El calor es uno de los enemigos de los comestibles. No romper la cadena de frío, así como mantener la higiene, son fundamentales.
Los días de sol y calor , muchas veces provocan que las personas sólo quieran dejar de lado la rutina cotidiana para desconectarse y descansar. Pero, a pesar de que las altas temperaturas otorgan la oportunidad de disfrutar de paseos a la playa o realizar entretenidos panoramas al aire libre como ir de camping, a éstas también se le asocian algunos riesgos.
Los más bullados siempre se relacionan con los cuidados a la piel, pero también es necesario tomar ciertas precauciones con los alimentos y su preservación.
Alejandra Cruz, nutricionista y coordinadora de Nutrición y Dietética de Inacap Concepción-Talcahuano, explica que el calor aumenta la aparición de vectores como moscas, hormigas y roedores, que pueden contaminar los alimentos; y por otro lado existen riesgos de desarrollo microbiano en el éste, producto de las altas temperaturas.
Por lo mismo dice que las principales recomendaciones son siempre mantener los alimentos sellados o envasados, nunca expuestos al sol y refrigerar los que corresponden. Además, aclara que "gran parte de los microorganismos se activan con temperaturas desde los 5°C a 64°C, y se multiplican exponencialmente de tal manera que, al cabo de una hora, existen miles de ellos que fácilmente pueden provocar daño en un organismo si son consumidos a través de un alimento".
CONSERVACIÓN
La directora de la escuela de Nutrición y Dietética de la UST Concepción, Rebeca Carrasco, comenta que durante el verano o en zonas más calurosas, los alimentos se descomponen con mayor facilidad y rapidez, razón por la cual se deben "extremar los cuidados para evitar infecciones gastrointestinales u otras patologías asociadas a una mala manipulación e higiene de los alimentos", afirma.
Un aspecto fundamental es la conservación, por lo que la especialista recalca la importancia de no romper la cadena de frío, principalmente en carnes y otros productos de fácil descomposición como es el caso de los lácteos o las cecinas. "Lo ideal es que en viajes o paseos evitemos consumir jamones o yogures, por ejemplo, porque se trata de alimentos que requieren de refrigeración para conservarse y mantener sus propiedades", menciona.
En ese sentido, es necesario ser precavidos y contar con los elementos necesarios antes de emprender una aventura como ir a un camping. Los coolers o conservadores son primordiales para mantener los alimentos en sus temperaturas adecuadas.
Según Alejandra Cruz, una buena práctica es fijarse en las recomendaciones de almacenamiento del fabricante, con el objetivo de saber qué productos deben o no refrigerarse. "Normalmente se refrigeran los alimentos líquidos en base a leches, a excepción de aquellos en envases Tetra Pak, pero mientras estén sellados; y el listado de alimentos más susceptibles de contaminarse", manifiesta. Ejemplos de estos últimos son aquellos comestibles altos en proteínas y agua, como las carnes, cremas, salsas, lácteos y productos de pastelerías, "porque son los nutrientes preferidos por los microorganismos", dice. A lo anterior añade algunas frutas y verduras con mayor cantidad de agua como los tomates, sandía y melón, y las verduras de hoja.
En el caso de aquellas frutas y verduras que se quieren conservar por más de dos o tres días, también se deben refrigerar, ya que a temperatura ambiente se deshidratan y contaminan rápidamente.
Según Carrasco, una alternativa económica para conservar los alimentos son las cajas de plumavit, "cuya salvedad está en que mantienen la temperatura por menos tiempo. Sea cual sea el tipo que utilice, resguárdelo en la sombra, alejado del calor", recomienda la nutricionista.
RIESGOS
Cuando se está de paseo, los asados suelen ser protagonistas. Ante eso, la profesional enfatiza en la importancia de descongelar sólo el trozo de carne que se consumirá, debido a que una carne que se ha descongelado, perdió la cadena de frío e inició el proceso de multiplicación de organismos patógenos.
Los riesgos de consumir un alimento contaminado, aunque dependen de las defensas del organismo de quien lo consume, afecta principalmente a los niños, embarazadas y adultos mayores, "quienes pueden cursar desde una gastroenteritis con vómitos y diarreas, hasta una deshidratación, problemas neurológicos e incluso la muerte", sostiene Alejandra Cruz.
Por lo mismo antes de ingerir un producto, hay que cerciorarse de si está alterado o no. Ante cambios de color, textura, olor y sabores distintos a los originales, hay que estar alerta.
AL COCINAR
El lavado constante de manos de quienes son los encargados de cocinar, así como de los utensilios que se usarán, es básico. "Muchas de las afecciones que se producen en este tiempo son causadas por descuidos de este tipo. Recordemos que estamos en condiciones más precarias que en nuestra casa, y generalmente disponemos para la preparación de ensaladas o sándwich, del mismo mesón en el que comeremos", dice Carrasco.
Los microorganismos patógenos se encuentran en las cáscaras u hojas de frutas y verduras, por eso, es necesario que también éstas sean lavadas con agua potable. "En caso de no contar con ésta, puede ser reemplazada por agua hervida", concluye.