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Una ciudad que decepciona

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La ciudad te seguirá./ Vagarás por las mismas calles. /Y en los mismos barrios te harás viejo/ y en estas mismas casas encanecerás/ Siempre llegarás a esta ciudad./ Vago por las calles de Concepción con emoción, y evoco estos versos de Constantino Cavafis ,pero aquí se acaba la poesía: la ciudad cada vez me decepciona , está fea, sin gracia, carente de cosas elementales . No es falta de cariño, la siento muy mía.

Un contraste que envidio: en Santiago tres centros culturales están en un perímetro de pocas cuadras el Centro Cultural Gabriela Mistral ,el Centro de Extensión de la Universidad Católica y el Centro Cultural Palacio de la Moneda. Todos con una oferta impresionante. Un botón reciente: "Memoria Grabada" la exposición de tres destacados artistas en el GAM. José Venturelli, Julio Escámez y Santos Chávez. Estupendo estudio y montaje. Cien obras y tres murales, de cada uno de ellos, el de Santos Chávez rescatado, restaurado y vuelto a lucir en el propio centro y el de Escámez recordado en una fotografía gigante del día de su inauguración el año 1972 en la Municipalidad de Chillán. Este es imposible de recuperar. Los militares el 11 de septiembre de 1973 lo destrozaron. Chávez y Escámez son artistas de la Eegión del Bío Bío, son lo mejor de lo nuestro.

En Concepción cambia de locación el Aula Magna de la UC, un espacio cómodo, de fácil acceso, con una oferta cultural variada y estimulante. La segunda ciudad de Chile, todavía no cuenta con un centro cultural de magnitud, aún cuando el teatro del Bío Bío está listo para iniciar su construcción. ¿Por qué se ha demorado tanto en ser una realidad? El centralismo asfixiante me responderán. Estoy de acuerdo, en parte, pero también tiene que ver con la audacia y el ímpetu de las autoridades locales, de aunar voluntades, como el caso del teatro. Entonces no se entiende tanta demora. El cascarón del viejo teatro del Liceo Enrique Molina, frente al parque Ecuador, aún está allí como un herido por años y años. Como se revitalizaría ese sector con un teatro hermoso y remodelado. Frutillar, la bella y pequeña localidad lacustre, tiene un teatro magnífico, de una belleza casi irreal cuando uno escucha un concierto , a mediodía, y observa el esplendoroso lago Llanquihue. Son los privados, me refutarán, pero también el Estado, las autoridades regionales y locales. Una alianza que funciona y que se puede imitar.

La zona tiene necesidades más urgentes. Pero la cultura es una necesidad, no es un lujo. No hay públicos, me dicen. Los hay, las audiencias se forman. Todos aprendemos si nos enseñan y nos dan una oferta hermosa, amigable, ojalá no demasiado cara, si lo lugares son accesibles, si hay actividades múltiples, si tienen un espacio para descansar (la población envejece). Además las universidades le dan un sello y aportan a sus miles de jóvenes estudiantes.

Concepción necesita una piscina municipal. Muchas comunas más pequeñas tienen la suya. La segunda ciudad de Chile no. Me refutan que es una ciudad con playas a cinco minutos. Pero ese detalle no excluye la existencia de una piscina.

El cerro Amarillo está desierto, vacío, no hay visitantes. Lo digo con propiedad porque circulo por allí. Está en Rengo con Rozas. ¿De qué sirven los espacios públicos sin uso? ¿Por qué no se levanta allí una piscina municipal? ¿Es una sugerencia loca? Sí, me argumentarán porque no se puede desvestir un santo para vestir al otro. Es un área verde en una ciudad que tiene pocas. Pero qué sentido tiene, si está desolado siempre. Lo imagino convertido en un centro bullente, vivo, repleto de familias, de jóvenes, con una cafetería, terrazas para la lectura, con seguridad adecuada.

Los penquistas no quieren a su ciudad, no la ocupan, me comentan. No lo creo. Podría rebatir con que las autoridades comunales sucesivas en el tiempo tampoco la quieren, si no que me expliquen el objetivo final de esas gigantescas "palmeras" en Barros Arana entre Colo Colo y Castellón, o del memorial del 27/F , aparte del recordar a las víctimas.

Sin sociedad, los sitios de memoria no tienen sentido. ¿Le preguntaron a los penquistas donde querían un memorial? . Desplazaron una escultura para instalar otra. ¿Qué es eso? .La gente suele no visitar monumentos gigantes, sin alma, que no le dicen nada. Pasan raudos. Que lo digan los romanos y el monumento a Vittorio Emanuelle II ,enclavado en el corazón de la Roma medieval. O los habitantes de Trieste , sobre la Rissera di San Sabba, al que no visitan y cuya altura los intimida.

Universidades públicas

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¿Qué es una universidad pública? En los últimos años, la sociedad chilena ha reivindicado con fuerza la necesidad de tener universidades públicas más sólidas. Sin embargo, este análisis a veces es desnaturalizado, por el error de identificar público con estatal. No siempre el Estado es fiel a la naturaleza pública que le corresponde. Por otro lado, ciertamente, en el contexto del desarrollo histórico que las universidades han tenido en Chile, no es posible identificar lo público con lo estatal.

Esta discusión es de particular importancia en nuestra región, puesto que nuestra principal universidad, la Universidad de Concepción, no es una universidad estatal. Sin embargo, sí es una universidad pública, tanto por su origen ciudadano, por su estructura institucional (que le permite ser una corporación de derecho privado, pero que no tiene propietario alguno) como por su función social. De allí que su naturaleza pública haya sido reconocida por décadas tanto por el Estado chileno como por la comunidad nacional y regional.

El actual proceso eleccionario que vive la Universidad de Concepción es una oportunidad para debatir acerca de cómo esta Universidad está encarnando y proyectando su carácter público. Ciertamente, pese a la mercantilización y privatización que vivió en las últimas décadas el sistema universitario, la Universidad de Concepción ha logrado mantenerse y proyectarse como una universidad pública y compleja, que cultiva el saber en sentido amplio, y que vincula el quehacer docente con el desarrollo de investigación científica y tecnológica en diversos ámbitos del conocimiento. Sin embargo, se debe reconocer que ha sido lenta para adecuarse a las exigencias del mundo contemporáneo. Ha existido una tendencia a focalizar excesivamente la atención en la búsqueda de lugares destacados en los rankings de publicaciones y de proyectos, pero no se ha puesto igual atención en el desarrollo armónico y de calidad de una docencia vinculada a las necesidades sociales; se han debilitado sus vínculos con el medio social y regional. Una universidad pública debería destacar por su capacidad de aportar al debate de grandes temas nacionales y debería ser un ejemplo de capacidad de generar espacios de participación.

Ciertamente, las universidades públicas necesitan nuevas políticas, que les permitan florecer de mejor manera. Pero también requieren que sus actores internos y quienes las conducen encarnen una vocación de creación de comunidad universitaria y proyecten su razón de ser. Esperemos que las voces de renovación que han surgido en la Universidad de Concepción puedan encarnar estos desafíos.