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Hipertensos deben desarrollar rutina de ejercicios

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La práctica de ejercicio físico aporta innumerables beneficios a la salud de los individuos, reduciendo los riesgos de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Pero esta generalización no basta para determinar cuál es la actividad física que se debe realizar en función de una patología puntual. Tampoco nos señala su intensidad, ni duración.

Nos enfocaremos en la hipertensión arterial con el fin de dar algunos consejos que evidencian la importancia de la práctica del ejercicio en rangos de seguridad adecuados.

El ejercicio físico regular previene o retrasa el desarrollo de hipertensión arterial y disminuye los valores en individuos que ya la padecen, hecho que justifica su prescripción como medida preventiva para reducir la incidencia de hipertensión arterial en la población.

Lo anterior es particularmente relevante considerando que entre los 40 y 70 años de edad. se pueden registrar incrementos de 20 mm de HG en la presión sistólica o 10 mm de Hg de la diastólica, lo que puede hasta duplicar el riesgo cardiovascular.

Está comprobado que el ejercicio aeróbico puede reducir aproximadamente 10 mm de Hg, tanto de la presión sistólica como diastólica en individuos con hipertensión leve (140/90-160/105).

Así, los beneficios del ejercicio para la salud, comparados con el bajo riesgo que supone tanto en morbilidad como en mortalidad, hacen que la recomendación de su práctica sea parte fundamental del tratamiento en pacientes con hipertensión leve o moderada.

Como punto de partida para el diseño de un programa se debe conocer cuál es el valor de la presión arterial en reposo, ya que ésta nos dará un parámetro de la capacidad del individuo para incorporarse a un programa con márgenes de seguridad adecuados. Para estos efectos se considera una presión arterial normal 140/90.

El tipo, duración e intensidad del ejercicio son similares a los recomendados en personas sanas. Entrenamientos con intensidades entre el 40 y 70% de la frecuencia cardiaca máxima calculada con la fórmula: FC Max = (220 - edad), parecen disminuir la tensión arterial tanto como el ejercicio realizado a intensidades mayores. Es importante considerar que las personas con cifras por encima de 160/105, deben disminuirla mediante fármacos antes de realizar un programa de ejercicio físico.

El entrenamiento de resistencia cardiorrespiratoria o aeróbico es el pilar del programa, su frecuencia debe oscilar de los 4 a 5 días por semana, con volúmenes de entre 30 a 60 minutos dependiendo de la capacidad individual. El entrenamiento de pesas en forma aislada no es recomendado, más bien debe estar integrado en programas para individuos con una cierta base aeróbica desarrollada, trabajando con métodos que impliquen más repeticiones que mucho peso (10 a 20 repeticiones descansando periodos de 30-60 segundos), evitando la maniobra de Valsalva (contener la respiración) ya que ésta produce elevaciones significativas de la presión arterial.

Alejandro Saavedra,

académico Fac. de Cs. de la Actividad

Física, USS

Lazos de amor eterno

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Recibimos hijos para poner a prueba nuestras resistencias, ensayando a diario cada día nuestro rol. Sin embargo nos volvemos seres más espirituales apegados a la vida, al amor y a la incondicionalidad absoluta.

Cuesta imaginar la partida de un ser querido más aún cuando se trata de un hijo, sin duda al corazón le es más difícil de conformar. Cuando muere uno de los padres se tiene la sensación de que se perdió parte del pasado, sin embargo cuando muere un hijo que da la impresión de que se perdió el futuro.

Perder a alguien que se ama es difícil de explicar, la fantasía y la realidad se atraen perfectamente, pero más temprano que tarde llega la realidad, la puerta se cierra y comienza la verdad.

Convivir con esas emociones no es fácil de aceptar y menos proporcionarse respuestas lógicas a preguntas que nacen del corazón. Sin embargo, también el corazón muda con el tiempo logrando aceptar que los lazos que existen entre padres e hijos son lazos inquebrantables, independientes de la presencia física.

Ése es el poder del amor por los hijos, un impuso que trasciende el espacio y el tiempo, un consuelo que permite vivir y recuperar la energía para vivir en paz.

Todo ser humano cumple un propósito en la tierra, el alma es eterna y aquellas personas que parten antes de lo que nosotros creemos, es sólo porque ya en esta tierra cumplieron su misión y necesitan seguir en su evolución.

Lo esencial es que siempre van a estar ahí, ese lazo de amor eterno no se disuelve con el tiempo , sino que forma parte del pasado, presente y futuro. Amor es amor y no vuela con la no presencia, sólo se transforma.

Aprenda a disfrutar el aquí y el ahora con sus hijos, entregue en el presente aquellos sentimientos que albergan su corazón y simplemente disfrútelos. Una mirada, una caricia, un abrazo acompañan los recuerdos por siempre.

Finalmente, no podemos conseguir curar al mundo de las tristezas, pero sí podemos escoger vivir en un mundo personal de alegría.

Carola Navarrete Kelly,

psicóloga