La caída en el precio del cobre y el incremento de los costos de producción están teniendo efectos sobre las finanzas del país.

Según el último informe de finanzas públicas de la Dirección de Presupuestos (Dipres), en 2014 los aportes de la minería privada y Codelco al erario sumarán 5.590 millones de dólares, cifra que implicará un fuerte retroceso.

Efectivamente, se trata del aporte más bajo desde 2009 cuando alcanzaron a 4.567 millones de dólares. Durante aquel ejercicio los ingresos fiscales estuvieron fuertemente influenciados por la crisis financiera mundial, que desplomó el precio del metal rojo a cerca de 1 dólar la libra.

En mayor detalle, los 5.590 millones pronosticados por la Dipres para 2014 representarán una baja de 16% respecto a los 6.653 millones de dólares con que se finalizó 2013.

De acuerdo al Gobierno, Codelco aportará 3.287 millones de dólares, lo que representa una caída de 10% respecto a los 3.668 millones que exhibiría este ejercicio, pero seguirá representando sobre el 50% de las arcas en esta actividad.

Por el lado de la minería privada la cual tributa por impuesto a la renta y royalty, la reducción llegaría al 23%, pasando de 2.985 millones en 2013 a 2.303 millones de dólares en el siguiente ejercicio.

De acuerdo al análisis del Ministerio de Hacienda, una de las principales razones que explicarían la caída está dada por el aumento en los costos de la industria, en especial, de Codelco, la mayor firma estatal.

La materia no es nueva, ni menos desconocida. Ejecutivos de la industria han repetido que los costos se han elevado considerablemente durante los últimos años. Aquí se encuentran aspectos como la mano de obra, la caída de la productividad, la disminución de las leyes del mineral y el aumento del precio de la energía eléctrica, por nombrar algunos.

En casos como éste, queda en evidencia que los efectos sobre una industria terminan repercutiendo sobre todo un país. Tema a resolver ahora por todos los involucrados, considerando además que distintos analistas han insistido que en el futuro no veremos las bondades de precios de las cuales el país se ha favorecido durante los años recientes.

"América Economía" publicó hace unos días un editorial titulado "Canonizar a Pepe Mujica". En él se plantea que el mandatario uruguayo suena fuerte para Premio Nobel de la Paz y que un periódico italiano hasta lo comparó con Mandela.

No cabe duda que la legalización de la marihuana fue el tema que puso los ojos del mundo sobre Uruguay y su particular presidente. Sin embargo, ya antes las redes sociales se habían encargado de mostrarnos cómo la máxima autoridad podía dar notoriedad a su investidura sin cuello y corbata.

Varios de los que sueñan que otro Chile es posible han compartido por Facebook fotos de Mujica recolectando hortalizas en su patio o conmovedoras noticias como aquella cuando invitó a indigentes a dormir en la casa de gobierno para paliar el frío invernal.

No cabe duda que el mandatario es de una austeridad y sencillez que dejan como mera anécdota la chomba de Evo Morales que tanto dio que hablar en los foros internacionales la década pasada. Sin embargo, hay que tener claro que la evolución del país trasandino no la inventó Mujica.

De hecho, ya en la década pasada Uruguay fue el eterno finalista en los informes de desarrollo humano del Pnud, además de situarse en la primera posición del "Indice de Desarrollo Democrático" en América Latina de la fundación Konrad Adenauer (KAS) y la consultora argentina Polilat, entre muchos otros galardones del deber ser estatal.

Hay que pisar suelo uruguayo para darse cuenta porqué allá las cosas son tan distintas al resto del continente y porqué no se trata de instalar un Mujica local para que todos seamos felices por arte de magia. Por algo, existe esa máxima sociológica de que un subsistema no puede ser distinto del sistema que lo contiene.

Por un lado, no es lo mismo gobernar un país de 3,7 millones de habitantes con un territorio equivalente a dos regiones nuestras que uno con sobre 17 millones y más de 4 mil km de extensión. Sobre todo considerando que Uruguay es uno de los principales destinos turísticos del mundo, un actor clave en la producción de carne y, no olvidar, dueño de una política de exoneración fiscal y secreto bancario muy atractiva para los empresarios de países vecinos.

Por otro, se trata de una nación donde el respeto está institucionalizado. En las calles nadie se estresa tocando la bocina. En los supermercados, en los bancos y en los malls la gente sonríe, respeta la fila, pide permiso, da respuestas satisfactorias, presta ayuda de buena gana. En la televisión, las noticias policiales muestran como gran cosa el choque de un auto con un taxibús sin heridos.

Mujica gobierna un país desarrollado en un continente en vías de desarrollo. Desde luego que como progresista le da cancha, tiro y lado a los populismos de izquierda que predominan en la región; pero no tengamos la ingenuidad de creer que Chile puede llegar y copiar. Para acercarnos habría que empezar por respetar la fila.