Lo que se espera
La política es una actividad noble cuando busca los consensos y llevar a buen puerto las demandas ciudadanas al límite de lo posible, manteniendo vivas las aspiraciones, en un clima de paz social.
Pero ciertamente escasean esas ideas en estos momentos, en especial en la centroderecha, donde salvo el manejo de lo económico, cuesta encontrar personeros que entiendan lo social de un país, vale decir, que vean más allá de los números. Tampoco es que la centroizquierda lo logre, pero al menos parece tener una mayor sensibilidad o una imagen ad hoc en este punto.
El chileno demanda hoy cuestiones específicas y no se trata de llevar el asentimiento de manera permanente, pero al menos debe haber conciencia de la necesidad de administrarlo. De eso se trata la política.
Resulta sorprendente que un gobierno con tan buenos números económicos como el que ahora termina su gestión- haya fracasado en su intento por retener el poder, más aún cuando la oposición parecía no superar el desgaste de 20 años de administración entre 1990 y 2010.
Las razones para explicar aquello son muchas, pero posiblemente destacan la defectuosa lectura de lo que hoy es Chile, malas designaciones de autoridades y el desprecio que se tuvo en variados momentos con la actividad política.
Hubo errores importantes con las autoridades durante estos años, con designaciones erróneas en algunos casos, con una incapacidad de entender incluso a personas de su propio sector, a veces con falta de proyectos que permitieran soñar en grande. Por el contrario, a ratos abundaron los personalismos, reacciones populistas y peleas personales que terminaron por dañar las muchas acciones y obras buenas que se hicieron y que sólo terminarán de verse conforme pase el tiempo.
Chile es un país de equilibrios y por lo tanto requiere de un buen gobierno, en este caso el que asumirá en marzo, y de una centroderecha opositora que defienda sus ideales con respeto, colaborando en lo que sea necesario con las próximas autoridades, pensando en el bienestar de Chile.
Hace rato que se extrañan mensajes y personalidades que piensen en el país, más que en sus propios sectores.