Expectativa agrícola
Cada cuatro años el cambio de Gobierno implica asimismo modificaciones en las políticas sectoriales, respetando aquellas iniciativas, planes y programas considerados exitosos y marcando énfasis particulares. Esta vez en la cartera de Agricultura -tan importante para una Región como la nuestra- asume un hombre vastamente conocido en el sector y habitual en innumerables seminarios a los que concurren los productores.
Y, obvio, tiene sus particulares puntos de vista respecto de los cambios y prioridades que el Gobierno tiene en mente para estos cuatro años, privilegiando siempre el largo plazo.
Un tema importante en la agenda del futuro ministro de la cartera es reimpulsar todo el aparato de investigación, innovación, generación y transferencia de tecnología. Asunto que en las regiones con vocación agrícola, como El Maule, Bío Bío, La Araucanía y Los Lagos, se ha considerado deficitario en los últimos años, apreciándose que -por ejemplo- los centros de investigación debiesen disponer de fondos suficientes y una mayor cantidad de profesionales y medios para desarrollar en plenitud su tarea, la misma que los transformó en estaciones claves para sacar adelante las diversas actividades silvoagropecuarias de la zona, principalmente en las provincias de Ñuble y Bío Bío.
Para el titular de la cartera se trata de uno de los pilares que articulan el desarrollo del sector; además, crear un plan de mejoramiento de la condición de uso en términos de eficiencia y disponibilidad de recursos hídricos. En esto último, la región del Bío Bío sufre tanto de la carencia de agua para riego como de la tecnología suficiente como para aprovechar técnica y racionalmente este elemento con el cual nada es posible en los campos.
Esta Región, con tanta vocación agrícola, ganadera y, en los últimos lustros, frutícolas, necesita de un manejo ministerial aterrizado y muy potente, prolongado en el tiempo, que ponga a su disposición investigación, transferencia, tecnología y medios para trabajar competitivamente y producir desde el cultivo tradicional a las mayores innovaciones, que se aprecian precisamente en el ámbito de las frutas, especialmente en el caso de quienes carecen de espaldas financieras para proyectarse.