Souvenirs
-¡Oiga...lleve la novedad...Un hito reflectante para estacionar y de
regalo este triangulito para colgar!
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Un tema que suma voces de alerta desde distintos rincones del globo, y con una asombrosa progresión geométrica, es la inequidad de ingresos. Tanto así, que muchos auguran que este 2014 será importante para la discusión y acción global para revertir la tendencia de extrema concentración de riqueza.
Recientemente, el Foro Económico Mundial advirtió que la inequidad de ingresos es "el riesgo más probable que cause un serio daño globalmente en la próxima década". Según la ONG Oxfam, el 70% de la población mundial vive en países en que la inequidad de ingresos ha aumentado en los últimos 30 años y que las 85 personas más ricas del planeta acumulan una fortuna superior a las 3.500 millones de personas más pobres.
En nuestro país hemos despertado al tema desde los profundos problemas asociados a esta inequidad. Segregación urbana de la población más pobre, frustración juvenil por falta de oportunidades, alto endeudamiento de familias, bajo acceso a educación y salud de buena calidad, alta población penal, alta incidencia de depresión y estrés, violencia intrafamiliar, entre otros, que nos muestran una convivencia social dura, con baja tolerancia y confianza entre pares.
Nuestro país iniciará un nuevo gobierno que durante la campaña encausó el malestar de la ciudadanía, en gran parte, derivado de estos problemas de inequidad. Los optimistas piensan que ha llegado el momento de generar cambios estructurales que reviertan la tendencia de inequidad y que el liderazgo de la presidenta Bachelet y su recién estrenado equipo de gobierno, junto a la amplia representación parlamentaria de la Nueva Mayoría, podrán llevar con éxito esas reformas. Los pesimistas auguran un desborde de expectativas de parte de "la calle" y miran con desconfianza la capacidad del nuevo gobierno en mantener el orden.
Pero el asunto es más amplio que lo que pueda contener una agenda de gobierno. La inequidad como problema social requiere también una nueva mirada incluso desde el mundo empresarial. Christopher Meyer, emprendedor y consultor en estrategia, plantea que el desborde por los problemas del capitalismo en el mundo terminarán por cambiar profundamente la forma de hacer negocios. En este contexto, advierte que la inequidad de ingresos es un asunto de sustentabilidad también y que "la evaporación" de la clase media puede terminar también con muchas empresas.
¿Qué pueden hacer las empresas? Meyer propone nuevas ideas como incrementar la movilidad económica de los trabajadores; extender la capacitación y desarrollar empleabilidad hacia las comunidades, entre otras que pueden sonar livianamente como filantropía pero no lo son. En el fondo, lo que viene para las empresas en el ámbito de la inequidad es similar a lo que hemos visto con los asuntos ambientales. Habrá una línea entre los que están en las soluciones y los que son parte del problema. Un interesante dilema para pensar en estas vacaciones…
Se han dado a conocer los nombres de los ministros y de los subsecretarios que tendrá el próximo gobierno. La composición del gabinete que asumirá en marzo próximo, refleja el estilo de liderazgo que pretende dar Michelle Bachelet a su nuevo mandato. Con seguridad estará más centrado en confianzas personales que en las lógicas partidarias.
Entre los 23 integrantes hay seis ministros militantes del Partido por la Democracia, cinco de la Democracia Cristiana, tres del Partido Socialista, dos del Partido Radical y uno del Partido Comunista. Seis de ellos son independientes y, si se considera por género, nueve son mujeres. Si bien son más los ministros que militan en alguno de los partidos de la coalición hay que considerar que más allá de eso, los puestos clave serán ocupados por colaboradores más conocidos por su cercanía con la presidenta que por su filiación política, empezando por el futuro ministro del Interior y jefe de gabinete Rodrigo Peñailillo.
De acuerdo con lo que han estimado algunos analistas, la mandataria buscará conservar márgenes de autonomía respecto de los partidos, pero no en la misma medida que en 2006, cuando los mantuvo a una distancia que, más adelante, le trajo costos políticos que la obligaron a replantear su diseño ministerial incluyendo a figuras con reconocida trayectoria partidaria.El nuevo Gobierno será el encargado de llevar adelante un programa con el que la presidenta electa pretende dotar al país de una nueva Constitución, reformar la educación para que sea gratuita y de mayor calidad, y elevar los impuestos a las grandes empresas.
A diferencia de lo que ocurrió durante el presente gobierno, la nueva administración contará con una amplia y cómoda mayoría en el Parlamento, ya que en el Senado tiene 21 de los 38 escaños, mientras que en la Cámara de Diputados la Nueva Mayoría está representada por 67 legisladores, de un total de 120, más otros cuatro de la oposición que apoyan al nuevo gobierno, lo que le permitirá a la presidenta sacar adelante leyes que no requieren mayoría calificada. Sin embargo, tendrá que negociar con la oposición si quiere poner en marcha proyectos de gran calado, como la elaboración de una nueva Constitución.
La tarea no será fácil, si se consideran las promesas que se han realizado, para la cual la presidenta electa pidió a sus ministros "trabajo, trabajo y más trabajo", ya que el programa recoge las demandas de mayor calidad de vida y la urgencia de enfrentar la desigualdad.