razón de ser está en una micro.

La excepción fue el argentino Jorge Alís. Hizo lo que otros no se atreven, considerar a su audiencia como personas inteligentes capaces de captar agudas observaciones.

LA IDEA NO ES REPETIR

Lo de Rudy Rey apenas merece comentario: Canciones populares con las letras cambiadas, con gestos y movimientos de baile que rayaban en lo vergonzoso, como si el sólo hecho de ponerse una peluca fuera motivo de carcajadas.

¿Pero cómo se explica que al mismo Rudy Rey le fuera bien en Viva Dichato con una rutina similar el 2012? Allí está la primera razón: La falta de innovación y creatividad. Por lo demás, el evento regional tenía otro ambiente, con ingreso gratuito y una estructura fiestera que apelaba más al dinamismo que a la trascendencia artística, con el relajo propio de una cita familiar. En Viña, en cambio, estaba el peso de una historia y un público que fue por Ana Gabriel y Raphael.

El show de Rudy Rey quizás funcione en un pub, donde la gente se va a tomar un trago y agradece una breve e interactiva sesión de humor musical. En el set de TV ello también puede ser novedoso. Sin embargo, repetir la fórmula en la Quinta Vergara, sin siquiera tener un guión de fondo, ya es otra cosa.

Para más patetismo, hubo un momento en que el comediante, al sentir la chifladera, comenzó a pedir disculpas, hacer ceacheí, valorar la educación gratuita y otros intentos desesperados por recuperar al público. El problema es que salir de la arena del coliseo tampoco era tan fácil, cambiaría los tiempos para la tanda publicitaria, la competencia y Raphael. Todo tendría que adelantarse, y en un programa de TV eso es inaceptable. Antes cualquier cosa podía suceder, hoy está todo maqueteado. Rudy optó por seguir como si nada, poniéndose la peluca de Shakira, los dreadlocks de Kike Neira y los dientes de Luismi, robóticamente, sin escuchar "la voz del pueblo" como exigiera El Puma en el citado escenario en los 80.

Démosle un respiro a Rey, quien obviamente estaba ilusionado y ahora lo pasa mal. Démosle su cuota de culpa a los organizadores, a los que arman la parrilla, a los marqueteros que en base a fórmulas creen saber lo que desea el pueblo. Esto sin considerar la historia, el talento y el buen gusto del público. El show de Rudy pudo haber sido un bodrio, pero igual el fracaso marca puntos. Para algunos eso basta y sobra, pero la mancha que se va dejando sobre el festival tarde o temprano tendrá repercusiones más gravitantes.

Gigi Martin no esconde sus nervios antes de actuar en Viña

Humorista tiene la responsabilidad de hacer reír al monstruo esta noche. A su favor tiene el cariño del público. ¿Bastará con eso?

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Con Gigi Martin podría ocurrir algo así esta noche: Que se ponga a llorar producto de la emoción y que el público lo apoye y le dé todos los premios. El "monstruo" lo quiere. Por lo tanto, podría perdonarle que desarrolle la rutina que ya se le conoce en su etapa solista.

Sin ánimo de adelantar nada -si es inteligente tendrá que mostrar algo novedoso- lo que más se le conoce es una pauta estructurada con algunos relatos más bien fomes, un muñeco de Pinochet y su imitación de Raphael (viene de los tiempos de "Mi nombre es Vip" el 2012).

En concreto el humorista estuvo por última vez en el Festival de Viña del Mar, como parte de "Melón y Melame" en 1999. Esta noche regresa como el humorista mejor pagado de la LV versión festivalera (37 millones de pesos) y la reciente presentación de Raphael como reemplazo de Alejandro Fernández, quien se bajó por un accidente en ski. Ojo, que este detalle no es menor, si anotamos sobre lo que Gigi Martin ha venido mostrando en vivo.

REINVENTARSE

Con cuatro décadas de carrera (se transformó en uno de los fijos en "Sábados gigantes" a mediados de los 80), confiesa que deseaba el momento de mostrar su trabajo en solitario. "Es que estuve mucho tiempo con Mauricio (Flores), siendo su bandejero y sin poder demostrar lo que yo hacía", confies a Emol, con el dedibo agregado sentimental.

"Cuando digo que soy resiliente es porque no es fácil volver a partir. No lo es cuando pierdes la autoestima, cuando tienes que volver a reinsertarte en el medio, luego de que nadie te contrata, porque eres el ventrílocuo", enfatiza a 15 años del rompimiento de la exitosa dupla.

No es una novedad, entonces, anotar que Martin se reinventó. Y lo hizo en un estilo de café concert, contando historias más que chistes. De eso vive, con las presentaciones en fiestas de empresas como su más regular escenario.

Por eso a Viña llega cual debutante. "Es que nunca se toca el cielo, ni aunque me vaya bien en Viña. Todos los días uno sigue aprendiendo. Siempre es una primera vez, y ésta será mi primera vez en Viña, porque lo anterior ya es historia", explica aludiendo sus dos trinfales pases en la Quinta Vergara junto a Flores.

Consultado sobre lo que va a realizar esta noche, Gigi Martin confirmó que lo suyo se estructura en tres segmentos (algo de lo que mencionamos en el segundo párrafo). "Siento que la gente me va a recibir bien. Me pidieron 40 minutos, no me puedo pasar. Pero yo siempre hago una hora, una hora y cuarto, aunque en eventos distintos. Éste es un festival, voy después de Rod Stewart. No es fácil", indica nervioso.

"Voy con el respeto que la gente se merece. Una señora me dijo en la calle: Lo único que queremos, independiente de lo que pase en Viña, es que usted esté bien. Queremos verlo bien. Hasta cadenas de oración van a hacer, y eso me pone contento", indica, quizás, poniéndose el parche antes de la herida.

UN HISTÓRICO DEL ROCK

El llamado a ser una de las grandes estrellas de este Festival, el escocés Rod Stewart (69), ya se encuentra en la Ciudad Jardín. Llegó ayer en su avión privado. A eso de las las 17 horas la aeronave aterrizó en el aeródromo de Torquemada, hasta donde el ex integrante de Faces llegó en compañía de su hija Ruby, de 26 años, con quien incluso podría interpretar un tema.

Al menos así pasó en Uruguay, su última estación, donde juntos cantaron el clásico "Forever young", durante una presentación en el Estadio Centenario.

El astro se encuentra ahora en el Hotel Sheraton Miramar, a la espera del show que abrirá la quinta noche en el Festival de Viña del Mar.

Su visita se produce 12 años después del primer intento del certamen por tenerlo (a cargo de Canal 13), intento que falló a última hora, con los contratos firmados y los anuncios hechos.

El astro ha escrito parte importante de la historia del rock, no sólo por su paso en Faces, sino también clásicos con Jeff Beck Group.